Las pequeñas y medianas empresas (PyMEs) atraviesan un contexto crítico, con restricciones de crédito, caída de empleo y presión por la competencia de importaciones.
El directivo de la Asociación de PyMEs, Eduardo Fernández, afirmó que la política monetaria del Gobierno, con un fuerte aumento en los encajes bancarios, eliminó el crédito como motor del consumo interno y elevó las tasas a niveles “insoportables” para el sector.
“El futuro es sombrío. El crédito, que era uno de los motores del mercado interno, hoy está totalmente descartado tanto para consumo como para financiamiento de las empresas. Los números son tremendos: al inicio de agosto el encaje total era del 30% y el de bonos del 9%. Vamos a cerrar el mes con 53,5% y 18,5%, respectivamente. Esto significa tasas reales imposibles de afrontar”, explicó Fernández en Radio Rivadavia.
La situación impacta en el empleo: durante la pandemia se perdieron 155.000 puestos y, en los últimos 18 meses, otras 250.000 personas quedaron sin trabajo. “Las pymes están en una situación límite: no quieren despedir, pero no pueden sostener sus plantillas. Detrás del cierre de cada empresa hay historias familiares y economías regionales que desaparecen”, agregó.
Fernández advirtió que el escenario podría desembocar en una crisis similar a la de 2001. “Cuando se sinceren las cifras y se mida la economía real, vamos a encontrar un desastre comparable al de aquella época. Hoy el país está destruyendo empleo y cerrando empresas que tardaron décadas en consolidarse”.
En este contexto, el sector productivo reclama políticas que reactiven el crédito y reduzcan la presión financiera, con el objetivo de sostener la actividad y el empleo.