Durante el World Economic Forum 2025, en Davos, Suiza, Carmen Correa, CEO de Pro Mujer, destacó como una de las voces que representó a América Latina por su participación en el panel “Open Forum: Levelling the Playing Field”, celebrado el martes 21 de enero.
Su intervención contribuyó a visibilizar el potencial de las mujeres latinoamericanas, así como los diferentes obstáculos que impiden su desarrollo pleno y perpetúan la brecha de género. La acompañaron Asha Makana, Global Shaper de Nairobi Hub; Amitabh Behar, Executive Director de Oxfam International; Kate Fitz-Gibbon, Profesora de Monash University y World Economic Forum Young Global Leader 2024,
El panel, que tuvo lugar en el auditorio de la Swiss Alpine High School, abordó las distintas barreras sistémicas que prolongan la desigualdad de género en el mundo, teniendo en cuenta que según el informe Global Gender Gap 2024, alcanzar la paridad de género global tomaría 134 años al ritmo actual.
En este contexto, Behar aportó una perspectiva global sobre las distintas barreras sistémicas más urgentes que se deben trabajar para alcanzar la igualdad de género.
“Un estudio sobre desigualdad, realizado por Oxfam, reveló que las mujeres contribuyen con más de un billón de dólares anuales a la economía global a través del trabajo de cuidado no remunerado o mal remunerado. Esto representa cerca de 12.500 millones de horas al día dedicadas a sostener una economía que depende, en gran medida, de este esfuerzo invisible. Este trabajo, llevado a cabo mayoritariamente por mujeres, es el motor silencioso que impulsa la economía mundial”, subrayó.
Por su parte, Correa señaló cómo esta realidad afecta particularmente a las mujeres latinoamericanas en situación de vulnerabilidad, como las indígenas, rurales y migrantes. “El 24% de las mujeres en América Latina vive en la pobreza, y sólo el 47% participa en el mercado laboral. Estos datos reflejan un enorme potencial desaprovechado, pero también una oportunidad de cambio inmensa”, expresó.
“Los datos no dejan lugar a dudas: invertir en mujeres no solo es justo, es inteligente,” afirmó Correa. Por ejemplo, las empresas lideradas por mujeres en la región generan un 20% más de ingresos que aquellas lideradas por hombres, a pesar de contar con la mitad del capital. De allí la importancia de que haya diversidad en los roles de toma de decisiones.
“Además, el 73% de las microempresas lideradas por mujeres en América Latina no tienen acceso al financiamiento que necesitan para crecer. Sin embargo, las emprendedoras son quienes impulsan el progreso de sus pueblos y comunidades”, explicó y agregó que apoyar a esas mujeres que carecen de acceso a capital, representa una oportunidad de USD 93 mil millones.
Retroceso y resistencia
La representante de Pro Mujer también expresó su preocupación ante el retroceso en las políticas de Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI) en Estados Unidos y América Latina, enfatizando que el trabajo en este ámbito no responde a modas, sino a un compromiso con la justicia y la construcción de sociedades más prósperas.
“Desde Pro Mujer no abordamos estos temas porque estén de moda; lo hacemos porque son justos y porque sabemos que promover la diversidad, la equidad y la inclusión es la solución para crear sociedades más prósperas”, afirmó.
Destacó la importancia de utilizar la creciente evidencia y datos que respalda este enfoque, mostrando resultados y la relevancia de continuar impulsando la agenda de género, “aunque a veces resulte agotador tener que explicar su importancia una y otra vez”, expresó.
A pesar de los desafíos, Correa instó a no perder la esperanza frente a titulares desalentadores sobre empresas que abandonan sus esfuerzos en DEI, departamentos de impacto social que se desmantelan o gobiernos que eliminan políticas clave para proteger a las mujeres víctimas de violencia de género.
Aunque reconoció el impacto emocional de estas noticias, subrayó que muchas siguen apostando por la diversidad e invirtiendo para generar los cambios necesarios.
Por su parte, la profesora Fitz-Gibbon destacó que el mayor desafío que tenemos con respecto al backlash es que ahora los jóvenes y hombres blancos sienten que están siendo discriminados.
“De repente, perciben que tienen algo que perder, como si estuvieran cediendo una parte de su ´pastel´, en lugar de entender que estamos elevando el piso para todos. Es necesario involucrar tanto a hombres como a niños en esta conversación, para mostrarles que la inclusión no se trata de quitarles algo, sino de construir algo mejor para todos”, concluyó.