Hernán Drago contó su especial vínculo con Bariloche y reveló por qué sueña con morir en la Patagonia.
En medio de reflejos de claridad e introspección, Hernán Drago, reconocido modelo argentino, ha compartido recientemente un sueño que alimenta su espíritu desde hace mucho tiempo: su deseo de mudarse a Bariloche, una ciudad que para él resplandece con un significado especial. Esa región de Los Andes, con su aire fresco y paisajes sublimes, representa para Drago no solo un escape sino una reinvención integral de su vida.
El vínculo que Hernán Drago ha forjado con Bariloche es íntimo y antiguo. Todo comenzó hace años, con un simple viaje de egresados, donde los paisajes ya sembraron en él una semilla de pertenencia. Aquella primera impresión se convertiría con el tiempo en un deseo latente de establecer su última morada en ese rincón mágico del mundo. Reiniciado cariño por sus parajes naturales, Drago y su entonces esposa, Bárbara Cudich, comenzaron a frecuentar el lugar hasta que decidieron firmar su amor eterno al pie del Cerro Otto, en cuya cima reside una cabaña con vistas espectaculares que hoy pertenece al modelo.
A pesar de la belleza escénica que ofrece Bariloche, Drago siente una llamada más profunda. Esta no es simplemente una elección paisajística, sino una afirmación sobre cómo desea vivir sus años por delante. «Mi ambición no es otra que hacer de Bariloche mi hogar, no cuando mi vitalidad esté menguando, sino ahora que estoy en plenitud, dispuesto a saborear cada momento», comentó en una conversación franca con Alejandro Fantino. Tras años de recorrer la senda de la moda y la televisión, Hernán Drago dejó ver que aspira a más que fama: busca tranquilidad y la riqueza del contacto con la naturaleza.
La pandemia jugó un papel crucial en esta reorientación vital: separarse tras dos décadas de matrimonio y sobrevivir al COVID-19 le otorgó una perspectiva renovada. Encontró en ese antifonario de reflexiones una forma de reevaluar sus gestos futuros nacidos junto a la naturaleza beneficiaria de la Majestuosa Patagonia. Sus palabras resuenan con la resonancia de quien ha decidido ya su camino, alguien que ha tomado en cuenta las lecciones de un mundo cambiante y prefiere abrir un nuevo capítulo.
Hernán Drago concluye su reflexión asumiendo una despedida de lo que podría haber sido y abrazando lo que desea que sea. «Sé que no nací en Bariloche, pero estoy absolutamente convencido de que he de cerrar allí mi ciclo vital; es mi deseo apreciar la majestuosidad de este entorno cuando aún poseo la energía para recorrerlo». Siguiendo una línea filosófica cargada de determinación, la historia de Drago es un homenaje a la vida vivida con autenticidad y a los lugares que nos llaman al alma.