La reciente muerte del Papa Francisco ha reavivado el interés en antiguas profecías atribuidas a Nostradamus y San Malaquías, que algunos interpretan como predicciones del fin de los tiempos.
El término «Papa Negro» ha sido objeto de diversas interpretaciones. Algunos lo asocian con la posibilidad de que un cardenal africano sea elegido como el próximo pontífice, mientras que otros lo relacionan con la Compañía de Jesús, orden religiosa a la que pertenecía el Papa Francisco antes de su elección, debido al color negro de las sotanas que visten sus miembros.
Paralelamente, la «Profecía de los Papas» atribuida a San Malaquías, un manuscrito del siglo XII, predice que un Papa llamado Pedro el Romano guiará a la Iglesia durante su último período, antecediendo su destrucción y el fin del papado. Esta profecía ha estimulado diversas interpretaciones y teorías conspirativas, algunas asociándola con la reciente guerra entre Ucrania y Rusia y otras tensiones globales, lo cual sugiere una posible Tercera Guerra Mundial.
Aunque estas profecías han captado la atención pública, es importante señalar que la Iglesia Católica no las reconoce oficialmente y que muchos expertos consideran que carecen de fundamento doctrinario. Las interpretaciones de estos textos proféticos sugieren que el próximo Papa podría ser el primero de origen africano en la historia de la Iglesia, un evento que según estas fuentes marcaría el inicio del “fin de los tiempos”.
Entre los posibles sucesores de origen africano se encuentran los cardenales Peter Turkson de Ghana y Robert Sarah de Guinea, quienes han ocupado altos cargos en el Vaticano y son considerados candidatos potenciales en un eventual cónclave.
A pesar del auge de estas teorías, la Iglesia Católica mantiene una postura cautelosa frente a este tipo de predicciones, recordando las palabras evangélicas que indican que “nadie conoce el día ni la hora” del fin de los tiempos. Los historiadores señalan que la “Profecía de los Papas” atribuida a San Malaquías apareció por primera vez en 1595, más de cuatro siglos después de su muerte, lo que ha llevado a muchos académicos a cuestionar su autenticidad.
En conclusión, mientras el mundo observa con expectación el futuro de la Iglesia Católica, las antiguas profecías de Nostradamus y San Malaquías continúan siendo objeto de debate y especulación, aunque su validez y relevancia siguen siendo inciertas.