Juliana Awada dejó entrever cómo decoró el living de la casa que tiene en la Patagonia
El resplandeciente living de la casa patagónica de Juliana Awada no solo refleja su cariño por el sur del país, sino que delata un gusto impecable por la decoración que combina lo cálido con lo moderno. Ubicada en Villa La Angostura, esta residencia ha sido durante años un refugio donde se entrelazan la elegancia y la naturaleza en perfecta armonía.
Dentro de este acogedor recinto, los tonos suaves y los materiales nobles se despliegan al servicio de un diseño que sabe sacar mayor partido a la luminosidad. La madera reviste las paredes, acompañada de alfombras de yute que aportan textura. Los sillones son, literal y figuradamente, el punto de encuentro perfecto, con un tapizado en tonos tierra que se complementa a la perfección con suaves almohadones diseñados para el confort.
El formidable parrón y las mesitas de café ubicadas estratégicamente en el centro del ambiente invitan a sentarse a leer o pasar una tarde distendida. Estas no solo exhiben elegantes velas que intensifican la sensación acogedora, sino también floreros con arreglos florales silvestres que rescatan lo mejor del entorno natural. La chimenea negra sirve como un punto de ruptura que añade un toque de modernidad, maximizando a su vez la calidez natural del espacio.
Los orígenes del ensueño que representa hoy esta casa se remontan al afecto profundo que sufrió Juliana Awada hacia la Patagonia cuando la visitó, por primera vez, con su madre. Desde ese instante, esa región austral dejó una marca imborrable en su corazón, llevándola a compartir su pasión con su esposo Mauricio Macri, quien rápidamente quedó tan encandilado como ella por las tierras patagónicas, desembocando en la posterior construcción de su anhelado hogar.
Rossi jugó un papel vital en el diseño arquitectónico del hogar Matri-Macri. El hábil arquitecto, casado con la hermana de Awada, asumió la inmensa tarea de levantar un espacio familiar que se integrara casi simétricamente con el entorno natural. Empleó todo su talento para evitar dañar la vegetación original, usando pasarelas para conectar los distintos sectores del hogar.
En cuanto al diseño interior, Awada encontró apoyo en la interiorista y amiga Daniela Galitó, quien junto a un grupo multidisciplinario de paisajistas logró crear un espacio que trascendiera lo doméstico para tocar lo sublime. En tan solo dieciséis meses, el equipo completó este refugio que rebosa serenidad, ofreciendo tanto a sus habitantes como a sus visitas una conexión renovada con la naturaleza en toda su magnificencia.