Muchas personas retiran estos hilos blancos por cuestiones estéticas o por su textura, sin saber que al hacerlo están descartando nutrientes valiosos.

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Redacción El País
Aunque suelen desecharse por la mayoría de las personas, los filamentos blancos que recubren los gajos de la mandarina —técnicamente conocidos como albedo— ofrecen importantes beneficios tanto para la fruta como para quien la consume. Así lo asegura la doctora María Muñoz, experta en aparato digestivo, quien destaca el papel fundamental de esta capa en la nutrición y protección del cítrico.
El albedo no es un detalle sin importancia; actúa como una defensa biológica de la mandarina. Protege su interior frente a agentes externos como bacterias, hongos e insectos, ayuda a conservar su frescura al limitar la oxidación, y sirve como depósito de nutrientes. También contribuye a proteger la pulpa de la radiación solar.
Muchas personas retiran estos hilos blancos por cuestiones estéticas o por su textura, sin saber que al hacerlo están descartando nutrientes valiosos. El albedo es rico en pectina, una fibra soluble que ayuda a regular la absorción de azúcar en el organismo. También contiene vitamina C, flavonoides y minerales como potasio y magnesio, todos ellos beneficiosos para el sistema inmunológico, la salud cardiovascular y el estado de la piel.
Incorporar el albedo en la dieta, simplemente dejando de retirarlo, permite aumentar la ingesta de fibra y micronutrientes sin esfuerzo adicional.
Los beneficios del albedo están respaldados por estudios como el publicado en 2006 en el Chemical Engineering Journal, titulado Water-based extraction of pectin from flavedo and albedo of orange peels. La investigación reveló que esta parte blanca de los cítricos contiene altas concentraciones de pectina y antioxidantes, destacándola como una fuente significativa de fibra soluble.

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La cáscara de mandarina: medicina ancestral
Más allá del albedo, la cáscara de mandarina también posee propiedades terapéuticas reconocidas desde hace siglos en la medicina tradicional china. En regiones como Guangdong, se le conoce como “oro naranja” debido a su valor medicinal y culinario.
Secada al sol y almacenada por al menos tres años, esta cáscara se utiliza para tratar dolencias respiratorias como la tos y para mejorar la digestión. Durante el proceso de envejecimiento, los aceites esenciales de la cáscara se transforman, elevando su concentración de flavonoides y, con ello, sus efectos antioxidantes y antiinflamatorios. De hecho, cuanto más tiempo se conserva, mayor es su eficacia… y también su precio en el mercado.
En base a información de El Tiempo/GDA
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