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viernes, mayo 30, 2025

Por qué cuidar la salud de nuestras encías también nos previene de tener mal aliento

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Luis Bueno*
El mal aliento es, por desgracia, más frecuente que lo que podemos imaginar. En promedio tres de cada 10 personas lo padecen (y lo hacen padecer a otros). En un equipo de profesionales competentes este problema tiene rápida solución, pero si no se trata, el mal aliento se puede convertir en crónico.

Además de los problemas sociales que esto genera, también puede llevar a otras consecuencias, y en algunos casos incluso causar problemas para la salud.

El término profesional para el mal aliento es halitosis y según la Sociedad Española de Periodoncia se trata de “el conjunto de olores desagradables u ofensivos que emanan de la cavidad bucal, independientemente de cuál sea su origen”.

¿Cuáles son sus causas? Se trata de gases que se encuentran en la boca, que son el resultado de la fermentación de proteínas, péptidos y aminoácidos, que contienen sulfuro.

Junto a bacterias, saliva, sangre, fluido de la encía, células muertas, células epiteliales descamadas —y por supuesto cualquier resto alimentario retenido entre los dientes y encías— da como resultado ese fétido aroma que puede emanar de la boca.

En prácticamente todos los casos, entonces, la causa está en la boca (hay excepciones, pero no entraremos en ellas aquí). Y seis de cada 10 casos de mal aliento están asociados a algún tipo de enfermedad de las encías: gingivitis y periodontitis o periimplantitis.

Una de las consecuencias primarias del tratamiento de estas enfermedades es la erradicación del mal aliento. En este sentido, el papel del periodoncista es fundamental en su control.

Padecer mal aliento acarrea consecuencias psicológicas y de comportamiento que pueden afectar a la calidad de vida y la autoestima de los pacientes. Las más frecuentes y serias son:

  • Problemas de autoestima en las relaciones personales, de pareja e incluso laborales.
  • Cuadros de ansiedad, estrés y depresión en los casos de mal aliento continuado y severo.
  • Limitación de la comunicación oral especialmente en lugares más pequeños o cerrados. En otras palabras, la persona deja de ser sociable y se hace introvertida o incluso huraña.
  • Mayor distanciamiento interpersonal.
  • Tiempo de respiración más corto.

En cuanto al tratamiento a este problema, el primer paso es confirmar con un periodoncista que la causa esté en la boca.

Si la causa está ahí, entonces debe hacerse un diagnóstico del estado de las encías. Si se confirmara que el paciente tiene gingivitis, periodontitis o periimplantitis, el periodoncista indicará cuáles son los pasos a seguir en cuanto al tratamiento específico.

Hay que tener presente que se trata de infecciones que no solo se quedan en la boca, sino que a menudo pueden dar pie para el desarrollo de otras más graves como diabetes, cardiopatías, cáncer, disfunción eréctil o el Mal de Alzheimer, como ya hemos abordado en columnas anteriores.

Como también ya hemos consignado, hay que tener presente que las encías no pueden sangrar al cepillarte los dientes. Ese sangrado es un indicador de enfermedad de tus encías.

Enjuague bucal.jpg
Un enjuague bucal puede contribuir a la higiene de la boca.

Foto: Commons.

¿Cómo pueden prevenirse éste y otros problemas en las encías? Una forma comprobada es cuidar la higiene dental a diario: cepillate los dientes al menos dos veces al día, sin olvidar la higiene entre ellos (hilo dental o cepillo interproximal).

A eso se le puede sumar la higiene de la lengua con cepillo especial para higiene de lengua y enjuagues bucales recomendados por tu odontólogo, que no den lugar a mancha de los dientes.

Fumar.jpg
Fumar no le hace nada bien a tu aliento. O a tu salud.

Foto: Commons.

Más allá de eso, hay que intentar dejar de fumar. Eso redundará no solo en beneficio de tu boca y tu aliento. También le hará bien a tu sistema respiratorio y cardiovascular.

En todos los casos, hay que seguir las recomendaciones del periodoncista. Un buen aliento es un buen síntoma de salud y poder conversar sin temor a que la otra persona perciba un aroma desagradable, solo mejorará nuestra calidad de vida.

*Periodoncista y docente universitario

Redacción

Fuente: Leer artículo original

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