El hombre tiene 55 años y lo suyo es ser un caballo de Troya para el rubro periodístico. Él mismo cita, con regocijo, al escritor peruano Mario Vargas Llosa: «Vivimos en un tiempo de fraudes, en el que el delito, si es divertido y entretiene al gran número, se perdona». El que se divierte, no obstante, es él, una y otra vez. El periodista romano Tommaso Debenedetti volvió a hacerlo este miércoles, cuando «mató» al papa Francisco.
Poco más de media hora había pasado luego de las ocho de la noche en Buenos Aires, y un tuit encendió las alarmas: una cuenta de X a nombre de Jorge Ignacio García Cuerva, arzobispo de Buenos Aires, con algo menos de diez mil seguidores, anunciaba la muerte del Papa Francisco. Justo en el mismo día en que se había informado sobre una mejoría en el cuadro de salud del Santo Padre y en el que hasta la premier italiana, Giorgia Meloni, había dicho, luego de visitarlo: «Está receptivo y sostiene su proverbial sentido del humor. Hemos bromeado como siempre». El propio arzobispado porteño debió pronunciarse y desmentir el tuit.
En posteos ulteriores se leía en la misma cuenta: «Cuenta falsa creada por el periodista italiano Tommaso Debenedetti». No es la primera vez que este periodista mata a un Papa.
Debenedetti es, una y otra vez, capaz de soliviantar a más de uno. Y con el tiempo se fue perfeccionando y necesitando cada vez menos para lograr su cometido. Licenciado en Letras luego de defender una tesis sobre la obra del escritor Alberto Moravia, durante los años noventa ejerció como periodista y crítico literario en medios como Argomenti, Stadium o la Gazzetta di Parma. Mismos rubros que ejercieron su abuelo y su padre, Antonio, que fue un conocido escritor en Italia.
Qué difíciles pueden resultar las cosas más simples para Debenedetti, romano de ley, casado y con dos hijos, que además incursionó como profesor de italiano y de historia en un instituto de Roma, la ciudad eterna. «Mi idea era ser un periodista cultural serio y honrado, pero eso en Italia es imposible«, le comentó al medio español El País, en junio de 2010.

«De repente entendí que algo no olía bien en la prensa italiana. Yo quería trabajar honestamente como redactor cultural, pero no había espacio. Iba a las conferencias de prensa, pero nadie me daba entrevistas. Ofrecía críticas y reseñas de actos, pero siempre me decían ‘eso ya lo cubrimos con nuestros redactores’. Así que cambié de método«, ahondó en la nota con ese medio.
Con la llegada del nuevo milenio, Debenedetti comenzó a granjearse su propia nombradía, y así se lo contó a La Repubblica: «Un periódico me pidió que entrevistara a Gore Vidal, que estaba en Roma para presentar su nuevo libro [las memorias Palimpsesto]. Y él, que inicialmente había aceptado reunirse conmigo, cambió de opinión y ya no me quería dar la entrevista. No sabía qué hacer».
La solución: «Utilizar las cosas que había dicho públicamente y las cosas que ya sabía por sus libros para escribir una especie de diálogo imaginario que el periódico local estuvo feliz de publicar. Pasa el tiempo y me digo: qué raro, nadie se dio cuenta de que la entrevista era falsa«, añadió sobre su entrevista apócrifa a un autor norteamericano de best sellers.
«Llamé a un par de periódicos para preguntarles si estarían interesados en una entrevista con John le Carré. Los mismos que cuando les propuse un artículo me dijeron que no, pero ante una entrevista con un gran nombre me dieron una página entera», comentó sobre su segunda faena, que continuó con una retahíla encomiable: iba plantando una declaración de política internacional del escritor norteamericano Philip Roth, un comentario del autor israelí David Grossman sobre la crisis de Oriente Medio, o bien entrevistas al intelectual Noam Chomsky, al novelista Arthur Miller, ¡al Dalai Lama y Mijaíl Gorbachov, expresidente de la Unión Soviética!
Incluso falseó una entrevista con Joseph Ratzinger, cardenal alemán que en abril de 2005 (tras la muerte de Juan Pablo II) se convirtió en Papa. El diario francés L’Independent publicó íntegramente esa entrevista dos días antes de la asunción de Ratzinger. La presentaron como la última entrevista antes de ser ungido como Benedicto XVI. También, en 2011, se hizo pasar por el célebre Umberto Eco y envió una carta para polemizar con el filósofo francés Bernard Henri-Lévy, carta que hasta el The New York Times dio por buena.

«Todos sabían, sólo que actuaban como si no fueran invenciones. ‘¿Tenemos la primicia exclusiva? Lo damos, y si nos descubren, no es culpa nuestra sino del freelance’«, confió a El País. Incluso hasta fantaseaba con compendiar sus bulos: «Me gusta ser el campeón italiano de la mentira. Creo que he inventado un género nuevo y espero poder publicar nuevos falsos en mi web, y la colección en un libro».
Y en la vida, lector, lo importante es pasarla bien: «Me di cuenta de que lo que interesaba no era la cultura sino los grandes nombres, el espectáculo, las estrellas. No pagaban casi nada, pero yo quería escribir y no me importaba el dinero. Así que comencé a jugar. La verdad es que me divertí horrores durante esos diez años«.
«En la era web, cualquiera puede inventar cualquier cosa, fingir ser Vargas Llosa, Philip Roth o Umberto Eco, como yo he hecho, y le creerán. Por eso el límite entre ficción y realidad es variable», declaró años más tarde, con el pecho inflado.

De las entrevistas apócrifas a las muertes falsas por redes
Cambian los tiempos y con él las formas de comunicar. Sobre todo desde la irrupción de Twitter, que comenzó a mutar a partir de la década de 2010 las formas de la circulación de la información y, sobre todo, de las primicias. Pero eso no amilanó a Debenedetti, sino que le señaló un nicho nuevo.
Aquello de que el New York Times diera por genuina la carta a nombre de Umberto Eco planteó una cuestión clave no sólo para Debenedetti, sino también para el periodismo: la cuestión de la verificación de la información y de los acontecimientos; o, como se conoce el concepto en inglés, fact-checking.
Así, las invenciones de este periodista italiano comenzaron a ceñirse a los 140 caracteres que Twitter (hoy X) permitía hasta hace un tiempo, y casi que mantuvo esa extensión incluso cuando esa red social permitió duplicar esa cifra. Su métier desde entonces son las muertes. ¿De quiénes? Cualquier artista de renombre.

Comenzó a crear cuentas falsas en Twitter/X y comunicar muertes por las que agencias de noticias y medios de toda laya pisaban el palito. En 2012 creó un perfil apócrifo del ministro del Interior ruso y comunicó la muerte de Bashar al-Assad. Diez años más tarde, creó una cuenta a nombre del presidente de la Conferencia Episcopal alemana, Georg Bätzing, y desde ella comunicó la muerte de Benedicto XVI (que sobrevivió, finalmente, seis meses a esa fake-news).
Margaret Thatcher también sufrió la guadaña de Debenedetti, mediante un perfil falso de Carla Bruni (¡una actriz y cantante italiana comunicando la muerte de La Dama de Hierro!). Hugo Chávez, Fidel Castro… no se salva nadie.
A mediados de 2024, el italiano se adjudicó la fake news sobre la muerte de Noam Chomsky, que puso a trabajar a medios locales e internacionales a escribir sentidas y frondosas necrológicas, que luego debieron ser dadas de baja.
La estrategia recurrente de Debenedetti estriba en la creación de perfiles apócrifos de editoriales o personalidades y su hibernación durante meses o incluso años antes de comunicar una muerte falsa. Minutos u horas más tarde, cuando se armó el revuelo, publica un tuit, siempre el mismo: «Cuenta falsa creada por el periodista italiano Tommasso Debenedetti». La firma del sepulturero. Y después elimina la cuenta en cuestión.

Su rubro predilecto es el de los escritores: J.K. Rowling, Kazuo Ishiguro, Milan Kundera, Antonio Skármeta, Isabel Allende, Javier Cercas, Javier Marías, Fernando Aramburu, y hasta nuestros queridos César Aira y Eduardo Sacheri. «ÚLTIMA HORA. El escritor César Aira falleció repentinamente. Una grave pérdida para la Argentina y para la cultura mundial», se leía desde la cuenta MinSPettovello, una apócrifa a nombre de Sandra Pettovello, la actual ministra de Capital Humano de la Nación. Incluso el secretario de Cultura, Leonardo Cifelli, seguía a esa cuenta.
«Me acabo de enterar de que un idiota en esta red anda diciendo que acabo de fallecer. Me siento medio tonto avisando que ‘sigo vivo’ pero prefiero eso que el equívoco», publicó en X Sacheri, a las 11 de la mañana del 21 de enero de este año. La cuenta que había comunicado la muerte del escritor argentino emulaba la cuenta oficial de Alfaguara, la editorial que publica sus libros.
Hola a todos! Me acabo de enterar de que un idiota en esta red anda diciendo que acabo de fallecer. Me siento medio tonto avisando que “sigo vivo” pero prefiero eso que el equivoco. Abrazo y buen día
— Eduardo Sacheri (@eduardosacheri) January 21, 2025
La gracia del asunto de este periodista italiano podría leerse en clave del ya citado fragmento La civilización del espectáculo, libro de Vargas Llosa: «Vivimos en un tiempo de fraudes, en el que el delito, si es divertido y entretiene al gran número, se perdona». El propio escritor peruano, premio Nobel, fue también víctima de Debenedetti.
AGE