… Mira con ojos pícaros, cuando se lo preguntamos.
-Usted tiene el humor que le conocemos de la pantalla pero a la vez otro, un poco más picante, de doble sentido, que también es muy divertido…
-Claro que lo tengo, pero es que hay que ser respetuoso. Ahora en la tele dicen cualquier cosa, pero antes no se podía pasar de la raya: mencionabas una mala palabra y…, bueno, ni hablar si lo hacías en Canal 13 con los cubanos. En Telefe también se cuidaba eso. Yo nunca dije una mala palabra. El único que las lanzaba era Gasalla, pero porque siempre fue superior, a él se le permitía todo. A Antonio las malas palabras le quedaban bien, las ponía justo. Pero eso sólo a pocos le ocurren…
Lo dice Susana Giménez, y si lo dice la diva de las divas argentinas, por algo debe ser. Más aún hoy, que se encuentra al frente de LOL: Last One Laughing Argentina (en buen romance, “El último que ríe Argentina”), cuyo éxito en 2024 por Prime Video inspiró una segunda temporada de seis capítulos que viene causando sensación, ahora con Darío Lopilato acompañándola como anfitrión, y la participación de Pachu Peña, Nazareno Mottola, Pablo Granados, Juli Savioli, Fabio Alberti, Dani La Chepi, Alex Pelao, Marina Bellati y Lucas Upstein.
Los mismos, claro, que «vigilados por decenas de cámaras buscan hacer reír a los rivales -sin reírse ellos mismos-, empleando diversos estilos de comedia, incluyendo stand-up, personajes e improvisación. Aquellos que caigan en la tentación de la mínima sonrisa reciben primero una tarjeta mía amarilla y luego una roja que los descalifica”, puntualiza en persona Su antes dar el pie al periodista para avanzar con el reportaje.
“MI LÍMITE SIEMPRE FUE, ES Y SERÁ NO OFENDER NI HERIR A NADIE»

-Reír, reírse, sonrisa, menciona esas palabras… Al margen de algunos trabajos dramáticos realizados a lo largo de su nutrida trayectoria, el humor siempre se hizo presente en la tremenda carrera que a usted la precede. Más aún desde aquel 1º de abril de 1987, cuando debutó con el legendario ciclo ¡Hola Susana! por ATC (Argentina Televisora Color), ¿cierto?
-Tal cual. El humor, una constante que también desarrollé en cine y teatro, pero que particularmente nunca faltó en aquel ciclo que me convirtió en estrella de la televisión. Lo hicimos como treinta y cinco años. ¡Qué sé yo! fue una alegría tan grande aquel programa y me dio tanto tanto tanto amor de la gente: me siguen parando en todos lados, adonde vaya, y seguirá ocurriendo, porque se emitía en toda América y en Estados Unidos. Fue muy fuerte.
-Muy.
-Sí, y ahí jamás faltó la comicidad. ¿Las diferencias? Bueno, ahora tengo que ponerme tacos más bajos porque me duelen las rodillas y ¡los estudios son demasiado enormes!, pero siempre hubo humor en mi programa. Era muy importante la parte cómica. Acordate de Gasalla. ¡Antonio era increíble!

-A propósito, ¿se animaría a responder un ping pong justamente sobre un tema tan serio en la vida como el humor?
-Obvio -toma el guante acudiendo a su acostumbrada espontaneidad a prueba de pálidas cuando se la desafía a jugar.
-¿Qué es el humor para usted?
-Todo. Es salud, es alegría. El humor te libera las endorfinas. Me parece algo importantísimo. El caracúlico, de entrada te pone una distancia natural. A la gente con humor siempre la recibís con alegría. Yo no sólo recibo con alegría y cariño, sino que además me gusta hacerlo así.
-¿Se siente graciosa?
-Sí. O alegre, si querés. Siempre estoy de buen humor, con la cámara encendida o fuera de ella.
-¿Y cuál es su límite en el humor, Susana?
-Siempre hubo, hay y habrá un límite. En el caso del humor, para mí no ofender ni herir a nadie. Con Emilio (Disi), en aquel maravilloso sketch de la villa que te mencioné nos decíamos de todo con doble sentido. Pero porque nos conocíamos y el otro esperaba la reacción. Yo no lo dejaba fumar (al final tenía razón: él, Gerardo y Hugo Sofovich se murieron por el cigarrillo), lo hacía a escondidas y estallábamos en el sketch a puro humor. Pero, sí, el límite es no hacer sentir mal a nadie. E incluso si se puede hacer reír con algo positivo, mejor. No sé, (Guillermo) Coppola es un tipo gracioso por naturaleza que te hace matar de risa tan sólo relatándote anécdotas. Yo siempre le pido que me cuente las mismas (cuando fue con Maradona al Vaticano, cuando le compró la Ferrari negra, etcétera), y me sigo descostillando con ellas.
«EN GENERAL EL TIPO CANCHERO, CON HUMOR, ME CONQUISTA. HABLO DEL BUEN HUMOR, NO DE UN BOLUDAZO QUE TE DICE CHISTES TONTOS»

-¿Qué persona la ha hecho reír más en la vida?
-Ufff. No sé. En mi vida privada, Darin. Ricardo es el tipo más gracioso que yo conocí. Se la pasaba de buen humor. Con él siempre todo todo todo era un chiste. Te diría que era demasiado gracioso, dueño de un humor inteligente, brillante. Vivía tentada. Desde que empezamos a salir -él tendría 23 y yo 35, 36- ya era muy divertido… Y después, muchos amigos: el mismo Antonio, (Carlos) Perciavalle, El Negro Olmedo que, si bien lejos de la pantalla era más cerrado, cuando te lo cruzabas fuera del set siempre te mandaba alguna cosita que te hacía matar de risa.
-¿El humor la ha conquistado en la vida?
-En el caso de Ricardo, sí. Después, desgraciadamente muchas de mis parejas fueron para la lágrima que para la risa (se tienta). Obvio que, al margen de casos puntuales, en general el tipo canchero, con humor, me conquista. Hablo del buen humor, no de un boludazo que te dice chistes tontos. El humor ilumina siempre. La risa sirve de terapia.
-¿Por ejemplo, cuándo?
-En general, a uno y a quienes nos rodean… Un día, para el caso, a mi hija le pasó algo personal que no viene al caso pero la puso muy mal. Y me acuerdo que le mandé: «No te preocupes, Mecha, para que levantes voy a ponerte una película. No lo vas a poder creer”. “¿Te parece?”. “Me parece”. Estábamos las dos solas en La Mary (su chacra marítima de Punta del Este) y le busqué una de mis preferidas: Amici miei, italiana, de 1975.
-Con Ugo Tognazzio.
-¡Ésa! Bueno, ¡una genialidad!… Y Mercedes se tentó hasta el final. “¿Viste que te olvidó el disgusto por un ratito?” “¿Viste que risa cura?”. No tengo dudas de que la risa es terapéutica.

-En estos tiempos convulsionados (bah, como convulsionados suelen ser siempre en nuestro país), ¿no nos anda faltando a los argentinos un poco de humor que nos regale felicidad?
-Depende. El argentino es dueño de un humor particular. Lo notás en la calle: el argentino es reo, rápido. Lógico, somos conscientes de que últimamente nos han pasado cosas que no son para estar muy contentos, pero el humor nos levanta. Aunque nos toquen tragedias, el argentino siempre genera algún chiste, alguna historia, algún cuento con personajes conocidos por Instagram, redes sociales o por la tele que te hacen desmayar de la gracia. A los argentinos el humor siempre nos salva. Son nuestra liberación. Te lo aseguro yo. Sé de qué te hablo…
-¿Por qué lo menciona?
-Invitame a ver una comedia en teatro y me vas a encontrar en la sala sin necesidad de buscarme: soy la que lanza carcajadas sin problema.
Fotos: Cortesía de Amazon Prime
Arte de imágenes: Darío Alvarellos
Agradecemos a Julieta Balabanian