Por Melina González Paulos, especialista en Desarrollo infantil y en Vínculo materno -infantil, Lic. en Atención Temprana al Desarrollo infantil, Profesora en Discapacidad Intelectual y Facilitadora del Método Paternidad efectiva.
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Es central y absolutamente vital, especialmente en nuestra era donde la maternidad y paternidad a menudo viven en un aislamiento significativo. El bienestar del cuidador no es un lujo, sino la piedra angular del bienestar familiar.
La soledad del cuidador es un desafío contemporáneo frente al que no podemos hacer la vista gorda. Históricamente, la crianza era una tarea comunitaria. Las familias extensas, los vecinos y la tribu brindaban un soporte natural y constante. Hoy, muchas familias viven lejos de sus redes de apoyo y aunque estuvieran cerca las jornadas laborales son extensas tanto para aquel que cuida como el que podría convertirse en su red de sostén y la sociedad, en general, no siempre reconoce ni valora suficientemente el trabajo invisible y demandante de la crianza. Esto lleva a que madres y padres se sientan abrumados, agotados y muy solos.
Esta soledad no sólo afecta el estado de ánimo de los cuidadores, sino que también puede impactar directamente en la calidad del cuidado que pueden ofrecer. Un cuidador agotado, estresado o deprimido tendrá más dificultades para responder de manera óptima a las necesidades de sus hijos, para disfrutar de la crianza o para mantener su propia salud física y mental.
Será clave que hagamos un alto como cuidadores, como parte de la posible tribu de aquel que cuida y pensemos cómo Co-construir una red de apoyo. No podemos esperar que los cuidadores funcionen como seres ilimitados sin recargar sus energías. Poniéndonos como cuidadores a niveles de exigencia altísimos sin posibilidad de sostén.
Lo primero es reconocer que la experiencia de la soledad y el agotamiento es real y válida. Muchas veces, los cuidadores se sienten culpables por sentir lo que sienten. Es fundamental desculpabilizar y normalizar estas emociones. Hemos llegado a creer que mamá y papá pueden con todo y la realidad es que no ha sido así jamás y tampoco será así como madres y padres no tenemos por qué poder con todo, es un mensaje erróneo y es también la oportunidad de contarles a nuestros hijos a través de nuestras acciones que todos necesitamos y podemos pedir ayuda.
Concebir el Autocuidado como algo no negociable y fomentarlo no como un capricho, sino como una necesidad básica. Implica desde pequeñas pausas y momentos de desconexión, hasta buscar ayuda profesional si es necesario. Es como la instrucción en los aviones: primero ponete tu propia mascarilla de oxígeno antes de intentar ayudar a otros. Identificar las posibles redes de apoyo y ayudar a los cuidadores a identificar y activar sus recursos.
Familia y amigos que aunque a veces están lejos, pueden ofrecer apoyo emocional o logístico a distancia. En la pPareja/coparental, fomentar una distribución equitativa de las responsabilidades y un espacio para que ambos cuidadores puedan tener tiempo para sí mismos. Como terapeuta considero esto último como esencial para poder nutrir a otros primero nutrirse uno mismo. Tener comunidades de pares es de gran ayuda. Conectar con otras madres y padres que están pasando por experiencias similares. Grupos de apoyo presenciales o en línea pueden ser increíblemente valiosos.
Buscar ayuda de terapeutas, grupos de apoyo, doulas postparto, o cuidadores infantiles cuando sea posible y necesario se vuelve parte esencial de que cuidemos con menos estrés si también somos cuidados y sostenidos por otros en determinados momentos de la vida cotidiana.
A la sociedad de hoy y los sectores políticos les corresponde plantearse la lucha por políticas de apoyo a un nivel más amplio, abogar por cambios sociales y políticas que apoyan a las familias, como licencias parentales más extensas, flexibilidad laboral, acceso a cuidado infantil de calidad y asequible, y programas de apoyo a la salud mental perinatal y postnatal.
Redefinir el éxito en la crianza según cada particularidad familiar. Muchas veces, la presión por ser el “padre/madre perfecto” agota, abruma y frustra. Un espacio terapéutico en el cual el enfoque es ayudar a los cuidadores a redefinir el éxito, priorizando la conexión, el bienestar familiar y la autocompasión sobre una imagen idealizada e inalcanzable.
Acompañar a los cuidadores en este viaje, ofreciéndoles herramientas, validación y un espacio seguro para que puedan cuidarse a sí mismos, y así, seguir cuidando de sus hijos desde un lugar de mayor plenitud y resiliencia. Es la gran necesidad que trae el desafío de la crianza efectiva hoy, como mamás y papás no tenemos porque poder con todo solos, busquemos apoyo ya que necesitar ayuda es de mamás y de papás.
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