El Arquitecto Anibal Lening explica cómo afecta no solo el frío, sino también el humo. Miles de hogares pierden calor por falta de aislación, consumen más leña y generan una contaminación Desde soluciones caseras hasta políticas públicas, es momento de actuar. Su columna hoy 11.40 hs en FM Andina
Con la llegada del invierno, muchos hogares patagónicos enfrentan un desafío silencioso pero profundo: mantener el calor adentro. Y aunque la leña sigue siendo el método más usado por su costo para calefaccionar —especialmente en familias de bajos recursos— y con su uso ineficiente y sin control está comenzando a replicar un problema que ya tuvo su alerta roja del otro lado de la cordillera: la contaminación del aire.
Hace algunos años, la ciudad de Osorno, en Chile, fue tristemente nombrada como la ciudad más contaminada del país. ¿La causa principal? Miles de hogares generando calor con leña húmeda, en una geografía encerrada, sin buena ventilación. El humo no se iba… se acumulaba, y afectaba directamente la salud de las personas, sobre todo niños y adultos mayores. Hoy, ese escenario comienza a repetirse en nuestra Patagonia.
¿Por qué pasa esto?
Porque usamos lo que tenemos a mano: estufas tipo salamandra (que muchas veces tiran más calor afuera que adentro), leña verde o mal curada, ventanas que no cierran bien, techos sin aislación, paredes finas o mal selladas. Y todo eso hace que el calor se escape. Se estima que entre un 30% y un 40% del calor se pierde por infiltraciones y falta de aislación. Eso significa que, aunque tengamos la estufa prendida todo el día, la casa nunca termina de calentarse, y consumimos el doble de leña para mantener una temperatura apenas confortable. Y eso no es todo: en nuestra región, la electricidad se genera quemando gas y gasoil, combustibles fósiles que también contaminan. Entonces, cuanto más consumimos energía sin pensar, más agravamos el problema general.
La solución no es mágica, pero empieza en casa
En Chile, una de las principales medidas que tomaron para enfrentar este problema fue mejorar la aislación de las viviendas, empezando por las más vulnerables. Esto no solo redujo el consumo de leña, sino que mejoró notablemente la calidad del aire interior y exterior, y también la salud y el bienestar de las familias.
¿Y nosotros qué podemos hacer, aún sin grandes presupuestos?
Algunas acciones simples, que no cuestan mucho y hacen una gran diferencia:
1. Sellado de ventanas con cinta o trapo
2. Cortinas gruesas o mantas para mantener el calor
3. Uso de cartón o papel para cubrir ventanas por la noche
4. Sellado de puertas con burletes caseros
5. Esquema sencillo de una casa con pérdidas de calor
6. Estufa tipo salamandra y el problema de la eficiencia
Cada pequeña mejora cuenta. Y muchas pequeñas mejoras pueden cambiarlo todo.
Cuidar el calor es cuidar nuestra salud, el ambiente y el bolsillo
Una casa que pierde menos calor necesita menos leña, menos electricidad y menos esfuerzo para calentarse. Eso significa menos humo dentro y fuera de casa, menos enfermedades respiratorias y menos gastos. También significa un paso hacia un futuro más limpio y justo.
Desde este espacio, queremos seguir compartiendo ideas prácticas, accesibles y sustentables. Porque vivir mejor, sin contaminar y sin gastar de más, es posible. Y empieza por entender cómo funciona el calor en nuestra casa.