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Ensayo
Las nominaciones a la mejor película y a la mejor actriz por “Aún estoy aquí” han inspirado orgullo nacional en un país cuya cultura ha sido ignorada durante mucho tiempo.
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Por Jack Nicas
Jack Nicas, corresponsal en Brasil, es un amante del cine y la música brasileños. Recomienda la discografía de Tim Maia. Reportó desde Río de Janeiro.
Las calles de Río de Janeiro se han llenado de imitadores de Fernanda Torres.
Beben cerveza, llevan en las manos estatuillas del Oscar de plástico y pronuncian los improvisados discursos de aceptación que esperan que su ídola, la actriz brasileña Fernanda Torres, pronuncie el domingo por la noche en los Premios de la Academia.
“Es el auge de la fama en Brasil: convertirse en un disfraz de Carnaval”, dijo Torres en un festival de cine celebrado en California este mes, refiriéndose a sus numerosos imitadores durante las celebraciones previas al Carnaval de las últimas semanas.
Torres ya era muy famosa en Brasil, pero ahora se ha convertido en la estrella nacional del momento por haber logrado algo que durante mucho tiempo ha eludido a la mayoría de sus compañeros y predecesores: el reconocimiento internacional.
Desde que ganó el Globo de Oro a la mejor actriz el mes pasado, ha hecho campaña internacional para los Oscar por Aún estoy aquí, la película brasileña sobre una madre de cinco hijos que se enfrenta a la desaparición de su esposo durante la dictadura militar de Brasil.
Torres está nominada como mejor actriz, mientras que la película participa en la contienda por el premio al mejor largometraje internacional y —por primera vez para una película brasileña— a la mejor película.
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