En el mapa de la agroindustria global hay nombres que parecen inamovibles, y sin embargo algunos nacieron lejos de los polos tradicionales de Europa o Estados Unidos. Ese es el caso de UPL Limited, sigla de United Phosphorus Limited, una compañía india fundada en 1969 por Rajnikant Shroff para producir fósforo rojo en la ciudad de Vapi.
En poco más de medio siglo pasó de fabricar químicos básicos a convertirse en uno de los principales proveedores de insumos para el agro a nivel mundial. Con sede en Mumbai, hoy la empresa cuenta con más de 14.000 empleados, 43 plantas de producción en 14 países y presencia comercial en más de 140 mercados.
La estrategia de crecimiento estuvo marcada por adquisiciones que le dieron escala y portafolio. El hito más grande fue en 2019, cuando compró Arysta LifeScience por 4.200 millones de dólares, operación que la catapultó entre los gigantes de la protección de cultivos. Desde entonces se presenta bajo el concepto OpenAg, un paraguas que busca transmitir apertura, innovación y colaboración en toda la cadena agrícola.
Su negocio está organizado en varios segmentos. La unidad de Protección de Cultivos es la más grande y comprende herbicidas, fungicidas e insecticidas, tanto de síntesis como biológicos. A través de Advanta Seeds participa en el mercado de semillas híbridas y biotecnológicas, con 850 variedades registradas. En el área de Specialty desarrolla productos de especialidad: formulaciones químicas para nichos agrícolas e industriales, incluidas soluciones poscosecha y tecnologías complementarias de alto valor agregado. Finalmente, en NPP (Natural Plant Protection) concentra su apuesta a las biosoluciones, con inoculantes, bioestimulantes y biofertilizantes.
Esa estructura le permitió generar en el ejercicio cerrado en marzo de 2025 ingresos por 46.637 crore de rupias (5.600 millones de dólares), con un resultado operativo de 980 millones y un margen del 17%. Casi la mitad de esa facturación provino de América Latina, con Brasil a la cabeza pero con participación creciente de países como Argentina. Europa aportó el 17% de los ingresos, India un 14%, Norteamérica un 12% y el resto del mundo el 11%. La compañía insiste en que su cartera diferenciada (productos nuevos y sustentables) ya representa un 38% del total, un avance frente a años anteriores.
En Argentina, UPL cuenta con dos plantas industriales, una en Abbott (provincia de Buenos Aires) y otra en Justo Daract (San Luis). Allí produce herbicidas que antes dependían de importaciones. Además, despliega ensayos a campo en distintas regiones y viene ampliando su línea de biosoluciones. Este año presentó al mercado local nuevas formulaciones de herbicidas y fungicidas, inoculantes para soja y bioestimulantes orientados a mejorar la eficiencia en el uso de nutrientes, con foco en los sistemas de producción más intensivos.
En la Argentina, por ejemplo, acaba de lanzar un innovador producto biológico que promete una reducción importante en el uso de nitrógeno en maíz y trigo:
El último balance anual mostró también una fuerte reducción del endeudamiento: la deuda neta se ubicó en 1.670 millones de dólares, con una relación deuda/EBITDA de 1,7 veces, cuando un año antes esa relación duplicaba ese nivel. El flujo de caja operativo alcanzó u$s1.210 millones, lo que permitió financiar inversiones y pagos de pasivos. A nivel corporativo, UPL cerró además la venta de un 12,5% de Advanta Seeds al fondo Alpha Wave por 350 millones, lo que reforzó liquidez y dio mayor valor de mercado a su división de semillas.
El arranque del nuevo ejercicio, entre abril y junio de 2025, confirmó la tendencia de recomposición de márgenes, aunque con algunas tensiones financieras. En ese trimestre la empresa registró ingresos por 1.110 millones de dólares, 2% más que en igual período del año anterior, y un resultado operativo de 157 millones, con una mejora de 14%. El resultado neto fue negativo en 11 millones, afectado por la cancelación de deudas financieras y por mayores necesidades de financiamiento operativo, lo que elevó la deuda neta a 2.575 millones.
Hacia adelante, según explica la propia empresa en su último balance, el desafío es múltiple: mantener su competitividad en un mercado global de agroquímicos marcado por la sobreoferta de ingredientes activos desde China, sostener su apuesta por biosoluciones en un contexto de mayor presión regulatoria y adaptarse a la volatilidad de los países emergentes, donde concentra buena parte de sus ventas. La hoja de ruta es clara: consolidar escala, diversificar con innovación sustentable y resistir la volatilidad de mercados donde, como en Argentina, las reglas de juego cambian rápido.