Por Andrea Tutté y red de corresponsales de El País (*)
Este informe se publicó originalmente el 31 de mayo de 2003
Casi todas las noches, la silueta de Paola se recorta contra el cartel luminoso de la parada de ómnibus donde espera a sus clientes, en la Rambla y Comercio. Hace poco más de un mes que comenzó a ejercer la prostitución. «Tengo una conocida que también trabaja acá, y me explicó cómo es. Estuve meses pensando, y al final me decidí, por dos razones: una, que tengo un bebé; otra, que preciso la plata».
Paola dice que tiene 18 años y que cobra 300 pesos. «Los clientes se asombran. Me dicen: ¡Qué joven que sos!», admite. Alta y rubia, vestida con vaqueros y una campera larga de cuero, casi sin maquillaje, su aspecto es el de una adolescente arreglada para salir a bailar. Aspecto de liceal, como ella misma cuenta que era hasta el año pasado, antes de tener ese bebé que ahora duerme con la abuela mientras ella espera un cliente.
A las tres de la mañana, Paola se vuelve en taxi hasta su casa en la Gruta de Lourdes. «Todas las noches llego con 1.000 pesos», asegura. «Mi madre sabe lo que hago, y mucho no le gusta, pero… —se encoge de hombros— acá estoy».
31 de mayo de 2003
Este fue el informe de tapa del suplemento Qué Pasa el 31 de mayo de 2003. La periodista Andrea Tutté investigó el creciente fenómeno de la prostitución juvenil, apoyada por la red de corresponsales que entonces tenía El País.
Cada día más
La cantidad de mujeres que ejercen la prostitución está aumentando. Lo dicen las estadísticas, lo repite la Asociación de Meretrices Profesionales del Uruguay (Amepu), lo confirman los médicos de Salud Pública encargados de los controles sanitarios y lo constatan con sus propios ojos los habitantes de muchos puntos del país.
«El aumento de la prostitución es algo que se nota a simple vista en la calle», dijo Cristina Acuña, edila nacionalista de Maldonado, donde el tema ha sido tratado varias veces en la Junta Departamental. Jorge Santos Vissio, jefe de Policía de Paysandú, afirmó que la prostitución ha aumentado en su departamento hasta llegar a las 100 personas registradas, entre hombres y mujeres.
En Soriano, fuentes policiales afirmaron que la prostitución ha ido creciendo en forma gradual en Mercedes y también en Dolores, que alcanzó su pico máximo en el último año. Paralelamente, la edad de las mujeres ha descendido: hoy la mayoría tiene entre 18 y 25 años.

Foto: Archivo El País
En Florida también está bajando el promedio de edad: el 45% de las prostitutas que ejercen legalmente tienen entre 18 y 25 años, y sólo hay una —la mayor— de 54.
Según datos del Ministerio de Salud Pública, la cantidad de prostitutas que poseen libreta habilitante y se realizan los controles médicos obligatorios en todo el país pasó de 735 en el 2001 a 952 en el 2002, un aumento del 30%. En Montevideo, la cifra se duplicó. En febrero había 433 prostitutas registradas.
Y la tendencia al crecimiento continúa. En San José, el número de inscriptas aumentó un 40% entre diciembre y abril, pasando de 100 a 140. En Durazno, donde hay unas 100 inscriptas, el registro estaba aumentando, en abril, a razón de una o dos por semana.
Y estas cifras sólo muestran la mitad de la realidad. Porque al margen de las estadísticas oficiales existe una prostitución clandestina —muchas veces protagonizada por menores—que también está creciendo. «Hay un aumento en el número de mujeres que ejercen la prostitución en forma no controlada», afirmó Raúl Riverós, jefe del departamento de Higiene Sexual de Salud Pública en Lavalleja. «Lo sabemos por el aumento de pacientes que llegan a la policlínica portando sífilis. Al interrogarlos, a veces dicen los nombres de sus ocasionales parejas. La constante es la relación por dinero».
Prostitución en Rocha
A las 23.30, tras bajar por la avenida 1º de Agosto de la capital rochense, se empieza a notar el movimiento de mujeres que van llegando a una especie de «zona roja». A la vuelta de la plazoleta Martín Fierro, en una calle oscura, están las casitas iluminadas sólo por un foco rojo en la puerta.
En uno de esos prostíbulos trabaja Mary, de 37 años, que se queja de que la prostitución clandestina ha perjudicado su trabajo. «Yo empecé en el 96 y hubo épocas en que trabajé bien, pero ahora la cosa está difícil por todas las que andan en la calle», afirmó. «Nosotras vamos al médico todos los meses, nos levantamos a las cinco de la mañana para sacarnos sangre, pasamos la libreta por la comisaría, y nos complican la vida. Ellas trabajan sin libreta y sin control. Están en la calle, en los bares y hasta en los comités políticos, y no les pasa nada».
Actividad clandestina
La ley 17.515, aprobada por el Parlamento el año pasado, establece que la prostitución es legal si quien la practica es mayor de 18, posee un carnet sanitario expedido por Salud Pública y está al día con los exámenes clínicos que debe realizarse una vez al mes para detectar sida, sífilis y otras enfermedades de transmisión sexual.
La ley también creó un Registro Nacional de Trabajo Sexual llevado conjuntamente por Salud Pública y el Ministerio del Interior, en el que todas las personas que ejercen la prostitución deben estar inscriptas. Pero como la ley no fue reglamentada todavía, ese registro sigue sin ser más que un proyecto, y muchas veces hay discrepancias entre las cifras que manejan ambas carteras.

Foto: Archivo El País
En Florida, por ejemplo, hay más mujeres registradas en Salud Pública que ante la jefatura de Policía. Esto se debe a que Mirta Mastrángelo, la doctora encargada de los controles sanitarios, ha logrado detectar a muchas de las que ejercen clandestinamente y convencerlas de que se hagan los exámenes. «Les explico que ellas mismas están más protegidas si se los hacen», declaró.
El sindicato de meretrices trabaja conjuntamente con Salud Pública y varias organizaciones no gubernamentales para promover la asistencia a los controles sanitarios, pero la tarea es cada vez más difícil por el número creciente de mujeres que se incorporan a la actividad en forma clandestina.
«En los últimos tiempos ha aumentado muchísimo», afirmó Magdalena Carrere, presidenta del sindicato. «Nosotras tratamos de acercarnos, de incentivarlas a que vayan al médico, a que tomen precauciones. Pero hay una gran falta de información. Muchas ni saben a dónde tienen que ir, y además es más fácil, antes que levantarse temprano para ir a hacerse los controles, simplemente no ir».
Marisa Dinardi, la médica encargada de los controles en Durazno, también ha constatado algo parecido. «Las muchachas que atiendo, que son las que trabajan en whiskerías, en los bares y algunas en la calle, son siempre las mismas. Pero sí sabemos que hay un aumento de la prostitución clandestina en la calle», afirmó. «Es más difícil que eso pase en los bares o locales similares, porque allí corren el riesgo de que llegue la policía y las detenga».

Foto: Archivo El País
Algo parecido ocurre en Young. Allí, el número de locales legalmente habilitados ha disminuido mucho —quedan sólo cuatro de los 15 que había en los años 80— pero es notorio el incremento de la prostitución en la vía pública y el alarmante descenso en las edades de quienes la ejercen.
En Melo, donde hace años llegó a haber más de 100 prostitutas registradas, hoy hay 70, pero tanto el director de Investigaciones de la Policía, el comisario José Olivera, como el director del hospital departamental, Milton Da Silva, coincidieron en que este número «está muy lejos de la realidad» y son muchos más las mujeres y hombres —incluso menores de edad— que se prostituyen clandestinamente.
Muchas veces, las prostitutas legalmente registradas se quejan de que este ejercicio clandestino las perjudica. «Por todos lados aparecen gurisas que compiten deslealmente», protestó Sandra, que ejerce desde hace años la prostitución en Colonia y tiene todos los controles al día. «Chiquilinas jovencitas se venden por 50 pesos y se transforman en un peligro».
Florida
Hasta hace una década, la cantidad de locales habilitados para el ejercicio de la prostitución en el departamento de Florida oscilaba entre ocho y diez. Hoy son 19, la mayoría de ellos whiskerías. «La explosión en el aumento de este tipo de locales se dio en los últimos tres años», afirmó el comisario Ruben Alba.
Las pupilas de estos locales se quejan de la crisis. Hoy sus ingresos derivan de «la previa», es decir, de las copas que inducen a los clientes a consumir; por cada una reciben 10 o 20 pesos, o van a medias con el propietario del local. Pero las bebidas fuertes —whisky, ron, ginebra— han sido sustituidas por la más económica cerveza, a veces compartida entre cuatro parroquianos.
Por su servicio como prostitutas cobran entre 200 y 300 pesos aunque hay noches en las que no ganan nada. Las que bailan o realizan un show cobran 200 pesos, pero si se da el caso de que una noche los clientes no tienen dinero, organizan una colecta «a voluntad» entre los hombres que esperan el baile o el strip tease.
Razones económicas
Sabrina y Alexandra comparten una parada de ómnibus en Malvín. Sabrina tiene 23 años y ejerce la prostitución desde los 18; Alexandra tiene 24 y empezó hace tres. Al preguntarles por qué eligieron esta actividad, la menor de las dos responde enseguida: «Por necesidad». Alexandra sólo mira de reojo, como si la respuesta fuera demasiado obvia como para molestarse en formularla en voz alta.
Las dos tuvieron otro tipo de empleos, en una fábrica, una panadería, un supermercado, una pollería… todos los perdieron. «Y además, ¿vos viste lo que pagan?», pregunta Sabrina. «Yo vivo sola con mis dos hijos y los tengo que mantener».
La recesión económica, el desempleo y los bajos salarios son algunos de los factores más citados por los entrevistados a la hora de explicar el aumento en la prostitución.
«No es un problema de orden moral sino económico, evidentemente: lo que pasa es que el desempleo es alto, las jóvenes no tienen posibilidades de acceder a una fuente laboral», afirmó Acuña, la edil de Maldonado.
En Montevideo, el desempleo entre las mujeres de hasta 24 años llegó al 45% en el primer trimestre del año, según el Instituto Nacional de Estadística. En el interior urbano fue de 43% en el mismo período. Para llegar a ese porcentaje se toma en cuenta sólo a aquellas mujeres que buscan trabajo. «Muchas de esas jóvenes desempleadas tienen hijos que alimentar y terminan dedicándose a la prostitución», continuó Acuña.
Tal es el caso de Mirna, una joven de 22 años que es prostituta en Colonia y no está registrada. «A los 16 tuve una nena y no me quedó más remedio que salir a conseguir el peso», relató. «Al principio me dio vergüenza, pero ya me acostumbré».

Foto: Archivo El País
«He llegado a cobrar hasta 1.000 pesos por la compañía de una noche, pero también me acosté por 50 pesos», continuó. «Es preferible hacer esto que robar, aunque desearía dejarlo y poder trabajar en otra cosa».
Las historias que escuchan las integrantes del sindicato de meretrices cuando hablan con las mujeres que recién se incorporaron a la actividad suelen ser muy parecidas. «Siempre te cuentan que no tienen plata, que tienen que darle de comer a sus hijos», dijo Carrere. «Hay muchas que no han tenido otra opción: perdieron el trabajo y se tuvieron que dedicar a esto».
Hay otras que sí eligen y descartan la posibilidad de buscar un empleo «decente» pero casi siempre precario y mal remunerado. «Me preguntan ‘¿Y si no es en esto, en qué voy a trabajar? ¿Haciendo limpiezas por 2.000 pesos al mes?’», relató una psicóloga que trabaja en uno de los centros de control sanitario de Salud Pública.
En otros casos, los problemas económicos también están dando lugar a un tipo de prostitución clandestina que sólo se ejerce ocasionalmente, cuando la necesidad apremia. «Son muchas las mujeres que para dar de comer a sus hijos salen a tener relaciones sexuales con hombres que encuentran en las calles, para sacar algunos pesos», afirmó Riverós, jefe del Departamento de Higiene Sexual del hospital de Lavalleja. «Esto no lo hacen siempre, sino empujadas por una coyuntura muy especial».
Cerro Largo
Todas las noches pueden verse jovencitas deambulando por las calles de Melo. Los sábados, en las cercanías del bulevar Francisco Mata, el fenómeno es más evidente. «Andan por la calle en una suerte de prostitución enmascarada e imposible de probar: ‘andamos paseando’ o ‘estamos vagando un poco’, dicen. Son derivadas a la Comisaría del Menor y entregadas a los padres, porque no hay delito ni falta, sólo la de andar a horas impropias fuera de casa», afirmó el director de Investigaciones de la Policía de Cerro Largo, el comisario José Olivera. «Tristemente, nos consta que se contactan con viajeros, hombres de campaña que bajan a la ciudad a cobrar o a hacer algún trámite, y les cobran unos pocos pesos».
Demanda de menores
Hace un mes, en Minas, dos hombres fueron procesados por constatarse que habían organizado una red de prostitución de menores que explotaba a diez adolescentes de entre 13 y 17 años y tenía como centros de operación un bar y un local de juegos electrónicos. Las menores fueron entregadas en custodia a sus familias.
También hace un mes, en el pueblo de José Enrique Rodó, en Soriano, la policía investigó la presunta prostitución de dos menores de 14 y 17 años, aunque el caso no pasó a la justicia porque no hubo forma de comprobar la denuncia.
No se trata de casos aislados. «El tema de la prostitución de menores preocupa mucho a la policía y a la justicia», afirmó el director de Investigaciones de Lavalleja, Alejandro Marín.
Churchill Cabrera, director del Instituto Nacional del Menor en Cerro Largo, aseguró que la prostitución en Melo ha aumentado en forma alarmante «no sólo en cantidad sino en los bajos grupos etarios», y si bien no maneja cifras concretas dijo que un importante porcentaje de las menores internadas en el organismo ejercieron la prostitución. «Niñas de poco más de 11 años, y habiendo menstruado una sola vez, ya han sido internadas embarazadas», afirmó.
El director del hospital de Salud Pública de Melo, Milton Da Silva, también cree que el alto índice de maternidad juvenil puede ser un indicador de prostitución clandestina: en Cerro Largo el 50% de los embarazos corresponde a adolescentes.
Roberto Colasso, edil de Canelones por el Frente Amplio, señaló que en Pando hay cinco prostíbulos clandestinos que emplean menores, y que también hay adolescentes que ejercen en la Ruta 8, a la altura del kilómetro 24, y en las cercanías del hipódromo de Las Piedras.
Estos datos apoyan la conclusión de una reciente investigación realizada por Unicef, que afirma que «Uruguay va solapadamente convirtiéndose en un lugar donde la prostitución infantil y adolescente parece crecer en los barrios más marginales de la mayoría de las ciudades y pueblos del país, con énfasis en los puntos fronterizos, el litoral, Montevideo y Maldonado».
«Aunque sin carácter de exclusividad, la pobreza aparece como el factor más evidente que induce a la prostitución y se percibe como una causal en aumento», continúa el documento. «Las condiciones socioeconómicas y culturales promueven que los padres utilicen a las hijas como anzuelo para sufragar la subsistencia familiar, y no siempre a cambio de dinero sino de comida o favores».
Santos Vissio, el jefe de Policía de Paysandú, definió este problema como «social» y afirmó que si bien se sabe que en ese departamento existen casos de prostitución de menores de ambos sexos, detectarlos es difícil ya que muchas veces cuentan con el aval o protección de sus padres.

Foto: AFP.
Carrere, del sindicato de meretrices, también afirmó que la prostitución de menores va en aumento, y destacó que esto se debe a que los clientes la demandan cada vez más. «Los hombres buscan eso», afirmó. También vinculó el fenómeno con el aumento en el consumo de drogas. «Hay algunas que por un porro y una cerveza agarran viaje. Es una cuestión de competencia desleal, porque la persona que ya es grande sabe que está dando un servicio que tiene su precio, pero ellas salen por lo que les den».
El fenómeno no ha pasado desapercibido para las autoridades sanitarias y policiales. «En la calle, las chiquilinas se están vendiendo por cualquier cosa», afirmó Dinardi, la médica encargada de los controles sanitarios en Durazno. En Rivera, según fuentes policiales, existe «un ejercicio informal de la prostitución» por parte de adolescentes que consiguen sus parejas en bailes y otorgan «un favor sexual a cambio de una prenda de ropa u otro bien, y no siempre dinero».
En abril, el diario Cambio de Salto informó que las prostitutas del departamento estaban aceptando «vales de alimentación» en pago por sus servicios. Y en Melo, según el director de Investigaciones Olivera, hay menores que «se acuestan a cambio de una comida o una cerveza, o simplemente por unas cajas de cigarros o milanesas».
San José
Andrea asegura tener 18 años, pero su cara aniñada dice otra cosa. «¿Para qué querés saber mi edad?», pregunta, recelosa, mientras espera clientes a un costado de la Ruta 3, frente a la ciudad de San José. Desde hace seis o siete meses, el lugar se ha convertido en punto de reunión de varias mujeres que esperan e invitan a detenerse a los conductores, generalmente camioneros que pasan rumbo a Montevideo. La mayoría de esas mujeres son extremadamente jóvenes, como Andrea.
«¿Por qué estoy en esto?» Y bueno, yo elegí esto hace dos o tres años. Salí de la escuela a los 14 y no iba a empezar el liceo a esa edad», cuenta. «Nadie me manda a trabajar en la ruta. Yo vengo porque quiero, y si un día no tengo ganas de venir, me quedo en casa, con mi madre y mis hermanos».
Andrea nunca habló con ellos del modo en que se gana la vida, aunque sospecha que ya deben haberse dado cuenta. «Pero no dicen nada, tal vez para no amargar a mi madre».
Un conocido de Andrea para en un estacionamiento cercano a la ruta. «En los tres o cuatro meses que llevo acá, nunca he tenido problemas», dice la adolescente antes de ir a su encuentro. «Con los camioneros no pasa nada, son gente de trabajo. Cuando para un auto me fijo bien antes de subir, porque esto es como una quiniela, ¿viste?».
(*) Este artículo fue elaborado gracias a las entrevistas y el trabajo de campo de los siguientes periodistas y corresponsales de El País: José Luis Álvarez (San José), Eduardo Barreneche (Canelones), Pedro Clavijo (Colonia), Freddy Fernández (Rivera), Eduardo González (Rocha), Sandra Kanovich (Paysandú), Edgar Martínez Lucero (Lavalleja), Hilton Mestre (Cerro Largo), Julio César Oliveri (Florida), Luis Alberto Pérez (Salto), Humberto Ramírez (Soriano) y Daniel Sosa (Río Negro).