Conocido como “oro verde” o “mantequilla de la naturaleza”, el aguacate, o palta, es un aliado de quienes buscan una alimentación más saludable.
Originario de América, con más de 10.000 años de existencia, es un fruto cremoso que puede incorporarse en ensaladas o, hecho una pasta, para darle un sabor inconfundible a diferentes snacks.
La palta Hass, de piel oscura y arrugada, es la que más abunda en fruterías y supermercados de la Argentina. Cultivada en valles templados y húmedos de Tucumán, Salta y Jujuy, es, después de la banana, la fruta tropical más destacada.
Hasta ahora, claro, conocíamos las propiedades benéficas de la pulpa de la palta. Sin embargo, estudios realizados en México llevan a aprovechar lo que siempre hemos tirado a la basura: la cáscara.
En cuanto a las propiedades de la palta, cabe recordar algunas de ella. La más conocida: contiene grasas saludables, en especial, ácidos grasos monoinsaturados como el ácido oleico, como indica la Academia Española de Nutrición y Dietética (AEND). Estas grasas contribuyen a reducir los niveles de colesterol LDL (el “malo”) y aumentar el colesterol HDL (el “bueno”), lo que favorece la salud cardiovascular.
La AEND también afirma que la palta es rica en nutrientes esenciales, como vitamina K, beneficiosa para la coagulación sanguínea; vitamina E, un antioxidante que protege las células del daño, y vitaminas del grupo B, que aportan al metabolismo energético.
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La luteína y la zeaxantina le dan al fruto su poder antioxidante, para reducir el riesgo de enfermedades como las cataratas y la degeneración macular asociada a la edad. Asimismo, los antioxidantes combaten el estrés oxidativo en el cuerpo, disminuyendo el riesgo de padecer enfermedades crónicas.
El alto contenido en fibra de la palta la convierte en una aliada del aparato digestivo. El sitio especializado Tua Saúde indica que que 100 g de esta fruta aportan alrededor de 3 g de fibra, lo que favorece el tránsito intestinal y previene el estreñimiento.
Pero un artículo del sitio español Vanitatis revela las propiedades de las cáscaras. Afirma que “investigadores del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional (México) han descubierto que estos desechos, lejos de ser inútiles, esconden un verdadero tesoro para la salud y la industria”.
Agrega que “según el equipo liderado por Emir Martínez Gutiérrez, la cáscara contiene compuestos bioactivos, como epicatequina y ácido clorogénico, que poseen propiedades antioxidantes, antimicrobianas y hasta potenciales aplicaciones para combatir el envejecimiento y ciertas enfermedades crónicas”.
La epicatequina es conocida por su papel en el tratamiento de diabetes y ciertos tipos de cáncer, mientras que el ácido clorogénico ayuda a proteger el corazón, la función cerebral y puede contribuir en la prevención de la obesidad, explica el estudio de Cinvestav.
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Por otra parte, el extracto de la cáscara resulta efectivo contra algunas bacterias, como Listeria innocua y Escherichia coli. Esto lo hace atractivo para la industria alimenticia, porque muchos consumidores quieren productos libres de conservantes. Y el extracto podría utilizarse, en un futuro, como conservante natural.
La cáscara también podría servir para crear carbón activado, un elemento valioso para la purificación de aguas residuales. “Este carbón, elaborado a partir de las cáscaras, tiene un rendimiento similar al carbón activado comercial y representa una alternativa más económica y sustentable, indica Vanitatis.