La ruta del Mar Rojo es fundamental para el comercio marítimo internacional, conectando el océano Índico con el mar Mediterráneo a través del canal de Suez. Esta vía es esencial para el transporte de mercancías entre Asia, Europa y, por extensión, América Latina.

Sin embargo, los conflictos recientes en la región han generado perturbaciones significativas en el tráfico marítimo, afectando a varios puertos latinoamericanos que dependen de esta ruta. Brasil, como uno de los principales exportadores de la región, utiliza el Mar Rojo para transportar aproximadamente el 9% de su carga de contenedores con destino a Medio y Extremo Oriente, incluyendo productos perecederos como la carne vacuna. La interrupción de esta ruta obliga a los exportadores a buscar caminos alternativos, lo que resulta en un aumento de costos de fletes y seguros, afectando la competitividad de sus productos en el mercado internacional.

Panamá, a través de la Zona Libre de Colón (ZLC), es otro punto neurálgico en el comercio internacional. Esta zona franca, la más grande del continente americano, depende en gran medida del tránsito marítimo que utiliza el Canal de Suez.

Las perturbaciones en el Mar Rojo han llevado a una disminución del volumen de comercio que pasa por el Canal de Suez en un 42% en los últimos meses, afectando directamente las operaciones de la ZLC y, por ende, el comercio en la región.

Colombia, con su principal puerto en Buenaventura, moviliza el 60% del total de mercancías que entran y salen del país. Este puerto, ubicado en la costa pacífica, se ve afectado por las alteraciones en las rutas marítimas internacionales, ya que las navieras buscan evitar el Mar Rojo, optando por rutas más largas alrededor de África. Esta situación incrementa los tiempos de tránsito y los costos logísticos, impactando negativamente en la economía colombiana.

La crisis en el Mar Rojo también ha generado un aumento en las tarifas de flete a nivel mundial. Las navieras han tenido que desviar sus rutas alrededor de África, lo que incrementa los costos operativos y, en consecuencia, las tarifas de transporte. América Latina, que depende en gran medida del comercio marítimo, se ve afectada por este «contagio de tarifas», lo que encarece las importaciones y exportaciones, afectando la economía de la región.

Las perturbaciones en el Mar Rojo también han impactado los precios de la energía y los alimentos a nivel mundial. Las interrupciones en las principales rutas comerciales han llevado a un aumento en los costos de transporte, lo que se traduce en precios más altos para los consumidores. América Latina, como importador y exportador de estos productos, enfrenta desafíos adicionales en términos de inflación y seguridad alimentaria.

En resumen, los conflictos en la ruta del Mar Rojo han tenido un impacto significativo en los puertos de América Latina que dependen de esta vía para su comercio internacional. La búsqueda de rutas alternativas, el aumento de costos y las perturbaciones en las cadenas de suministro son desafíos que la región debe enfrentar para mitigar los efectos de esta crisis en su economía.

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