ANÁLISIS PROFUNDO
El periodista Jorge Fontevecchia desglosa la estrategia discursiva de Javier Milei y su gobierno: insultos, metáforas deshumanizantes y el poder de las palabras en la batalla cultural argentina. ¿Puede el uso del lenguaje justificar acciones divisivas y erosionar la democracia?
Fontevecchia: «Las metáforas de Milei son mucho más que insultos: son herramientas para dividir y justificar la violencia política».
EnOrsai // Miercoles 13 de agosto de 2025 | 20:50
En su columna “Javier Milei y el lenguaje como arma”, Jorge Fontevecchia advierte que el verdadero peligro del actual gobierno reside en el uso orquestado de metáforas y acrónimos para moldear la discusión pública. No son simples insultos: son códigos persistentes que separan “nosotros” de “ellos”, legitimando el trato desigual a la oposición y fracturando el consenso democrático.
El lenguaje como herramienta de poder y polarización
Fontevecchia analiza cómo el discurso libertario crea una identidad cerrada. Ejemplos como llamar “ratas” o “parásitos mentales” a opositores o instalar el “virus KK-12” no solo buscan ridiculizar, sino fundar marcos de deshumanización. Históricamente, este tipo de lenguaje preparó el terreno para justificar políticas autoritarias y restringir la pluralidad democrática.
Origen y función de las metáforas libertarias
La motosierra, los “mandriles” y la idea de “purga” trasladan imágenes de terror o exclusión a la política argentina. Las metáforas usadas por Milei promueven miedo o ‘enemigos internos’, mientras que gobiernos previos preferían la idea de “cirugía mayor” o “sintonía fina” para justificar medidas de ajuste.
El uso de acrónimos (“N OSALP”, “TMAP”) y códigos refuerza la identidad propia y estigmatiza cualquier cuestionamiento. Esto replica mecánicas de propaganda de la ultraderecha y polariza aún más la esfera pública.
Peligros de la deshumanización y la violencia simbólica
El análisis advierte: la historia demuestra que la deshumanización en la palabra precede a hechos concretos de persecución o exclusión. Fontevecchia encuentra una línea directa entre insulto, metáfora bélica y los momentos donde el odio se traduce en políticas anti-pluralistas.
La batalla actual es disputar el sentido de estos discursos para evitar que la violencia simbólica se vuelva real.
Debate abierto: ¿puede la sociedad resistir el avance del discurso de odio?
¿Está Argentina frente a una reprogramación simbólica que legitima el autoritarismo y acorrala el disenso? Fontevecchia invita a repensar el rol de los medios y de la ciudadanía en la defensa del pluralismo antes de que el lenguaje excluyente se normalice y la violencia simbólica escale.