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Por qué el 2026 marca el nacimiento de una nueva era

Bea Leveratto es una de las astrólogas más reconocidas de la Argentina y una referente indiscutida en la formación astrológica en el mundo hispanohablante. Fundadora y directora de la Escuela Considerar, autora de varios libros, lleva más de dos décadas dedicada a la enseñanza, la investigación y la divulgación astrológica como una herramienta de conciencia, autoconocimiento y lectura profunda del tiempo colectivo y personal.

Con una mirada clara, sensible y rigurosa a la vez, Bea se ha destacado por tender puentes entre la astrología tradicional y los desafíos contemporáneos, acercando el lenguaje simbólico a nuevas generaciones de estudiantes, terapeutas y buscadores de sentido. Su enfoque pone el acento en una astrología viva, encarnada, capaz de dialogar con los grandes movimientos históricos y, al mismo tiempo, con los procesos íntimos de cada persona.
En esta entrevista, comparte su lectura sobre los tránsitos que marcarán el 2026 y reflexiona sobre el profundo cambio de conciencia que se está gestando a nivel colectivo que comenzará a impactar en lo individual. 
Se habla del 2026 como un año bisagra. ¿Qué lo vuelve tan especial desde lo astrológico?
El 2026 tiene un evento verdaderamente único: la conjunción entre Saturno y Neptuno en el grado cero de Aries. Saturno y Neptuno se encuentran aproximadamente cada 33 o 35 años, pero no hay registro histórico de que lo hayan hecho en el grado cero de Aries. Estamos hablando de un punto de inicio absoluto, un “big bang” simbólico.  Saturno, como último planeta visible, hace consciente, visible y tangible aquello que Neptuno representa: la sensibilidad, la empatía, lo universal, lo espiritual. Por eso hablamos de una nueva realidad que nace, no solo a nivel individual sino colectivo.
Otros astrólogos hablan directamente del “nacimiento de una nueva era”. ¿Coincidís con esa mirada?
Sí, aunque sin caer en una mirada apocalíptica. Creo que como humanidad venimos de un gran sacudón, pero esta conjunción propone algo distinto: una realidad que tenga alma. Ya no va a ser sostenible hacer cosas solo por obligación, por inercia o por ambición vacía. Saturno–Neptuno en Aries nos pide acciones alineadas con lo que sentimos genuinamente, con conciencia solidaria. El deseo personal tiene que estar conectado con algo más grande.
En ese sentido, hablás de una nueva forma de la energía ariana. ¿Cómo la ves?
Aries suele asociarse a la acción impulsiva, reactiva. Pero esta vez veo una energía de acción más sensible, más conectada con el sentir. Una especie de “masculinidad sensible”, entendida no desde el género, sino como energía arquetípica: animarse a actuar desde lo que tiene alma, asumir riesgos por lo que nos conmueve de verdad. No se trata de ir a la guerra, sino de iniciar desde la conciencia.
También mencionás un cambio ético profundo, incluso a nivel social.
Totalmente. Hay una frase de Juan Carlos Gómez, astrólogo colombiano, que me parece brillante: “Se termina el tiempo de exigir solo derechos humanos y empieza el tiempo de hacernos cargo de los deberes humanos”. Eso es muy Saturno–Neptuno: responsabilidad emocional, conciencia colectiva, empatía puesta en acción.
Otro tránsito clave es la entrada definitiva de Urano en Géminis. ¿Qué implica eso?
Urano en Géminis marca una revolución en la comunicación, la enseñanza y los vínculos. Su ciclo es de 84 años, y si miramos hacia atrás, estuvo en Géminis entre 1941 y 1949, en plena Segunda Guerra Mundial. En ese período se aceleraron enormemente los avances en comunicación, cifrado, tecnología, radares, aviones. Hoy, sin guerra mundial declarada, vemos algo similar: un salto cuántico en inteligencia artificial, robótica, tecnología y formas de transmitir conocimiento.
¿Cómo impacta esto en la educación?
La enseñanza necesita modernizarse profundamente. Los chicos hoy están aprendiendo contenidos que probablemente no van a necesitar en 20 años. Urano en Géminis propone aprendizaje más libre, más dinámico, donde la tecnología sea protagonista y donde aprender sea un proceso vivo, no rígido.
¿Y qué rol juega Plutón en Acuario en todo este escenario?
Plutón en Acuario termina de sellar este cambio de era. El poder deja de estar concentrado y pasa a distribuirse en redes, grupos y comunidades. Es interesante porque tenemos un “yo” muy fuerte con Aries, pero ese yo tiene que volcar sus dones al nosotros. Del yo al colectivo. Esa es la gran consigna.
En esta nueva era acuariana, ¿qué lugar ocupa la astrología?
Un lugar central. La astrología es acuariana por naturaleza: simbólica, integradora, vanguardista. Creo que hoy cumple una función casi espiritual, en el sentido etimológico de la palabra religión: volver a ligarnos con el cielo, con el sentido. Las religiones tradicionales ya no dan respuestas a muchas personas, y la astrología aparece como un lenguaje que toca el alma, que ordena, que alivia. Mucha gente dice: “¿Cómo nadie me explicó esto antes?”. Y ese alivio es real.
En tu caso creaste y dirigís la Escuela Considerar. ¿Por qué recomendarías hoy estudiar astrología?Consideral tiene más de 25 años de trayectoria. Hay mucha experiencia pedagógica y un compromiso profundo con los alumnos. En mi rol intento transmitir la astrología de forma clara y accesible; no creo que tenga que ser algo inaccesible o críptico. En este contexto de cambio de era, formarse en astrología no es solo aprender una técnica: es aprender a leer el tiempo que estamos viviendo.
En tu forma de enseñar aparece muy fuerte la idea de “hacer comprensible” la astrología. ¿Por qué es tan importante eso para vos?
Porque hoy la técnica, en gran parte, ya está resuelta. Antes levantar una carta natal implicaba un trabajo matemático enorme, dibujarla a mano, hacer cálculos. Hoy las computadoras y los celulares hacen eso de manera inmediata. Entonces el verdadero desafío no está ahí, sino en cómo traducimos ese lenguaje simbólico para que el otro lo pueda entender.La astrología no sirve si queda encerrada en un código que solo entienden los astrólogos. Tiene que poder ser dicha, comunicada, encarnada.
¿Qué tipo de realidad imaginás que se abre a partir de ese momento?
Una realidad que tenga alma. Ya no va a ser tan posible vivir desconectados de lo que sentimos, de lo que nos conmueve, de lo que nos da sentido. Por eso creo que lenguajes simbólicos como la astrología y el tarot van a ser cada vez más necesarios. Durante mucho tiempo se los asoció al oscurantismo, a algo marginal, pero en realidad hacen bien, sanan, ordenan, devuelven sentido espiritual. Ayudan a comprendernos y a ubicarnos en el tiempo que nos toca vivir.

Redacción

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