«Desde chico miraba telenovelas en la casa de mis padres y quería estar ahí», con ese entusiasmo Adrián Navarro recuerda cómo nació su pasión por la actuación. Montecristo, Vidas robadas y Secretos de amor son algunas de las producciones en las que participó y por las que la gente lo sigue reconociendo.
Además de las icónicas telenovelas, donde hizo en su mayoría de villano, tiene una trayectoria con más de 25 películas y más de 40 obras de teatro, lo que lo convirtió en una figura recurrente de la pantalla y los escenarios. Hoy, está en el teatro Tinglado con Es Paria todos los jueves a las 20.30, un unipersonal que estuvo preparando por varios años y que finalmente decidió presentar al público.
El artista se mantuvo fuera del radar de los medios durante mucho tiempo y a sólo meses de su regreso de España posa para GENTE. Y en una charla a corazón abierto cuenta qué fue de su vida durante los últimos años, qué lo motivó a volver al país y cómo acompaña a Facundo y Violeta (sus hijos) ahora en sus carreras.
Con una amable sonrisa y particular timidez, confiesa que hace mucho no hace fotos, pero rápidamente entra en confianza y deja al descubierto esa experiencia que ha acumulado durante sus 30 años de carrera.

Qué es lo que más recuerda de La Matanza y qué hizo con su primer sueldo de actor
Nació el 24 de octubre de 1969 en Laferrere, La Matanza, y hasta sus 7 años vivió en el barrio Oro Verde. Es el mayor de sus hermanos, y siempre habló con orgullo de la crianza que le dieron sus padres: su mamá era ama de casa y su papá chofer.
-¿En qué momento dijiste: ‘Quiero ser actor y vivir de esto’?
-Tenía 14 años cuando empecé a estudiar teatro y desde muy chico sabía que quería ser actor. En mi casa se miraba mucha telenovela. En la casa de mis padres el televisor estaba encendido todo el día, entonces, como niño, si no estaba jugando la pelota en la calle, que en ese momento se podía estar horas y horas en la vereda jugando a la pelota, miraba novelas y quería ser un actor de telenovelas, me metía en el personaje teniendo 8 años. Pero ya cuando empecé a estudiar y a formarme entendí que podía dedicarme a esto de verdad.
-Pero antes de comenzar tu carrera de actor hiciste de todo…
-Sí, en la vida hice de todo. Estudiaba de todo el día, hice el secundario, después empecé en la universidad, y seguía estudiando hasta que pude dedicarme pura y exclusivamente al teatro. Para mí era pasar de estar en el sótano a ir subiendo escalones y estar en el subsuelo (risas).

-¿De qué trabajaste?
-Pasé por todos lados para ganarme la vida y para tener también la libertad de los horarios. Fui vendedor, mozo, remisero, fotógrafo… Me acuerdo que en un momento empecé a trabajar en una compañía de seguros y duré un mes. Era en una oficina y me sentía en una jaula: «No puedo estar acá 8 horas encerrado», pensaba, quedándome detrás de un escritorio, mirando papeles. Decía: «¿Qué es esto? ¿Esto es vida?», o por lo menos no era la vida que yo quería para mí. Me fui de ahí y hacía obras de teatro, las cuales obviamente no ganaba prácticamente dinero, pero las hacía con mucho amor. Y fue recién a los 31 años que se abrió una puerta importante en el cine y a partir de ese momento empecé a vivir de la profesión.
-¿Te acordás qué hiciste con el primer sueldo que cobraste de actor?
-Ayudé a mi familia con el primer sueldo.
-Venís de La Matanza, ¿qué es lo que más recordás cuando te dicen Laferrere?
-Recuerdo unos pinos en el barrio donde vivía, donde nos trepábamos y pasábamos horas y horas y horas colgados arriba de los árboles. Y ahí nos quedábamos. En esa época era un barrio muy barrio, donde había muchos niños, y éramos una banda de pibes jugando a la pelota.
– ¿Eras bueno en el fútbol?
-¡Noo! Malísimo (risas). Siempre era el último para elegir. Armaban los equipos y al final decían: «¿Adrián para quién juega?». Era el dolor de cabeza de todos. Pero me gustaba mucho.

El especial vínculo con sus hijos: Facundo es cantante y Violetta actriz
-Mantenés un perfil bastante bajo, por eso mucha gente incluso no podía seguirte la pista estos últimos años, ¿es una elección?
-No soy muy amigo de las redes sociales. Tampoco soy enemigo, pero no soy muy amigo de las redes sociales, me cuesta un montón la tecnología. Hago mi vida tranquila, en familia, y no tengo esa necesidad de mostrar todo.
-¿Llegaste a sufrir la exposición en algún momento de tu carrera?
-Creo que todos los que estamos y tenemos una vida pública en algún momento sufrimos algún atentado con respecto a la persona. Pero la verdad me siento tranquilo y cómodo en la forma en la que llevo mi vida: rodeado de amigos verdaderos, de gente querida, trato de ser bastante selectivo con mi círculo y elegir bien con quién camino.
-Cuando tus hijos eran chicos te pedían que no los nombres en las notas, querían pasar desapercibidos y ahora son artistas también…
-Nadie de mi familia quería que los mencione y si bien mis hijos decidieron también vivir en el camino del arte, tienen de igual forma un perfil super bajo.

-Te voy a leer una frase que dijo tu hijo Facundo en una entrevista reciente: «Para mí mi papá está en el top 10 de los mejores actores argentinos. Es mi ídolo». ¿Qué sentís con esa definición?
-Más allá de la definición, mis hijos son seres de luz, son seres de amor, los dos. Facu está en el mundo de la música, está por sacar su segundo disco, también de la actuación, hizo una campaña de modelaje para una marca también… Es súper hermoso y mi hija Violeta también es la más bella del mundo, es actriz, ha estado mucho tiempo en el Teatro de Catalina Sur, ha hecho cine y dibuja precioso.
-¿Qué le respondés?
-Imaginate. Me emociono cuando los pienso, más cuando hablo de ellos. No quiero ser el ídolo de nadie la verdad, ni siquiera de mis hijos. No quiero ser el ejemplo tampoco. Solamente quiero que tomen lo bueno que tengo y el resto lo tienen ellos. Yo aprendo mucho de Facu y de Violeta a diario, aprendo muchísimo.

-Debe ser un flashback para vos que ellos crecieron acompañándote en los estudios de grabación y ahora vos también los acompañas.
-Sí, de chiquitos siempre iban conmigo al set… Hace poco viajé a España y estuve en el estudio de grabación acompañando a Facu. Estar ahí y verlo crecer artísticamente me da mucho placer. Se está abriendo camino solo y Viole también.
-¿Cómo son?
-Son personas muy independientes, educadas, tienen esa idea desde niños de que hay que salir adelante. Obviamente yo acompaño a mis hijos en todo lo que se propongan. Hagan lo que hagan, lo que quieren hacer, yo voy a estar ahí porque es una decisión y los voy a acompañar hasta el fin del mundo.

De sus icónicos personajes de telenovelas a sus días en España
-La gente te sigue recordando por tus personajes en Montecristo, Vidas robadas o Secretos de Amor, ¿cómo te sentís con ese reconocimiento?
-Me divierte (risas). Soy bastante tímido en ese momento en que la gente me reconoce en la calle o se acerca y me pregunta por algún personaje. A veces me cuesta recordar los nombres de esos personajes, pero es por lo que me genera esa situación. Me da un poco de pudor, pero siempre es lindo recibir el cariño de la gente. Me gusta ser reconocido por el trabajo que hago. Ese es el mayor de los premios.
-Volviste hace poco de España, ¿qué tal tu experiencia en Europa?
-Estuve 6 años viviendo en España, dirigiendo y produciendo. Hice una serie, una película y estuve dirigiendo teatro. Y fue justo ahí donde me motivé a hacer el unipersonal, porque las dos últimas piezas eran de un solo actor, y recordé que tenía un proyecto dede hace un tiempo y que podía darle forma y presentarlo al público. Era también meterme en un mundo nuevo y a los 55 años meterme en un mundo nuevo me encanta.

-Con 55 todavía estás vigente…
-Me siento muy vital. Por eso. Pero no dejar de ser 55, son 55 años en esta tierra y espero otros 55 más por delante. Pero sí, el tiempo va pasando… No sé si me pesan los años, pero me encanta esto de descubrir cosas nuevas dentro de mi trabajo, eso me fascina.
-¿Todavía están esos nervios antes de lanzar un proyecto nuevo?
-Los nervios siempre están ahí, muy latentes, para que las cosas salgan como uno las piensa. Uno las piensa previamente, pero una vez que las ejecutás tenés que analizar: «¿Habrá salido todo como lo estuve planeando?», pero en el momento que estás en acción arriba del escenario no estás pensando.
-¿Por qué elegiste España este último tiempo?
-Porque en un momento decidí abrir camino a lo nuevo. No había vivido nunca tanto tiempo en otro país, sí había estado en distintos lugares, por trabajo, dos meses, tres meses, pero ahí fui decididamente a quedarme y estar un tiempo en Madrid, en Barcelona, y pude descubrir nuevas cosas, compartir con otros compañeros de otros países, otra cultura y vivir desde adentro la industria en Europa.

-¿Y cuándo decidiste volver a Argentina?
-La decisión de regresar fue básicamente por necesidad de estar acá, cerca de mis seres amados. Tengo tambien seres queridos en España, pero el hecho de venir, de quedarme un tiempo acá me ilusionaba.
-¿Te quedás definitivo?
-No sé cuánto tiempo voy a estar acá, o si voy a ir y venir, ya siento que no soy de ningún lugar, soy un poco de todos lados. Y eso me gusta también, pensar en la posibilidad de tener un proyecto en México, pensar de ir a Madrid a hacer un proyecto, de viajar de España a Argentina y estar rodeado y acompañado de amor.
-¿Cómo definís el éxito hoy?
-El éxito hoy es sobrevivir. Eso es el éxito hoy, en esta actualidad en la que estamos viviendo. Sobrevivir hoy es exitoso.
El regreso de Adrián Navarro a los escenarios
Con un perfil bajo y alejado de los medios en Argentina, Adrián Navarro volvió a los escenarios con Es Paria, un unipersonal que tenía ganas de hacer desde hace tiempo, y sintió que era oportuno presentarlo en el contexto actual. «La idea surge hace varios años y quedó encajonado. Pero ese texto volvió a resurgir y como digo, el texto me lo regaló el contexto», confiesa.
-¿Esta obra es para vos un reflejo de la actualidad del país?
-Mirá, la obra abarca las problemáticas sociales como: la grieta política, la violencia discursiva y el aislamiento social. Esto está contado desde el personaje de Fierro. Yo encarno a un hombre que se ve desde el ojo juez de un loco. Es decir, para las corporaciones es un peligro, para las farmacéuticas es un enfermo. Es un tipo que es incapaz a renunciar a sus manifiestos y tolerar como el resto se rinde ante el poder hegemónico.

-¿Por qué Es Paria?
-Es un tipo que es señalado por el otro. Un desterrado, un tipo que quedó solo. Se dice que es loco, que es enfermo, que es peligroso. Pero hay que ver desde qué punto de vista se dice todo eso y por eso invito a la gente a que podamos descrubir qué tan loco está ese personaje realmente.
-Está presentado con un toque de comedia, ¿cierto?
-Sí, tiene mucho humor también, un humor absurdo. Fierro es un personaje que está dentro de su espacio, que es una especie de búnker, taller. Construye y trabaja con material reciclable. Podría llamarse un artista.
-¿Cómo ha sido la receptividad del público?
-La gente se siente muy reflejada al ver esta obra. De hecho, hace poco una señora me decía: ‘Ya no me da miedo que me digan que estoy loca’, o reclamar lo que le corresponde, lo que nos pertenece. Es a eso a lo que el personaje le hace frente.

-Más allá del Adrián actor ¿sentías la necesidad de opinar sobre el contexto actual?
– Sí, por eso está contado desde la ficción, porque tiene esa posibilidad de poder manifestarse, contar desde distintos puntos de vista. Este es el punto de vista de Fierro, de este personaje, con el cual comparto muchísimas cosas y otras no tantas. Pero sí, creo que es una obra, podría llamarse político-social. Siento que es fundamental este tipo de obras para poder tomar consciencia y poder verlos al espejo que es lo que plantea el personaje: «Mirémosnos al espejo, veámos quiénes somos y qué hacemos».
-¿Qué creés que tiene ganas de ver la gente en televisión, cine o teatro?
-No te sabría decir la necesidad puntual de la gente, pero puedo hablar de mi necesidad, y es ver ficción. Cada vez hay menos ficciones, y mi personaje habla un poco de eso, dice: «La ficción no es más que el fiel reflejo de la triste realidad que ya no quieren que veamos». Fierro está plantado frente a los medios de comunicación y habla de lo que se transmite en los medios, qué es lo importante y lo que no.
La política y los artistas: Adrián Navarro opina sobre Lali Espósito y Dillom

-En el último tiempo se instaló una presión hacia los artistas: se señala al que opina y planta su idea sobre política o al que deja de hacerlo, ¿cuál es tu posición?
-Creo que cada uno tiene que ser libre, por eso vivimos en democracia, o por lo menos es a lo que apuntamos siempre. Poder decir lo que pensamos, seas artista, seas carnicero, seas ingeniero, seas lo que sea. Me parece que tenemos el derecho de poder decir lo que sentimos. Hay que entender que los artistas somos también personas como el resto de la humanidad y tenemos el mismo derecho a poder decir lo que sentimos. Si sentimos injusticia no está mal poder decir: «Esto es injusto». No tenemos la verdad en nuestras palabras, pero todo pensamiento o sentir es válido.

-Está el caso de Lali Espósito, por ejemplo…
-Es un poco ridículo enfrentar a un artista porque da su opinión. Me parece fantástico lo que es Lali, divina persona y me parece fantástico lo que hace, tiene esa posibilidad de decir lo que piensa, es lo mismo que hace Dillom. Son chicos que tienen esa movida y tienen esa inquietud y esa necesidad de decir… ¿Por qué no lo van a decir? Están en todo su derecho.
-Muchos de la nueva generación aprovechan sus espacios desde el arte para expresarse.
-Dillom es un flaco que en cada uno de sus conciertos dice lo que siente y lo dice desde el corazón. Miles de personas comparten lo que dice ese chico, ese artista y también miles de personas comparten lo que dice Lali y otras están en contra de lo que dice cada uno y es totalmente válido. Repito, tienen el derecho de plantarse donde se quieran plantar y de manifestarse como se quieran manifestar. Obviamente que apoyo a todos aquellos artistas que hacen su su descargo o presentan su opinión abiertamente.
Fotos: Diego García
Looks: Post Script.
Prensa: Sheila Márquez.