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martes, mayo 13, 2025

Qué es de la vida de Robertino, el hijo de Pata Villanueva y el Conejo Tarantini: músico y empresario gastronómico entre España y Argentina, se imagina siendo padre a los 45

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Robertino Tarantini trae su propio calzado a la producción: unas botas animal print que levantan cualquier outfit y que combinan con los colores del bolso Louis Viutton heredado de su madre. Sus rulos maradonianos y su metro casi noventa hacen el resto. No solo no le cuesta posar sino que lo hace con demasiada soltura. No es para menos, nació entre flashes: su padre, El Conejo Tarantini, ya era campeón del mundo, y su madre, Pata Villanueva, era una de las modelos más sexys de la Argentina.

La infancia de Robertino fue lejos de Buenos Aires, nació en Barcelona, vivió hasta los 9 años en Francia (en Toulouse y Córcega) y también pasó una temporada en Suiza y, de más grande, otra en México. Ahora está viviendo mitad en España mitad en Argentina. Está montando con un socio riojano un nuevo negocio: compra fondos de comercio chicos y quiere emprender una cadena de fast food. «Se llama La parroquia y estoy cerca de inaugurar el primer bar. Van a ser varios. El concepto es comida rápida, sándwich, cerveza, cava y buena música», cuenta a Revista GENTE el empresario gastronómico que también se presenta como músico.

Robertino tiene 41 años, supo ser modelo pero ahora se define como empresario gastronómico.

Esta no es la primera vez que se anima a apostar: a los 20 años tuvo con un socio uno de los bares de moda, Puerta 1, un proyecto que duró más de una década y que no se volvió a replicar. «Ahí empecé a creer que tenía una profesión y me animé a abrir otros locales. Fue así que descubrí que lo que te da la gastronomía te lo puede sacar en dos días. Fundí y me tuve que dedicar al lobby para pagar deudas», sentencia en una extensa charla donde además de hablar de sus éxitos y fracasos, recorre parte de su biografía llena de anécdotas icónicas (desde una noche de fiesta con Maradona al día en que su mamá se peleó con la princesa de Mónaco).

Robertino vivió varias vidas en una. En 41 años, pasó de Ginebra, rodeado del jet set, a Buenos Aires, del fútbol a la música: su mamá convivió durante cinco años con David Lebón. Probó el fútbol en México, fundó un bar, fue conductor de un ciclo musical, y, siendo adolescente, salió en la televisión defendiendo a su papá, con quien tiene «una relación complicada», cuando fue acusado por tráfico de drogas por el juez Bernasconi (sí en la misma causa del florero y Samantha Fajat y Natalia De Negri).

Vio a su padre preso en los 2000 y hace 4 años vio a su madre en coma, luego de que se fracturara el cráneo en Punta del Este tras sufrir un accidente doméstico. «Estuvo muy grave, no sabíamos si iba a salir», confiesa. Con Pata fuera de peligro, Robertino habla de cómo vivió esos momentos que fueron críticos en su vida, asegura que le gustaría ser padre pero recién en 4 años y cuenta que está de novio con Renata hace un tiempo pero que viven separados: ella, en Madrid, y él, en Barcelona («La idea es mantener los dos departamentos. Por ahora viene funcionando muy bien la distancia»). Aunque por unas semanas más su dirección postal es Buenos Aires.

Robertino viene de años muy intensos. En 2021 su madre, Pata Villanueva, sufrió un accidente muy grave del que aún hoy se está recuperando.

«Me gusta moverme porque necesito plata para a vivir. Hago lobby, soy empresario, hago comunicación, trabajo con banca online, en tema de importaciones», dice y confiesa que arrancó varias carreras, entre ellas: administración de empresas y hotelería y turismo… pero que las abandonó. «Ma aburría», suma.

-¿Qué te acordás de tu infancia europea?

-En Ginebra viví hasta los 12 años. Me acuerdo de que empecé a ser adolescente y estaba un poco más suelto, andaba en skate, me iba solo. Una vez me perdí andando en skate... en esa época no había WhatsApp, no había nada. Era algo muy raro perderse en Suiza, si pasaba era porque había pasado algo muy malo. Fui hasta un policía y le dije que estaba perdido, medio llorando y me llevaron a casa y le pusieron una multa a mi papá de 1500 francos suizos.

-¿Te afectó en lo social tener una vida tan itinerante de chico?

-Sí, hice de grande mis relaciones. Mis amistades son desde que tengo 15 años hasta hoy. O sea, tengo amigos de hace 25 años. Mis relaciones carnales las hice acá. Algunas personas afuera también pero mi familia está acá, mis mejores amigos y la gente que quiero, también.

-¿Nunca perdieron el lazo con Argentina?

-No, ni un poco. La familia de mi vieja es muy grande, son ocho hermanos.

-¿Pensaste en ser futbolista?

-Lo que pasa es que yo iba a doble escolaridad en el Liceo Francés. El colegio estaba cerca de River y teníamos un equipo de fútbol bastante bueno que jugaba contra clubes. El tema es que era medio turno, entonces no podía entrenar. Mi vieja me dijo: «Terminá el colegio, no jodas, después fíjate.» Y a los 18 ya empecé a jugar e intenté en México. Jugué un tiempo en una segunda división, en Atlético Mexiquense (Toluca).

Hijo del Conejo Tarantini y Pata Villanueva, Robertino se siente más cerca del arte que del fútbol: «Salí a mi mamá».

-¿Y qué pasó?

-No era para mí. Solamente me quería sacar las ganas de que me acomodaran la ropa en el vestuario. Pero no: salí a mamá, salí artista. Tenía el 10% de mi papá, así que posibilidades tenía.

-¿Qué no te cerró?

Sentí que es muy injusto el mundo del fútbol, que tenés que tener mucha personalidad. Es un ambiente de mierda. Tenés que estar muy bien de la cabeza o tener muchas condiciones para no pasarla mal, para no sentirte traicionado… Hay un montón de miserias que yo no me fumo.

Robertino, junto a su padre y su mujer.

-¿Te pesaba que tu papá fuera campeón del mundo?

– No, cero, si no podía jugar, no jugaba. Él no me obligaba. Yo jugaba al fútbol todo el tiempo y quería ser arquero cuando era chiquito porque me gustaba la ropa de los arqueros… Es que los arqueros, de los clubes donde jugaba papá, me regalaban toda la ropa. A papá no le gustaba porque decía que los arqueros entrenaban separados y eran medio raros. De grande me gustó hacer más goles.

-¿Cómo te llevás con tu viejo?

-Bien, bien. Somos personas muy diferentes, chocamos. Él va y viene, no vive acá.

Con naturalidad, el nepo baby se entrega a la producción de Revista GENTE.

-¿En qué chocan?

-Pensamos muy diferente y somos los machos que chocan de la familia. En algunas cosas, tenemos personalidades parecidas… Estuve peleado un tiempo y después nos amigamos. Nos acercamos los dos y decidimos ser felices. Soy su único hijo varón, por más que no pensemos parecido, hay que disfrutar.

-¿Y hoy con tu mamá se llevan bien?

-No, son dos familias diferentes. Es raro porque ellos cuando se separaron no quedaron en malos términos. De hecho, él andaba suelto y en muchas ocasiones mi mamá lo ayudó. Fue después que se empezaron se llevar mal. Él se enojó, se empezaron a pelear. Y ahora no se llevan.

Robertino Tarantini y la música: del día en que le devolvió un regalo a David Lebón a sus ganas de sacar un disco

Robertino es el tercer hijo de Pata y el segundo de El Conejo, pero en ambos casos es el único varón.

Pata Villanueva era una de las mujeres más sexy de la Argentina y no solo eso: tenía proyección internacional. En los tiempos en que aún no había internet ni celular, supo conquistar Europa y moverse en un ambiente donde era habitual compartir tiempo con la princesa de Mónaco y otras celebridades de la alta sociedad.

Cuando se separó de Tarantini, volvió a Buenos Aires, cambió de estilo de vida y encontró otro refugio: el musical. Pata estuvo en pareja y convivió durante cinco años con David Lebón.

-¿Cuándo arrancaste con la música?

-Cuando mis papás se separaron, mi mamá estuvo cinco años con David Lebón y ahí apareció la música en mi vida y dije: «Esto es lo mío, qué fútbol ni qué fútbol, la música la puedo hacer hasta los 100 años». A los 20 empecé a componer, pero lo hago para alimentar mi alma. O sea, soy músico… Con el tiempo me di cuenta de que puedo decirlo.

-¿Por qué?

-A veces me da vergüenza, pero me fueron convenciendo de que lo diga porque soy músico, hago mis canciones, soy productor… Lo que pasa es que miro mucho, entiendo cómo funciona el mercado y veo tantos artistas que admiro y que tienen más plata y son más talentosos y no los conoce nadie y la verdad… como que me rendí.

-¿Pero nunca te lanzaste?

-No, pero tengo todo… Podrías titular con un: «Hace 41 años que casi la pego con la música».

-¿Tenés temas para escucharte?

-En Spotify, no, pero tengo en YouTube. Lo último que hice se llama Paulítica. Le robé cuatro acordes a Paul McCartney y me los llevé al estudio y empecé a delirar con un personaje que se llama Paul Ítica.

Robertino ahora vive mitad en Argentina, mitad en España, donde está emprendiendo un nuevo negocio.

-¿Quiénes son tus referentes musicales?

-Los Beatles, Los Rolling Stones… toda la parte británica del rock. El rock nacional, también. Me parece que hay muy pocas cosas con identidad propia: decís «Gardel» o «Charly García»… Como dice Fito Páez: «Viajás por el mundo y no ves otros Charlys.»

-¿Qué te acordás de esa época en que vivías con Lebón?

-Bueno, en mi casa estaba todo el rock de Argentina. Hasta Charly… Hay una anécdota de mi cumpleaños. Tendría 14 o 15, llego a casa y mamá le dice a David: «Es el cumpleaños» y él contesta: «Uy. No te regalé nada.» Y viene de la nada todo impulsivo con un estuche de guitarra y me regala una guitarra, que le había regalado a él B.B. King. Era su guitarra preferida, pero como no tenía nada a mano me la dio.

-¿La tenés todavía?

-No… Me la llevé al cuarto y me quedé pensando un día y le dije a mi mamá: «No la puedo aceptar. Primero, no sé tocar». Me contestó: «Podés aprender… Es la guitarra de B. B. King». Y le dije: «Segundo, para él es mucho más importante que para mí.» Y ahí me dio la razón: «Bueno, anda a deciaserlo». Entonces, voy con el estuche y le digo: «David, disculpá… No te lo tomés a mal, pero te voy a devolver la guitarra». «Gracias, gracias» y la agarró. Estaba desesperado. Se quería matar. Iba a morir en la suya. Después me regaló otra.

-¿Seguiste en contacto con él?

-No. Después se fue a Mendoza y lo invité varias veces a un programa de televisión que yo tenía en Canal 9, En estéreo, que llevábamos artistas y tocaban bandas, pero nunca quiso venir. Ahí medio que lo mandé a la mierda. Es gente muy cambiante.

-¿Y ahora?

-Sin rencor. Me lo crucé en unos Gardel, nos saludamos y me dijo: «Te quiero más allá de…» y le contesté: «Más allá de los problemas de qué… Yo nunca me enteré».

Robertino Tarantini y la salud de su madre Pata Villanueva

Pata, con sus hijos, en plena recuperación.

Robertino habla de Pata con orgullo, asegura que era tapa de revista Playboy pero en una época donde todo era más cuidado. La define como una persona magnética y que logró imponer su estilo casi sin buscarlo. Pasan los años y él se sigue sintiendo cerca de ella, de hecho, mientras está en Buenos Aires vive en su casa.

Su idea es pasar mitad de temporada en cada país para no estar lejos de Pata, quien enviudó en 2011, después de 14 años en pareja con el mexicano martín Dernt. Mientras su madre sigue en rehabilitación, luego de sufrir un accidente doméstico que se complicó y tuvo peligro de muerte, Robertino -que en Europa no solo tiene negocios sino que está su chica, con quien sale desde hace dos años («Escuché decir que una buena relación es una amiga con momentos eróticos», dice sobre Renata)-, se divide para estar cerca de ella y acompañarla.

-¿Cómo está tu mamá?

Bien. Después del nivel de extremo peligro que pasó, está increíble. Se rompió el cráneo, estuvo al borde de la muerte, muy pero muy cerca y se está recuperando. Es lento, fue hace cuatro años.

«Una noche salí de fiesta con Maradona, fue la mejor de las noches», cuenta Tarantini.

-¿Vos estabas acá cuando pasó?

-Yo estaba acá, mamá se había ido a Uruguay porque estaban las fronteras cerradas, y ella quería hacerse el documento uruguayo para ir y volver todo lo que quería. Y bueno, nada, un accidente doméstico que se fracturó el cráneo, Quedó en coma y le tuvieron que hacer una operación muy delicada en Uruguay y le salvaron la vida. Son increíbles los médicos de allá.

-Pero no terminó ahí…

-Después hubo que hacer otra operación y le agarró una infección general de hospital, ahí fue peor. Nos habíamos enamorado de su vida de nuevo… Pasé los peores momentos de mi vida, ya pasaron, hoy la tengo viva, espectacular. Y nada, uno no se puede meter en el destino de nadie, ¿no?

-¿Y ahora está recuperada?

-Está perfecta… Lo único que tiene es un problema motriz, en el brazo y en la pierna derecha. Tiene que hacer rehabilitación, es muy lento. Por ahora no puede caminar, pero lo va a hacer.

-¿Pero cognitivamente cómo está?

-Muy bien. Van las amigas a visitarla, los hermanos… Le cuentan cosas del año del pedo. Se acuerda de todo, hasta los corrige. Es La Pata de siempre. Está muy bien cuidada.

-¿Y tus hermanas (tiene dos, Agostina Cavallero, fruto de la relación de su mamá con Héctor Cavallero y Bernarda Tarantini, unos años mayor que él)?

-Mis hermanas están acá, nos ocupamos todos. Tiene gente que la cuida 24 horas y la verdad que gracias a Dios casi no quedaron secuelas.

Robertino se imagina siendo padre en unos 4 años. Ahora tiene otros proyectos: le gustaría actuar y producir una serie de seis capítulos.

-¿Son unidos entre ustedes?

-Sí. Y nos dimos cuenta más que nada en ese momento. Somos una linda familia que eso viene del cariño de mamá. Es todo producto de mi vieja. Más allá del mal momento que estábamos pasando, nos dimos cuenta de que éramos una linda familia, que estábamos bien criados.

-¿Tenés sobrinos?

-Sí, una sobrina de mi hermana más grande. Yo no tengo hijos y mi hermana, tampoco y creo no va a tener.

-¿Cuántos años tiene tu hermana?

-43. Está en pareja hace como 25 años con un empresario. Tiene perros, no hijos. Cría Schnauzer, es la número uno en Argentina o el mundo. Pero no le gusta la exposición.

De los tres hijos de Pata Villanueva, Robertino es el más mediático.

-¿Y vos con el tema paternidad?

-Y yo con el tema paternidad, complejo… Sí quiero, pero me veo padre a partir de los 45 años. Como voy a vivir 90, hasta los 45 hago lo que quiero y después de los 45 me concentro en formar una familia. Quiero disfrutar de lo poco que me queda de juventud plena… No estoy para que mi vida pase a segundo plano ahora. Además me gustaría disfrutar del noviazgo.

-¿Alguna vez te pesó ser hijo de?

-Nunca me molestó ni tuvo una contra real. Hay gente que se expone igual, haciendo las cosas bien o mal, pero solamente le gusta la exposición… La gente que dice: «No importa si hablan mal o bien de vos». Esas cosas no me gustan porque te denigrás.

-Ahora está todo más expuesto

-Antes había cosas personales que los medios las comunicaban, pero no era como es ahora. Ahora yo sé todo de Wanda e Icardi, todos eso me invade la vida. Yo no quiero saber de ellos. No quiero saber de Pampita, no quiero saber de la China Suárez. No quiero saber. Esta gente que vive así me parece que no vive bien. A mí me tocó exponerme cuando mi papá estuvo preso, elegí defenderlo, pero porque quería ayudar.

Fotos: Martina Cretella (@mcretellaph) Make up y pelo: Viviana Rojas Méndez (@vivianarojasmendez), para @hairmalambo
Estilismo: Lucila Subiza (@lucilasubiza) Accesorios: Divinos Abalorios (@divinosabalorios) Sacos y pantalones: Sastrería Windsor (@sastreriawindsor) Camisas: Hay que ser Fuerte (@hayqueserfuerte.ind
)

Redacción

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