“Se generó todo un mito en redes alrededor de mi apellido: que era hija de Palito o que tenía algo que ver con el Burrito Ortega. Alguien lo inventó y quedó dando vueltas en redes sociales. Pero no, no tengo nada que ver con ellos”, bromea Sol Ortega.
El perfil artístico de Sol Ortega no se escribe con el vértigo de los grandes titulares, sino con la constancia silenciosa de quien ama lo que hace: la DJ nacida en Monte Grande, sur del conurbano, es hoy la única mujer argentina que integra el line up internacional de Creamfields Buenos Aires 2025. Un camino que comenzó con la fotografía y la llevó, con paciencia y perseverancia, a los escenarios más importantes de la electrónica.
“Hace once años que persigo este sueño. La primera mujer DJ que vi fue Magda y me flasheó. Ahí dije: ‘Qué bueno esto’, y me atrapó”, recuerda.
El 11 de octubre, en el Parque de la Ciudad, compartirá escenario con Argy, Armin Van Buuren, Claptone, David Guetta y Miss Monique, entre otros nombres que lideran la música mainstream: «Tengo muchos nervios por la gran responsabilidad que siento, pero también mucha gratificación”.
“Te soy sincera, quizás por una falta de confianza en mí misma, pero nunca me hubiese imaginado que podría llegar a tocar en un festival del cual fui parte ‘del otro lado’, como público. Nunca lo hubiese pensado. Pienso en eso, en que si uno va detrás de algo con paciencia, llega. Es muy gratificante», reflexiona, aún algo tímida, en un cafecito de Palermo.
Un festival bisagra

-Para muchos DJs argentinos, el festival fue un antes y un después…
-Creamfields también fue parte de mis comienzos. Todavía no era DJ, pero me gustaba mucho la música. Me acuerdo de ir incluso con mi papá. Hoy poder decirle: ‘Pa, voy a tocar ahí’, es increíble.
-Tenés 32 años y una carrera meteórica. ¿Cómo nació la decisión de dedicarte a esto?
-Siempre supe que quería algo relacionado al arte, pero no sabía que iba a ser la música. Arranqué con la fotografía, trabajé en un bar, cositas así… Y de repente todo se viró para este lado. Vengo de una familia a la que le gusta mucho la música.
-¿Cómo describirías tu sonido para alguien que no conoce el mundo de la electrónica?
-Es techno y house, pero con mucha influencia del funk y el soul. Muy bailable. La gente a veces piensa que la electrónica es un golpe monótono, pero lo mío es más musical, con groove y apto para todos.

Una vida simple, un sueño gigante
En tiempos en que los DJs son vistos como los nuevos rockstars, acumulan millones de seguidores en redes sociales y en plataformas, la vida cotidiana de Sol se mantiene simple: le gusta leer, ver películas, hacer ejercicio, componer desde su computadora y disfrutar del sol, mientras se toma un vinito y escucha un vinilo.
Instalada en Buenos Aires, no sueña con fama ni riquezas. Sí con ser feliz y estar rodeada de los suyos. Aunque se permite una fantasía: “Algún día tocar en Tomorrowland sería hermoso”, dice sobre el famoso festival belga. Aunque, sostiene, su mayor deseo es subirse a un escenario “siempre de día”, haciendo alusión a lo agobiante que suelen ser las jornadas laborales nocturnas.
Y no olvida de dónde viene: “Si no fuera por mi familia y mis amigos, no estaría acá. Mi papá todavía comparte orgulloso los flyers de cada show, y mi mamá me alienta, aunque esté a miles de kilómetros”.

-Se critica mucho a los DJs: que si mezclan en vivo, que si usan un pendrive… ¿Cuál creés que es la función de un DJ?
-Muchos también somos productores, como yo. Hacemos nuestra música y la tocamos, lo cual es mucho más minucioso. Pero diría que la tarea principal del DJ es hacer bailar a la gente, que la pasen bien desde el principio hasta el final. Y eso lleva una planificación importante.
-¿Qué es lo más difícil de la profesión?
-La soledad. Es un trabajo muy solitario. Te saca de tu zona de confort y, al menos en Buenos Aires, hay un techo. Tenés que estar en movimiento, viajando.
-¿Y lo más lindo?
-Cuando estoy en la cabina es mi único momento de meditación real. No estoy enfocada en nada más que no sea eso. Mi cabeza está ahí, no pienso en absolutamente nada más. Si no lo tuviera, no podría. Mi cabeza es dispersa y ese momento de foco me baja a tierra.
-Si tuvieras que elegir un lugar para tocar el resto de tu vida…
-Buenos Aires. Cualquier lugar de Buenos Aires, con su gente. Sin dudas.

Mientras termina el café después de hacer las fotos para esta entrevista, Sol reflexiona sobre lo que queda del año. Planea semanas de calma junto a su familia, amigos y pareja, y nuevos proyectos en Máquina Latina, su sello discográfico y productora de eventos.
Pero la cita más importante ya está marcada: de Monte Grande al escenario de Creamfields 2025, el 11 de octubre, frente a miles de personas, con el peso simbólico de ser la única mujer argentina del line up internacional. Sin embargo, su calma sigue intacta. El nerviosismo no la perturba.
Su fórmula será la de siempre: groove, vocales y música divertida. «Bomba, bomba», cierra.