La novela romántica sigue siendo uno de los géneros literarios más leídos y amados en todo el mundo. Aunque su origen se remonta al siglo XVIII, hoy vive un renacimiento que combina tradición con modernidad, abriendo sus páginas a nuevas sensibilidades y contextos. Desde historias ambientadas en épocas pasadas hasta romances contemporáneos que se desarrollan en el vertiginoso mundo del deporte o los intrincados escenarios de la política y el misterio, estas narrativas siguen explorando la emoción universal del amor. En un contexto donde los vínculos se redefinen constantemente, estas obras encuentran formas frescas y relevantes de conectar con los lectores.

Este resurgir también se refleja en la expansión de los subgéneros románticos y en el creciente interés por clubes de lectura y rondas literarias que celebran tanto los clásicos como las obras más actuales. Novelas que mezclan el romance con el thriller, el fantasy o incluso la Fórmula 1 están marcando tendencia, mostrando cómo este género, a menudo subestimado, puede adaptarse a los cambios culturales y emocionales de nuestra era.
Con personajes que desafían mandatos y escenarios que abrazan la diversidad, las novelas románticas nos invitan a reflexionar sobre el amor en todas sus formas, manteniendo su lugar como un pilar esencial de la literatura universal.
La persona menos pensada
“Lo he escuchado muchas veces: usar el móvil no debería ser lo primero que haces en la mañana porque las noticias, las redes sociales y los correos electrónicos interfieren en las fases naturales del despertar y generan estrés. Y así es cómo justifico la furia que me invadió una mañana, cuando lo primero que hice al despertar fue encender mi celular y enterarme de que Danny Horst y Annabel Lily estaban saliendo”, empieza Comedia romántica (VR Editoras) de la escritora estadounidense Curtis Sittenfeld. En esta historia, una escritora de comedia que cree que ya no podrá enamorarse, encuentra el amor en la persona menos pensada.
«El amor interesa siempre, es uno de los grandes temas universales que recorren la literatura de todos los tiempos. La novela romántica contemporánea se hace cargo de su época y pone en primer plano los conflictos del presente: la transformación en la dinámica de los vínculos, la caída de los mandatos, el empoderamiento femenino, las nuevas sensibilidades. Y como los conflictos son otros –ya no hay terceros o terceras en discordia, el matrimonio no coincide necesariamente con el “The end” de la ficción ni todo el deseo de los protagonistas está puesto en conquistar el amor del otro–, aparecen los subgéneros para potenciar la acción e invaden la ficción romántica, que convive en armonía con el thriller, el policial de investigación, el fantasy y hasta con la inspiración. En ese sentido, es interesante cómo se revitaliza un género al que en general se mira con cierto desdén y también el tipo de lectoras (y lectores) que genera, entrenadas, versátiles en la fluctuación entre los diferentes registros que asume la ficción», dice a Clarín, Susana Estévez, editora de VR Editoras.
En ese sentido, en Tan rápido como quieras (Penguin), Flor Zimmerman le da vida a Victoria, una joven periodista que tiene el desafío de viajar a Italia para cubrir la temporada de Fórmula 1 donde conoce al corredor Guido Brunelli, un piloto nuevo que está causando sensación en el mundo.

Reflexionar sobre las emociones
“La novela romántica nos permite explorar miles de historias que, por nuestras limitaciones geográficas, temporales o incluso morales, jamás podríamos vivir. Nos hace reflexionar sobre las emociones humanas más básicas y universales. También nos invita a conversar sobre temas tabú. Esto nos permite ver que no somos los únicos con determinas problemáticas y nos hace sentirnos acompañados. Además, nos hace ser más empáticos con los demás, al conocer nuevos puntos de vista. Nos ayuda a poner los sentimientos en palabras y visibilizar distintas formas de amar y vincularse”, dice Zimmerman.
Según su autora, Tan rápido como quieras amplía las fronteras del género, al integrar el romance con un ámbito deportivo, incursionando en el subgénero de los sport romances.
Esta novela confronta el vertiginoso mundo de la Fórmula 1, que avanza a toda velocidad, con el plano emocional de los personajes: “Dos lenguajes diferentes, que tienen en común la pasión y la adrenalina. Otro elemento interesante es que es una historia de amor alrededor del mundo. La F1 pasa por distintos países y los recorremos junto a los personajes. Se trata de una novela fresca y juvenil, de capítulos cortos, que se lee a 350 km/h”.
Y si de novela romántica se habla, los libros de Florencia Bonelli abrieron un camino a las novelas de amor vinculadas con la historia en diferentes lugares del mundo. En La Casa Neville, yo soy el viento (Planeta), que cierra la trilogía protagonizada por la joven Manon Neville, se tejen traiciones, conspiraciones, misterios y peligros que terminan siendo superados por el poder del amor.
En palabras Bonelli: “Enamorarse es parte del ser humano; el enamoramiento creo que es una de las situaciones más lindas que siente una persona”. En esta trilogía, la Casa Neville es el Banco más importante no solo del Reino Unido sino de Europa y si bien está ambientada en el siglo XIX, es una mujer, Manon Neville, quien está al frente de la institución financiera.

Si bien el origen del género se remonta al siglo XVIII, su vigencia es atemporal: títulos clásicos como Romeo y Julieta, Orgullo y prejuicio, Mujercitas, Cumbres borrascosas, La edad de la inocencia, Jane Eyre, Emma, Sensatez y sentimiento se siguen leyendo en la actualidad, así como las novelas de escritoras latinas como Agua para chocolate de Laura Esquivel o los libros de Isabel Allende o Marcela Serrano.
Furor en ventas
La colección de Novelas Eternas, que recoge esas historias, fue furor en ventas y cuando salió la primera, las adolescentes, sobre todo, recorrían los kioscos de revistas en búsqueda de esos títulos.
“Retratan cómo era el matrimonio durante el siglo XIX: era una propuesta económica en la que la mujer era considerada un objeto social y se le atribuía cierto valor según su familia, posición económica, modales y belleza”, dice Lola Domínguez, que con sus casi 15 años espera el mensaje del diariero del barrio para correr a comprar la novela que sigue.
“Me gustan por cómo cuentan la historia, de una manera romántica y porque aprendo al mismo tiempo en que me intereso por el relato”, dice Lola.
La última novela de Isabel Allende El viento conoce mi nombre (Penguin) trata sobre las migraciones forzadas y el dolor que conllevan. La propia autora, que hoy tiene 80 años, sufrió en carne propia el destierro y hoy lleva adelante una Fundación que trabaja con migrantes y refugiados.
Su primera novela La casa de los espíritus (que la convirtió en la autora en español más leída del mundo) la escribió a sus 40 años exiliada en Venezuela luego del golpe de Pinochet en 1973.
Chilco (Planeta), de la también escritora chilena Daniela Catrileo, bien podría considerarse dentro del género: cuenta la historia de una pareja que sobrevive en el centro de la Capital, pero que no logra acostumbrarse y sentirla como un hogar.

Marina, la narradora, es nieta de una migrante peruana y trabaja en el archivo del Museo de Historia Natural y Social, al tiempo que Pascale lleva la tradición de su familia lafkenche de la isla de Chilco, al sur del país, subsistiendo gracias a trabajos de carpintera. Es una novela sobre el amor, la amistad, el deseo y la rebeldía.
La escritora cordobesa Viviana Rivero es otra fiel exponente del género. Su novela Los soles de Santiago (Planeta) recorre la historia de dos mujeres que entrelazan dos momentos históricos: el año 31 A.C y el 2055. Las une el tránsito por Santiago de Compostela y su lucha por lograr un mundo mejor, con más empatía y cuidado de la tierra; y por supuesto, una historia de amor.

Gabriela Exilart es otra escritora que se acerca a la novela romántica. En Los hijos de la cosecha (Penguin) se interna en la selva misionera para darle cuerpo a una historia de amor que transcurre durante la llamada Masacre de Oberá (cuando la policía asesinó a trabajadores y colonos rurales, en su mayoría ucranianos, rusos y polacos durante una protesta pacífica por las condiciones laborales y salariales en el trabajo de la yerba mate en 1936).
El subgénero sobre erotismo
Dentro de la novela romántica existe el subgénero sobre erotismo y Alguien que no soy (Penguin) de la escritora española Elísabet Benavent, autora de la saga sobre Valeria que llegó a Netflix y fue de las series más vistas, quizá sea la más leída en este momento.
Cuando Alba, la protagonista, es despedida de su trabajo como periodista, siente que el mundo se cae a sus pies. Gracias a una amiga consigue un trabajo como secretaria y en uno de sus viajes en subte conoce a un hombre que la introduce en el universo del placer de los sentidos.
La pequeña tienda de los corazones felices (Newton Compton Editores), de la escritora inglesa Ali McNamara también merece la pena ser señalado. Cuenta la historia de Kate, que luego de abrir una tienda de antigüedades en la costa de Cornualles, encuentra una historia de amor pintada en cuadros y zurcida en bordados.
Las descubre con la ayuda de Jack, el dueño de un negocio de arte cercano. A medida que van descubriendo esa historia del pasado, se va tejiendo entre ellos una relación de amor con similitudes a la que revelaron: una historia digna de lectura de verano.
Antes y después de la pandemia crecieron y se multiplicaron en el país los clubes o las rondas de lectura. Hace 7 años, Miriam Molero, periodista cultural, puso en su Twitter una invitación a leer clásicos de manera colectiva.
“Lo único que necesitas es ganas de leer y buena onda. El primero fue hace 7 años cuando puse un tuit que invitaba a leer clásicos del siglo XIX, con los que yo tengo fascinación y comenzaron a contestarme y estuvieron entre ellos Leo Calderoni, que estuvo muchos años, Vanina Giganti, que sigue, Gonzalo Heredia estuvo al principio. En la primera reunión éramos 7 personas y propuse Guerra y Paz de Tolstoi, porque amo la literatura rusa. También leímos el Ulises de Joyce, con el que sufrimos y nos apasionamos. Leer en conjunto aporta muchísimo por la visión de los demás”, dice Molero.

Para la periodista, comenzar a hacer los encuentros virtuales durante la pandemia fue positivo porque se sumó gente de otros países: “Y de todas las profesiones u oficios. Si somos todos del mismo sector no hay tanto crecimiento en la lectura, pero de esta manera hay aportes muy interesantes. Dentro de los clásicos te podés encontrar con novelas románticas como Jane Austen o la novela de de la hermana Brönte más chica, La inquilina de Wilfell Hall, que es muy diferente a Cumbres Borrascosas. Hemos leído Ana Karenina, también de Tolstoi, que es un melodrama por antonomasia. Estos grupos de lectura son mixtos porque los clásicos despiertan mucho interés”. Para sumarte podes escribir al tuiter y al instagram de Molero: @Mirimolero.
Para chicos y adolescentes
Cris Peuscovich coordina Leoleo, un taller de lectura y creatividad literaria para niñeces y adolescencias y está trabajando en la inauguración de una casa de letras y biblioteca que se llamará Casapuente, en Parque Chas.
“En la Ronda leemos principalmente literatura que se publica actualmente en Argentina. Aunque, de vez en cuando, me tiento con algún libro que viene de décadas anteriores y siento que me dan muchas ganas de ponerlo en conversación con las lectoras. Las rondas empezaron como una suerte que me llegó. Una amiga coordinaba conversaciones sobre teatro y me comentó que conocía a un grupo de mujeres que estaban buscando a alguien que las acompañara con las lecturas. Y me tiré de cabeza: a mí me gusta leer pero más me gusta leer con otras personas”, dice Cris.
Hasta ese otoño de 2021 solo lo había hecho con niñeces y adolescentes en Leoleo, su taller de creación literaria. Pero luego comenzó a hacerlo con adultas: “Ese primer grupo estaba conformado por señoras más grandes que yo, muchas ya abuelas, inmensas mujeres lectoras de las que aprendí muchísimo. Y que me animaron a ir invitando a otras personas a reunirse, cuenta Peuscovich.
Actualmente coordina dos grupos en la librería Macondo, de su amiga Graciela Ocampo, en General Rodríguez. En 2024, dice Cris, “el hilo del que fuimos tirando y que tejió la red de lecturas compartidas tuvo que ver con los vínculos, las relaciones, el amor romántico, filial, de madres, familia y amigos. Veremos con qué se viene el 2025: seguro que lleno de pasión lectora”.