¿A qué se deberá el éxito de las películas sobre boxeo, artes marciales o artes marciales mixtas, como es La Máquina: The Smashing Machine, con Dwayne Johnson? Todas por lo general pivotean entre el filme deportivo y el drama de la biopic.
Tal vez el secreto se encuentre en esto último. No son películas sobre un deporte, o un equipo, sino que se terminan centrando en un individuo y en su épica, en su momento de gloria y su decadencia, su esfuerzo, dedicación y los golpes, físicos e internos.
Quizá sea más sencillo empatizar con una persona: con Rocky Balboa, con Randy, el papel de Mickey Rourke en El luchador, o el del algo irreconocible Dwayne Johnson en La Máquina, por la que no sería descabellado pensar que La Roca consiga una nominación en la inminente temporada de premios.
Es que el actor de Black Adam (uff…), Jumanji, Rascacielos: Rescate en las alturas y varias de Rápidos y furiosos logra lo que nunca hizo, y quizá jamás se propuso: despojarse de La Roca y ser otro personaje.

Mucho se ha hablado de la transformación física de Johnson. Si bien no es que esté del todo irreconocible, la peluca y cierto aporte del departamento de maquillaje ayudan a, precisamente, maquillar su rostro y dejarnos convencer de que Johnson es Mark Kerr.
Kerr es una figura real, alguien que mucho tuvo que ver con catapultar al reconocimiento internacional a la MMA (Artes Marciales Mixtas). La película prácticamente lo sigue durante 13 años, desde que dio su primer combate -y responde en una entrevista lo que significa para él ganar, mientras vemos cómo le destruye la cara a un oponente- hasta su eventual ocaso.
Las películas en las que seguimos a un boxeador o a un luchador tienen su propia lógica, pero eso no es un defecto, sino que le devuelven verosimilitud, una realidad a sus historias.

Kerr ascendió gracias a su físico, su fortaleza y también su cabeza hasta lo imprevisible, pero su adicción a los opioides y la relación con su novia Dawn Staples (Emily Blunt), de una toxicidad exasperante, hicieron el resto.
Lo que logró el director
Aquí hay que hacer un paréntesis y nombrar a Benny Safdie (León de Plata al mejor director en Venecia por esta película), quien había conseguido lo mismo que Paul Thomas Anderson con Adam Sandler en Embriagado de amor, cuando lo dirigió con su hermano Josh en Diamantes en bruto.

Dawn es como el frontón con el que pelotea su vida Mark, que es un tipo como Rocky: jamás le levantaría la mano a su amada y no solo porque sabe que si lo hiciera la destrozaría. Que Blunt y Johnson ya hayan trabajado juntos en una película muy diferente (Jungle Cruise, de Disney) al menos les ha servido para congeniar, y fabricar o mejorar esa química necesaria para que la relación de sus personajes se sienta así, creíble.
La de La Máquina es también una historia de amor de un ganador nato, o tal vez innato, un tipo terriblemente competitivo, que es también un perdedor. Un grandote que es capaz de llorar casi como un niño.

Es que Kerr no ha dejado de combatir jamás, dentro del ring y afuera, dentro de su vida.
Las imágenes del final, muestran al verdadero Mark Kerr en una situación muy lejana a su ambición. No, no vamos a spoilear, es mejor que lo disfruten sin pista alguna.
“La Máquina: The Smashing Machine”
Muy buena
Drama. Estados Unidos / Japón / Canadá, 2025. 123’, SAM 16. De: Benny Safdie. Con: Dwayne Johnson, Emily Blunt, Ryan Bader, Raja Flores. Salas: Cinemark Palermo, Hoyts Abasto y Unicenter, Cinépolis Recoleta, Houssay y Pilar, Showcase Belgrano y Quilmes.