Karla Sofia Gascón confirma en El hormiguero (Antena 3) que la identidad sexual y el talento actoral no garantizan una inteligencia homologable. Que compare el linchamiento en Twitter (causado por la estupidez intransigente de su pasado como usuaria de esta red) con el martirio de Jesucristo o que convierta el abismo suicida en un monólogo de comedia no la desautoriza sino que, al contrario, certifica su vocación de personaje mediático total.

Karla Sofía Gascón se mantuvo en sus trece
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Difícilmente encontraremos a alguien que, en tan poco tiempo, haya sabido trascender con una película como Emilia Pérez, haya desenterrado un pasado polémico de cultura basura y haya sabido redimirse a través de una petición de perdón que, cada vez que se expresa, degenera hacia el circo de la egolatría falsamente redentora.
Hace dos décadas, Belén Esteban elevó a categoría de mito posmoderno la figura del bocazas que, en directo, mostraba, con un orgullo salvaje, su yo autodestructivo. A gritos, Esteban solía cerrar sus delirios con un inapelable: “Yo soy así. Si te gusta, bien, y sino, también”. Gascón se inscribe en esta tradición en la que los defectos dejan de ser una losa y, gracias a la esponjosidad moral de la tele, se transforman en un trampolín de proyección hacia las dimensiones más inquietantes del éxito.
Karla Sofía Gascón es un prodigio de rentabilidad mediático: todo lo que hace excita los índices de audiencia
SANGRE Y MAFIA. Dos series que no pasarán a la historia pero que vale la pena ver. En Movistar+, Dos familias , producción británica en la que los paisajes de Cornualles son uno de los alicientes. Es un drama que parte del tópico folletinesco de los bebés intercambiados al nacer y que evoluciona hacia el enfrentamiento entre dos familias teóricamente responsables. El guion, inteligente, actualiza la fórmula y mantiene el dilema moral entre la maldad y la bondad ingenua.
La otra serie, de la que solo se ha visto el primer capítulo, es MobLand ( Tierra de mafia , Paramount+). Dirigida por Guy Ritchie, conecta con las sanguinarias Gangs of London o The Gentleman, que también sitúan la acción mafiosa en Londres y entre británicos y no los clichés rusos o chinos. El casting impresiona: Pierce Brosnan, Helen Mirren y un Tom Hardy espléndido en su papel de mano derecha de una de las familias.
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Hardy consigue que, aunque los espectadores ya estamos curados de espantos con respecto a crueldades mafiosas, descubramos que el arte de la amenaza puede perfeccionarse sin caer en excesos de violencia física, solo con la mirada, la actitud corporal y las palabras adecuadas.