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lunes, octubre 27, 2025

Por el ternero cerca de los $5.000, un recriador pateó el tablero en la Patagonia

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Agustín Paniz es un caso de éxito en Río Negro. Nacido y criado en Viedma, formado como ingeniero agrónomo en la UBA y con paso por una reconocida semillera, inició su propio esquema productivo a partir de 2012 y lo consolidó luego, dejando atrás el empleo en relación de dependencia para dedicarse de lleno a la ganadería. Desde entonces, su foco fue la recría a pasto y terminación a corral con agricultura bajo riego, un sistema intensivo apoyado en alfalfa y maíz, con una escala que fue creciendo hasta alcanzar unas 1.200 cabezas. A sus 39 años, Agustín se ha convertido en una referencia técnica en la zona.

Pero la historia se ha vuelto desafiante. La relación venta de gordo/compra de ternero se deterioró como pocas veces antes. El negocio de la recría y terminación (base de su crecimiento) dejó de cerrar. La ecuación, que durante años sostuvo la expansión de su proyecto, ahora lo empuja a repensar el sistema. Y es allí donde aparece la novedad: una inusual experiencia de recría en secano, en pleno monte norpatagónico, donde el pasto natural y las lluvias no suelen abundar.

Aprovechando el buen régimen de precipitaciones de los últimos meses y un campo recientemente adquirido, Paniz llevó parte de sus terneros fuera del sistema bajo riego, buscando reducir costos y descomprimir las chacras en invierno. “Es una experiencia piloto, pero creemos que puede ser más económica. Estamos probando si el monte puede darnos una recría razonable, con menos gasto de reservas y una carga más liviana en las chacras.”

Recría y terminación en la Patagonia


Las chacras de Paniz en el Idevi (unas 500 hectáreas bajo riego) están sistematizadas con precisión. Allí produce alfalfa pura y maíz, base de un esquema que combina recría a pasto y terminación a corral. “Compro terneros livianos, de 160 a 180 kilos. Los llevo a 280 o 300 kilos con alfalfa y silaje, empiezo con grano al final de la recría y después los paso al corral con maíz y concentrado. Los terminamos en 380 a 400 kilos para el frigorífico Bragoli, de Gaiman”, explica.

El manejo es minucioso. En recría, apunta a ganancias diarias de 800 gramos por animal, un número que logra con pastoreo rotativo sobre alfalfa cortada y oreada, una técnica que reduce el riesgo de empaste. “En estos sistemas, si no ganás arriba de 700 gramos, los costos te comprometen. Por eso somos muy cuidadosos con los detalles”, dice. Los rendimientos de forraje acompañan esa exigencia: lotes que producen entre 9.000 y 18.000 kilos de materia seca de alfalfa por hectárea.

Recría sobre alfalfa cortada y oreada. Foto: Juan Thomes.
Recría sobre alfalfa cortada y oreada. Foto: Juan Thomes.

En cuanto a la estructura de trabajo, un encargado de hacienda, un operario de maquinaria, un regador y una asistente administrativa son los colaboradores. Todo, excepto la cosecha de maíz y las pulverizaciones, se hace con maquinaria propia: sembradora, cortadora, enrolladora, tractores, rastras. “Nos vimos obligados a tener todo el equipamiento, porque los servicios contratados a veces llegan tarde o son caros. Así ganamos independencia y control de tiempos”, comenta su hermano Esteban Paniz, quien lo acompaña en el manejo diario.

Esa apuesta a la infraestructura se combinó con una decisión estratégica: pasar de alquilar a trabajar en tierra propia. En el último año, Agustín adquirió una chacra bajo riego que venía explotando como arrendatario y, además, un campo de 2.500 hectáreas de secano en las afueras de Viedma. “Me pareció un buen momento porque la relación entre el valor del kilo vivo y el de la tierra era razonable. Así que vendí parte de la hacienda para hacer la compra.”

La estrategia ante el ternero cerca de los $5.000


La alarma en la ecuación del negocio se encendió este año. Rodrigo Núñez, presidente de la Sociedad Rural de Viedma, lo resume así: “El ternero está extraordinariamente caro. En el último remate, del 9 de octubre, los terneros de 200 a 230 kilos se vendieron entre $5.170 y $5.350 el kilo vivo, y los más chicos, de 140 a 180 kilos, entre $5.400 y $5.650. En cambio, el gordo ronda los $3.600 a $3.700. Con esa brecha distorsionada, el engorde dejó de ser negocio. Hoy el engordador pasó a ser casi un eslabón industrial, no productivo.”

Recría en el campo de secano de Agustín Paniz.
Recría en el campo de secano de Agustín Paniz.

Si bien Paniz compra el ternero particular a un precio menor, el diagnóstico coincide. “Durante años, la recría y terminación fue un negocio rentable porque el costo del ternero era lógico respecto al precio del gordo. Hoy ya no lo es, y por eso empecé a mirar alternativas para hacer el sistema más sostenible”, confiesa.

La respuesta fue audaz: recriar en el campo de secano, aprovechando el repunte de lluvias y la disponibilidad de pasto natural para reducir el costo de esa etapa. En mayo llevó 300 terneros al monte, buscando mantenerlos hasta octubre y devolverlos a las chacras para completar la recría y la terminación. “La idea es usar el secano para descomprimir la chacra en invierno, cuando la alfalfa entra en latencia. Las reservas se encarecen mucho y el frío pega fuerte en zonas bajo riego. En cambio, el monte es más seco y abrigado”, explica.

Los hermanos Paniz sobre un alfalfar en una de las chacras bajo riego. Foto: Juan Thomes.
Los hermanos Paniz sobre un alfalfar en una de las chacras bajo riego. Foto: Juan Thomes.

Sabe que no es común. “En esta zona casi nadie recría en secano, por la baja oferta de pasto. Pero este año el campo está lindo, llovió bien y los animales se ven en buen estado. Cuando pasen por la balanza veremos si vale la pena.

De funcionar, podría ser un cambio de paradigma en el Valle Inferior: trasladar parte de la recría a zonas de monte natural. “Si no funciona, el campo pasará a ser 100% de cría. Pero queremos probar”, avisa Agustín.

Ganadería en Río Negro: nuevo mercado, nuevo sistema


El deterioro de la rentabilidad llevó a Paniz a repensar su estructura. Redujo el rodeo (en parte, para financiar la compra de campos) y decidió volver a la cría, instalando unas 100 vacas madres en el secano.

En paralelo, incrementó la superficie con maíz, tanto para asegurar reservas como para obtener un producto dolarizado. “Vemos más rentable el maíz que la recría o la terminación. Además, este año hubo problemas para vender el pasto. Así que decidimos hacer más maíz grano”, detalla.

Paniz maneja alrededor de 1.200 cabezas. Foto: Juan Thomes.
Paniz maneja alrededor de 1.200 cabezas. Foto: Juan Thomes.

También evaluó otras alternativas: recría a corral, exportación y remolacha forrajera. Pero por ahora no avanzará. “La recría a corral requeriría una inversión grande en mixer y equipamiento. Y con las tasas actuales, no es el momento”, argumenta. Sobre la remolacha, reconoce su potencial. “Tiene un costo alto de implantación y producción, pero bajo de manejo animal. A futuro la vemos muy bien, pero hoy no estamos preparados para incorporarla.

Una de las ventajas que sostiene su estructura es Agropaniz, la unidad comercial que maneja junto a su hermano Esteban. Desde allí venden semillas e insumos, con foco en el servicio personalizado. “Nos basamos en la experiencia de Agustín en la semillera. Nuestro fuerte es el maíz, y las pasturas en menor medida”, explica Esteban. “Hacemos servicio puerta a puerta. Si el productor quiere dos bolsas de alfalfa, vos tenés que salir a llevárselas. Si el productor está sembrando en Guardia Mitre y tuvo algún problema, hay que ir a Guardia Mitre a darle una mano. Esto funciona así”, agregó.

Alfalfa, parte importante del sistema de los Paniz. Foto: Juan Thomes.
Alfalfa, parte importante del sistema de los Paniz. Foto: Juan Thomes.

Los hermanos Paniz le han sumado valor a las chacras donde trabajan, con infraestructura: hicieron corrales, callejones y oficinas donde antes sólo había una tapera. “Lo sistematizamos todo nosotros”, cuenta Esteban. “La idea es tener la hacienda cerca, verla todos los días, anticiparse a los problemas. En sistemas tan intensivos, eso hace la diferencia”, indica Esteban mientras mira a los animales pastoreando a metros de la oficina.

Mientras tanto, Agustín sigue atento a los resultados de su nueva apuesta en el monte. “Queremos ver si este sistema mixto (riego y secano) puede sostenerse. No pretendemos sacar el mismo rendimiento que bajo riego, pero sí abaratar el kilo producido. Si lo logramos, será un paso importante.

La historia de Paniz condensa el espíritu del productor patagónico: combinar conocimiento técnico con intuición y coraje para reinventarse. En un contexto de márgenes apretados, él busca en el monte, en el riego y en la diversificación las herramientas para seguir adelante. Como dice: “El campo siempre te pone a prueba. La clave es no quedarse quieto”.

Redacción

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