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sábado, noviembre 8, 2025

Prueban en el país un método inédito para reducir mucho la chance de contraer el virus del Sida: cómo participar

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Al margen de alguna que otra efemérides, hace rato que el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) no ocupa ni media portada en las noticias. Esto, más allá de que especialistas en el tema adviertan que el problema no está superado y que de hecho se registra un alza de contagios en el país, dada la falsa sensación de que ya no hay razón para temerle a la enfermedad. En este marco, un nuevo estudio clínico de fase 3 emerge en Argentina, con miras a ofrecer una alternativa de prevención ante el riesgo de contagio del virus del Sida.

Aunque este tratamiento ya existe con otros formatos (más incómodos que el que se detallará abajo), lo de la prevención farmacológica del contagio no deja de ser novedoso en el mundo. Implica la posibilidad de tomar una píldora con un efecto antirretroviral, que logra bajar casi al máximo las chances de contraer el virus.

Por supuesto, estas no son alternativas para la población general (que deberá seguir usando preservativo para evitar el contagio de este y otros patógenos que pueden producir cuadros graves) sino que están especialmente pensadas para aquellos que el VIH percibe como más «susceptibles», según la epidemiolología histórica de la enfermedad.

Gustavo Lopardo, referente el Centro Stamboulian e infectólogo a cargo de la versión local del nuevo estudio clínico, contó que el estudio consistirá en la toma de un comprimido una vez por mes (en lugar de todos los días, como una opción disponible en el mercado) y que el ensayo se hará en 16 países, con más de 4.000 participantes.

De Argentina participarán unos 400 (alrededor del 10%) y pretenden comenzar la convocatoria en los próximos días. Estará destinada a personas mayores de 18 años que por distintos motivos están en una posición de mayor vulnerabilidad frente al contagio.

Una célula T humana atacada por el VIH. Foto: APUna célula T humana atacada por el VIH. Foto: AP

Esto es, hombres que tienen sexo con hombres o mujeres y hombres trans, siempre que sean VIH negativos al momento del enrolamiento y que hayan mantenido relaciones sexuales anales receptivas sin preservativo en el último año. Se suman otros criterios que, contó Lopardo, pueden consultarse por mail a [email protected]

VIH: preocupación por las cifras de Argentina

La del VIH es una epidemia propiamente dicha y la población mundial convive hace demasiado tiempo con ella. Pospandemia se volvió más claro que antes por qué va siendo hora de terminarla. Pero, aun cuando los avances farmacológicos en este campo sean notables, la meta parece siempre lejana, y persisten los mismos dos fenómenos.

El último reporte oficial no es nuevo sino que se remonta a diciembre de 2024. Mostró que había casi 21% más infectados que en los dos informes anuales previos. El contexto de esa cifra también puede sorprender, ya que en Argentina viven con VIH 140.000 personas.

Hace diez años que los nuevos infectados anuales oscilan entre 5.000 y 6.000. En 2022 y 2023, la notificación anual coincidió en unos 5.300 nuevos casos, pero en 2024, la curva tomó otro rumbo y se elevó a 6.400. La falta de campañas y conversación pública sobre el tema hacen que haya pocas razones para creer que cuando este año se actualicen esos números, la cosa mejorará.

O la cifra de nuevos infectados por año se mantiene estable (y el problema, en lugar de terminarse, se retroalimenta), o el número anual crece (y el problema, como ahora, empeora). En el diálogo con Clarín, Lopardo se mostró muy preocupado. «Si seguimos haciendo más de lo mismo que venimos haciendo, no vamos para ningún lado”, resumió, y compartió dos datos: que en el mundo conviven con VIH más de 40 millones de personas (“una cifra récord en la historia”) y que “cada año se infectan 1,3 millones más”.

contagio-vih

La paradoja del VIH en el mundo y en Argentina

Si no se infectaran más personas, aun cuando los “viejos” infectados vivan más que antes, la cifra total de personas con VIH debería bajar y, la epidemia, darse por terminada. Ocurre lo contrario.

En un goteo no tan lento que impide “alcanzar las metas impuestas de lucha contra el VIH para 2030”, los contagios no cesan y “se siguen infectando más personas que las que mueren”, advirtió Lopardo.

Ocurre que el del VIH-Sida es un fenómeno epidemiológico particular. Como hace tiempo existen terapias que permiten mantener “inregistrable” o invisibilizado al virus (técnicamente se dice “indetectable en sangre”), la vida de muchísimas personas infectadas subió -también- muchísimos puntos en calidad.

No sólo por eso de que «virus indetectable = virus intransmisible», dijo Lopardo, sino porque (ligado a lo anterior), la imagen de que el patógeno representa una menor amenaza, trajo de la mano una mirada social sobre los pacientes que muy de a poco se tornó más razonable, en comparación a la fuerte estigmatización sembrada en los años 80.

Ahora bien, este mismo fenómeno positivo trajo aparejado un efecto adverso. Más allá de que sea relativamente conocida la imagen del portador del virus con el sistema inmune derrumbado culpa de que el VIH le haya provocado Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA), la mayor supervivencia de los pacientes impulsó la falacia de que el cuadro clínico asociado no es para tanto o que por lo menos puede revertirse.

Sin embargo, estimaciones de la ONU-SIDA para 2024 informaron que, aun cuando de este tema ya casi no se habla, una persona murió a cada minuto por causas relacionadas al VIH.

VIH-Sida: las estrategias PEP y PrEP

La mayoría de los contagios no se producen ni por transmisión vertical (madre a hijo) ni por consumo de drogas inyectables con jeringas compartidas. “Son casos excepcionales. Diría que el 98% de los contagios en Argentina ocurre por vía sexual. Y vemos que los casos anuales no bajan”, explicó Lopardo.

La forma de prevención ideal sigue siendo el riguroso uso del preservativo durante las relaciones sexuales, pero dos siglas, PEP y PrEP, empiezan a imponerse en la clínica del VIH. La primera, PEP, alude a las estrategias de profilaxis post exposición, una herramienta muy útil, pero que se debería usar “en forma excepcional, después de una situación de riesgo en la que la relación ocurrió sin protección”, dijo el médico.

Siempre con indicación de un profesional, la toma debe iniciarse idealmente dentro de las dos horas y hasta 72 horas después del contacto sexual. El fármaco (un tipo de antirretroviral) se toma durante un mes.

La segunda sigla, PrEP, refiere a la profilaxis pre exposición sexual, que es el terreno en el que se viene metiendo Lopardo y en donde se ubica el nuevo estudio clínico que conduce.

La propuesta disponible consiste en la toma oral de un comprimido diario que combina dos drogas (emtricitabina y tenofovir disoproxil fumarato). Si bien ofrece una eficacia altísima para prevenir la infección, la toma diaria es engorrosa y ya hay varias investigaciones en curso que prometen simplificar la prevención.

Por ejemplo, inyecciones de larga duración, como una basada en una droga llamada cabotegravir, que se aplica cada ocho semanas, y también hay otra (a base de lenacapavir) que se administra más espaciadamente, cada 6 meses, con una eficacia llamativa, cercana al 100%. Pero, como era esperable, “estas propuestas no están disponibles en Argentina, dado su alto costo”.

En este punto que el estudio que impulsa en Argentina (cuya duración será de unos 30 meses) podría resultar interesante: una toma oral por mes que, se espera, debería ser económicamente más accesible que las inyecciones.

VIH, en busca de un abordaje integral

Según detalló Lopardo, estas propuestas “sólo deben ser usadas por personas en situaciones de alto riesgo”, que “es el caso de quienes tienen múltiples parejas; también, de los que ya recurrieron a la PEP en más de una ocasión; y de los que tienen antecedentes de infecciones de transmisión sexual”.

Lo último es porque haber tenido una Enfermedad de Transmisión Sexual (ETS) podría ser prueba de que podría haber una falta de rigor en el uso del preservativo, que (otra vez) es la barrera más eficaz contra este tipo de contagios, incluyendo el VIH.

Para Lopardo, lo que viene es un nuevo paradigma en materia de prevención del virus, a partir de una estrategia combinada: “La clave está en aplicar un enfoque integral de prevención. Incluye uso del preservativo, educación sexual, pareja estable, testeo periódico, tratamiento precoz, reducción de daños en usuarios de drogas y circuncisión masculina, un punto que, aunque no se sepa mucho, disminuye bastante el riesgo de transmisión. La prevención es hoy un rompecabezas. Hay que usar todas las piezas a la vez”.

PS

Redacción

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