Cada vez que en la historia se convoca a un cónclave para elegir al nuevo Papa, en este caso por la muerte del papa Francisco, los fieles esperan con entusiasmo la señal del humo que emana de la chimenea de la Capilla Sixtina.
También conocida como fumata, es producto de la quema de las papeletas que contienen los votos de los cardenales. Antes de quemarlas en un horno especial, se las rocía con químicos que le dan color, el cual puede puede ser negro o blanco. El Vaticano las menciona como «fumata nera” o “fumata bianca”.
El humo negro brota por la chimenea cuando ninguno de los cardenales consiguió la mayoría de dos tercios de votos necesarios para ser nombrado sumo pontífice.
En cambio, cuando el humo es blanco significa que la Santa Sede tiene un nuevo líder. Más tarde, un cardenal sale al balcón de la Basílica de San Pedro y grita la reconocida frase: “¡Habemus Papam!”, acompañado de un repique de campanas.
Cómo se logra el humo blanco que sale desde la Capilla Sixtina
En la actualidad, se sabe que la fumata blanca, despedida de la chimenea de la Capilla Sixtina, informa al mundo que el Vaticano ya tiene un nuevo Papa. Sin embargo, esta señal no siempre fue tan clara.
Se instauró por primera vez en la votación de 1225, tras la muerte de Gregorio X. Anteriormente, se anunciaban los resultados a través del sonido de campanas.

En 1978, durante el cónclave en el que se eligió a Juan Pablo I, la fumata que salió para confirmar la elección fue gris. Lo mismo ocurrió con el nombramiento de Juan Pablo II y Benedicto XVI, por lo que la población no entendía bien de qué se trataba el aviso de la chimenea.
En ese entonces, el método que utilizaban era quemar las papeletas con paja húmeda mezclada con brea para generar humo negro; o con paja seca para conseguir el tono blanco.
Tras reiterados grises que confundían a los fieles que esperaban ansiosos el resultado en la Plaza San Pedro, el Vaticano recurrió a cambiar su método de comunicar los resultados de las elecciones papales para que las pistas sean precisas.
Así entonces, en 2013, en la Capilla Sixtina, se implementó por primera vez la quema con dos estufas: una para quemar las papeletas y otra auxiliar para emanar humo negro o blanco.
En el momento en el que se incendian las papeletas, se activa un dispositivo electrónico en la segunda estufa que activa una especie de cartucho que le da color a la fumata.

En el mismo año, el Vaticano reveló que para conseguir la tonalidad oscura se mezcla perclorato de potasio, antraceno y azufre; y para el tono claro combinan clorato de potasio, lactosa y resina de coníferas llamada colofonia.