Por Alejandro Laurnagaray*
En el panorama internacional, esta disputa entre Estados Unidos y China por la hegemonía afecta a países de todo el continente. En particular, a Argentina, por los bienes minerales, los hidrocarburos y los alimentos.
Argentina viene teniendo una relación más cercana a China en los últimos años. Pero Estados Unidos pretende no perder cierta injerencia en América Latina. Y, hoy, en Argentina hay un gobierno que le es totalmente servil a sus intereses, pero que el rol que ocupa China lo tiene agarrado de alguna manera. Y al Gobierno no le conviene soltar esta relación con China.
Argentina no puede cortar las relaciones con China de una vez, pero está cediendo y sometiendo soberanía, recursos, intereses y futuro con Estados Unidos, debilitando al país como actor estratégico y tratando de alejar a China, paso a paso. Argentina no solo cumple con todo lo que le pide Estados Unidos, sino que recibe a sus dirigentes de forma muy especial, además de los negocios especulativos. Es una situación neocolonial. Pero China es el principal socio comercial de 140 países y es uno de los poderes rectores del sistema internacional.
Batalla comercial
Hoy, Estados Unidos está perdiendo esta batalla comercial en la hegemonía: está en un período en el que le toca ceder poder en un sistema que ya no puede controlar. Y Argentina está en una etapa de casi desgobierno, sin una visión económica, productiva ni financiera de estabilidad para la población.
Es cierto que hemos tenido meses de superávit comercial con Estados Unidos, pero fue porque bajó la importación por la recesión en el país, no es que se debió a una negociación. Con China, la balanza comercial es totalmente deficitaria, seguimos exportando materia prima a los dos países y terminamos con una nueva deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
El acuerdo con el Fondo es pan para hoy y hambre para mañana. Argentina tiene comprometidos más de 15.000 millones de dólares para pagar deuda solo en este año. Además, quién puede pensar que este Gobierno va a liberar el cepo para las personas y no para las empresas. Esto conlleva nuevas licitaciones para la bicicleta financiera, más ajustes, una mayor reforma laboral y jubilatoria, baja de coparticipación para las provincias y un futuro realmente muy grave para el país.
El gran problema del capitalismo en las últimas décadas fue que dejó de ser un capitalismo productivo para ser un capitalismo en el que prima la especulación financiera. Esto tuvo su golpe mortal en 2008, con el ascenso de China, con un socialismo con sus propias características.
El mejor sistema económico es el que le sirve a cada país. China, con su socialismo, se ha convertido en la segunda potencia mundial y va camino a ser la primera. Tomó algunos elementos del capitalismo americano y de otros países, pero los adaptó a su historia y a su realidad. No hay un modelo de manual que sirva para cada país. Y también depende de la visión estratégica de la dirigencia de ese país. Por esto, el capitalismo con supremacía de lo financiero de Occidente fracasó rotundamente.
*Analista internacional