En Corea del Sur, la juventud es mucho más que una etapa de la vida: es un ideal profundamente arraigado en la identidad cultural. Con el paso del tiempo, esta creencia ha dado forma a normas sociales, estéticas y profesionales, donde lucir joven se traduce en respeto, oportunidades y aceptación.
Esta valorización tiene raíces históricas y sociales. En una cultura marcada por el respeto jerárquico basado en la edad, la apariencia física influye en las relaciones interpersonales tanto como los años reales.
Además, el auge de la industria cosmética y del entretenimiento coreano (K-pop, K-dramas) ha reforzado la idea de que la juventud eterna es deseable, alcanzable y, en muchos casos, necesaria para prosperar.
Con el avance de la globalización, este ideal ha cruzado fronteras. La llamada «ola coreana» (Hallyu) no solo ha difundido música, series y moda, sino también estándares de belleza y rutinas de cuidado facial que hoy influyen en millones de personas alrededor del mundo. Pero, ¿Por qué los coreanos parecen más jóvenes que su edad?

El periódico The Korea Herald advierte que la presión por conservar una imagen joven es especialmente intensa entre quienes rondan los 30 años. En esa etapa, muchas personas adoptan rigurosas rutinas de cuidado facial y comienzan tratamientos estéticos preventivos para retrasar los signos del envejecimiento, manteniendo una piel fresca, tersa y luminosa que se asocia con éxito y respeto social.
En Corea, la edad no es un dato privado sino una información fundamental para determinar el trato social y la cortesía. Esta característica cultural refuerza la importancia de lucir joven, ya que el ideal estético conocido como dongan –“cara de bebé”– promueve un rostro sin arrugas, con piel impecable y una apariencia natural que refleja salud y vitalidad. Pero lograr este estándar requiere una combinación de cuidados diarios y técnicas médicas avanzadas.
Entre las rutinas diarias más comunes está la doble limpieza facial, que elimina impurezas sin dañar la barrera cutánea, seguida de la aplicación de tónicos, esencias y serums ricos en antioxidantes, vitaminas y ácido hialurónico para mantener la hidratación profunda.
Las mascarillas faciales, usadas con regularidad, aportan nutrientes esenciales, y la protección solar es un paso imprescindible para prevenir manchas y el daño causado por los rayos UV. Además, se da gran importancia a una alimentación equilibrada, rica en antioxidantes y baja en azúcares, que contribuye a la salud de la piel desde adentro.

En cuanto a tratamientos estéticos, la tendencia en ese país se centra en procedimientos no invasivos que preservan la naturalidad. Láseres para estimular la producción de colágeno y mejorar la textura cutánea, lifting con hilos tensores que levantan y redefinen el contorno facial, y microinyecciones de ácido hialurónico que rellenan arrugas finas y aportan volumen sutil son algunas de las técnicas preferidas. Métodos que permiten combatir el envejecimiento sin alterar las expresiones faciales, logrando un resultado más fresco y juvenil.
La influencia de las redes sociales y la cultura del entretenimiento también juegan un papel fundamental en esa sociedad. Celebridades como la actriz y presentadora Choi Hwa-jung, que a sus 63 años conserva una apariencia sorprendentemente joven, inspiran a muchas mujeres de entre 25 y 40 años a seguir rigurosos programas de cuidado.
Esta admiración, sin embargo, a menudo conlleva una presión silenciosa que puede generar inseguridad y ansiedad. Especialistas en salud mental advierten sobre los riesgos que conlleva esta exigencia estética constante. La psicóloga Kim Hyun recomienda que el autocuidado sea un acto de amor propio y bienestar, no una respuesta al miedo o a la presión social. El psicólogo Lee Seon-kyung añade que acompañar los cambios físicos con aceptación emocional y una redefinición del valor personal es clave para no caer en la trampa de medir el éxito por la juventud aparente.