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miércoles, febrero 5, 2025

¿Por qué tengo que ser madre? Una reflexión literaria sobre hijos, deseo e identidad

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“Siempre había pensado que bastaría un descuido para salir embarazada. Mi hermana me había contado que ella, con sus dos hijos, se embarazó al primer intento. Mi mamá había tenido tres embarazos, aunque uno de ellos, el primero, terminó de manera prematura en un duelo. Todas las hermanas de mi mamá fueron madres. Mis abuelas de padre y madre tuvieron tres y ocho hijos, respectivamente. Ambas tuvieron siete hermanos. Desciendo de una legión de mujeres fértiles. Y, a pesar de ello, cada prueba que me hago en los meses siguientes sale negativa. ¿Estoy frente a mi fracaso biológico? ¿Soy yo la destinada a romper ese legado?”, se lee en Infértil (Random House), la primera novela de la escritora peruana Rosario Yori.

De visita en Buenos Aires, en diálogo con Clarín, Yori habló del mandato de la maternidad con el que las mujeres cargan desde los inicios de la humanidad, de las luchas feministas por lograr la autonomía sobre sus propios cuerpos, pero también del valor de las redes de mujeres, de la complicidad de la pareja y de la conexión con la tierra y la naturaleza.

–En una parte del libro hablas sobre la historia de la infertilidad, ¿cómo te encontraste con ese material?

–Fue una parte del proceso de investigación. Tenía curiosidad acerca de cómo había sido representada la infertilidad en la historia de la literatura. Hoy en día, hay muchas escritoras latinoamericanas que hablan sobre la maternidad, sobre los distintos tipos de maternidad y también sobre la no maternidad y sobre los tratamientos in vitro y la infertilidad. Me interesaba saber desde cuándo se trataba este tema, me puse a investigar y encontré los tratados antiguos. Así encontré el templo de Epidauro en Grecia, donde se dan los primeros registros de tratamientos en el siglo V A.C y los tratados hipocráticos, donde las mujeres iban y se trataban en sueños. Me pareció interesante que esos tratamientos venían de un pensamiento mágico y religioso que contrastaban mucho con el lenguaje médico contemporáneo de los tratamientos in vitro que son sumamente controlados y sumamente racionales. Yo quería que la protagonista hiciera un poco el camino inverso, que fuera de lo más racional a lo más íntimo y emocional, un camino que la llevara más bien a explorar los pliegues de su intimidad y de su conciencia y para poder imaginármelo, imprimí todo y lo recorté y empapelé mi casa con partes del libro para poder encontrar cuál iba a ser orden.

La escritora peruana Rosario Yori. Foto: Ariel Grinberg.La escritora peruana Rosario Yori. Foto: Ariel Grinberg.

–Durante todo el recorrido se ve cómo el cuerpo de las mujeres siempre es intervenido, por ejemplo, cuando nacemos y nos agujerean las orejas…

–Es una metáfora de cómo el cuerpo de la mujer está sometido desde el nacimiento. Yo tenía claro que la novela debía tener una línea principal que guiara la historia y esa era el tratamiento médico y a partir de esa línea, podía hacer saltos al pasado. O los sueños que se van insertando dentro de esa línea principal y una de las constantes que salía eran estos cuestionamientos y estas reflexiones de la protagonista acerca justamente de cómo el cuerpo de las mujeres se va preparando y se va moldeando para un único destino: la maternidad. Lo de los aritos es una historia que mi mamá me ha contado porque fue cuando tuve mi primer desmayo, a los tres días de nacida.

–Uno de los comentarios que leí sobre el libro es que no es solo sobre la infertilidad, sino sobre la duda.

–Sí, creo que la protagonista en algún momento se pregunta si el deseo de ser madre se dará de manera espontánea. Hay como una crítica al cuestionamiento de los cimientos de su identidad como mujer también porque a veces es más una imposición que un deseo. También hay en el libro, en el personaje del marido, una masculinidad poco representada en la literatura peruana, una masculinidad feminista, podríamos decir, que permite el espacio de duda. Y aparece en la novela esta metáfora que se mantiene a lo largo de todo el libro, sobre el cuidado del árbol y las plantas. Lima, a diferencia de Buenos Aires, es una ciudad donde no llueve entonces las plantas siempre tienen que estar cuidadas y restringidas y siempre son un poco raquíticas. Los parques están enrejados y no se permite pisar el pasto, todo es muy restrictivo porque son pocos los espacios verdes. Los momentos en los cuales, la pareja puede hablar con más libertad sobre su futuro y lo que quieren hacer son los momentos en los que salen de la gran ciudad, cuando se van al campo, donde crecen las plantas silvestres.

–Hay también una mirada crítica sobre por qué nuestras identidades como mujeres siempre estuvieron forjadas por la maternidad como destino.

–Si, son también derechos que se van ganando con cada una de las olas feministas, quizás ahora también la respuesta a estas a estos movimientos del Me Too y todos los demás, es que empiezan a aparecer más novelas y más voces femeninas dentro de la literatura que hablan de los otros roles de la mujer, no solamente la mujer como madre si no la mujer como trabajadora, como militante, etc. Cuando escribí el libro tenía muy claro que no quería que la protagonista fuera entendida como una víctima pero tampoco como una activista. Creo que ahí más bien en el libro se transitan las zonas grises, en las que la protagonista viaje entre el deseo y el no deseo, entre el miedo y el entusiasmo, entre el duelo y el alivio. Es una historia que está muy cercana a mi experiencia. De hecho yo empecé a escribir cuando comencé el procedimiento porque todo pasaba tan rápido y eran tantas las emociones, las dudas y las visitas al médico, los nombres de medicamentos, todo una vorágine, que me dije: tengo que documentarlo. Entonces la experiencia está muy cercana a lo que sucedió, claro que con licencias literarias para que funcionara la trama.

–¿Cómo fue el momento de la escritura?

–Coincidió con la pandemia, fue durante la etapa más estricta del confinamiento. Era un momento en el que estábamos rodeados de muerte: Perú fue unos de los países del continente que tuvo más muertes por covid. Al recibir en ese contexto la noticia de que tu cuerpo es incapaz de generar vida, una se pregunta: y si no es capaz de generar vida, cómo se resiste a la muerte. Así comenzó el proceso de escritura, también como una manera de resistirse a ese diagnóstico de que tu cuerpo es incapaz de producir algo. Entonces el libro tiene también esa reflexión en torno a la literatura como medio de trascendencia.

La escritora peruana Rosario Yori. Foto: Ariel Grinberg.La escritora peruana Rosario Yori. Foto: Ariel Grinberg.

–¿En qué estás trabajando ahora?

–He venido a la Argentina para participar en el taller de Samanta Schweblin y tengo dos proyectos en mente: un libro de cuentos que aborda el tránsito entre la adolescencia y la adultez y una novela sobre ver a los padres envejecer. Mis padres y mis tíos ya tienen 80 años y una ve el deterioro y también asume un rol de cuidado. Esa cercanía te lleva a ver las grietas de esa persona que durante mucho tiempo, ha sido como un ídolo, un ser todopoderoso y la vejez aparece como ese momento de hacer como un duelo, de que se muera la imagen de alguien sin que esa persona se muera. Es algo que me interesa también explorar.

–¿Qué escritoras argentinas y latinoamericanas te gustan?

–Cuando escribí el libro hubo un momento en el cual decidí dejar de leer a otras autoras y otros autores porque tenía que encontrar mi propio lenguaje, mi propio tono, mi propia estructura. Y sentía un poco lo que te pasa cuando te vas de viaje a otro país y de pronto te escuchas hablando con un tonito que no es tuyo, como que se te pega el acento, y yo quería evitar eso. Cuando ya tenía la estructura, el tono y la historia, empecé a leer a otras autoras latinoamericanas o hispanoamericanas que hablaban sobre maternidades y que me iban a permitir a mí ver también dónde entraba mi libro dentro de esta conversación. Entonces ahí, por ejemplo, leía a Jazmín Barrera, a Isabel Zapata, a Guadalupe Nettel. A Samanta Schweblin, a Gabriela Cabezón Cámara, a Dolores Reyes. Hay como una pequeña efervescencia de los temas y de las autoras mujeres, que creo que también responde a que el público lector es cada vez más femenino, entonces hay un interés en tratar estos temas que antes no se han abordado o no se han abordado de manera tan clara y ahorita empiezan a surgir. De hecho hay un montón de narrativas nuevas sobre otros tipos de maternidad, sobre el cuerpo, que son sumamente interesantes.

Rosario Yori básico

  • Nació en Lima, Perú, en 1982.
  • Estudió Literatura en la PUCP y completó un máster en Periodismo y Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Nueva York, donde recibió la MacCracken Fellowship.
  • Es editora y escritora. Infértil es su primera novela.

Infértil, de Rosario Yori (Random House).

Redacción

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