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domingo, octubre 26, 2025

Quiénes son los dos grandes «referentes» de Susana Giménez en la historia argentina y cuál fue la gran anécdota que vivió con uno de ellos: «Merece, al menos, una calle»

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-Acaba de estrenar LOL: Last One Laughing Argentina, el ciclo de Prime Video que desafía a sus participantes a través del humor. No podemos dejar de preguntarle si se animaría a un ping pong sobre otro tema tan serio en la vida como, justamente el humor…

-Obvio -toma el guante Susana Giménez, mientras celebra que se haya apagado el aire acondicionado del salón de la entrevista, que da a Cerrito 1455, Recoleta, y aparta de ella y el periodista un elegante almohadón ocre que obstaculiza el celular. «Así podés grabar más cómodo la nota”, avisa gentil la estrella, acudiendo a su acostumbrada espontaneidad a prueba de pálidas cuando la desafiamos a jugar.

«A LOS ARGENTINOS EL HUMOR SIEMPRE NOS SALVA. ES NUESTRA LIBERACIÓN»

Susana Giménez
Susana posando para la producción publicada por Revista GENTE.

-Ok, entonces: ¿Qué es el humor para usted?

-Todo. Es salud, es alegría. El humor te libera las endorfinas. Me parece algo importantísimo. El caracúlico, de entrada te pone una distancia natural. A la gente con humor siempre la recibís con alegría. Yo no sólo recibo con alegría y cariño, sino que además me gusta hacerlo así.

-¿Se siente graciosa?

-Sí. O alegre, si querés. Siempre estoy de buen humor, con la cámara encendida  o fuera de ella.

-Usted tiene el humor que le conocemos de la pantalla pero a la vez otro, un poco más picante, de doble sentido, que también es muy divertido…

-Claro que lo tengo, pero es que hay que ser respetuoso. Ahora en la tele dicen cualquier cosa, pero antes no se podía pasar de la raya: mencionabas una mala palabra y…, bueno, ni hablar si lo hacías en Canal 13 con los cubanos. En Telefe también se cuidaba eso. Yo nunca dije una mala palabra. El único que las lanzaba era Gasalla, pero porque siempre fue superior, a él se le permitía todo. A Antonio las malas palabras le quedaban bien, las ponía justo.

-¿Y cuál es su límite en el humor, Susana?

-Para todo siempre hay un límite. En el caso del humor, no ofender ni herir. Con Emilio (Disi), en aquel maravilloso sketch de la villa que te mencioné nos decíamos de todo con doble sentido. Pero porque nos conocíamos y el otro esperaba la reacción. Yo no lo dejaba fumar (al final tenía razón: él, Gerardo y Hugo Sofovich se murieron por el cigarrillo), lo hacía a escondidas y estallábamos en el sketch a puro humor. Pero, sí, el límite es no hacer sentir mal a nadie. E incluso si se puede hacer reír con algo positivo, mejor. No sé, (Guillermo) Coppola es un tipo gracioso por naturaleza que te hace matar de risa tan sólo relatándote anécdotas. Yo siempre le pido que me cuente las mismas (cuando fue con Maradona al Vaticano, cuando le compró la Ferrari negra, etcétera), y me sigo descostillando con ellas.

-¿Qué persona la ha hecho reír más en la vida?

-Ufff. No sé. En mi vida privada, Darin. Ricardo es el tipo más gracioso que yo conocí. Vivía de buen humor. Con él siempre todo todo todo era un chiste. Te diría que era demasiado gracioso, dueño de un humor inteligente, brillante. Desde que empezamos a salir -él tendría 23 y yo 35, 36- ya era muy divertido… Y después, muchos amigos: el mismo Antonio, (Carlos) Perciavalle, El Negro Olmedo que, si bien lejos de la pantalla era más cerrado, cuando te lo cruzabas fuera del set siempre te mandaba alguna cosita que te hacía matar de risa.

Susana Giménez
Presentando la segunda temporada de LOL: Last One Laughing Argentina, el ciclo de seis episodios de Prime Video, que ya es visto en más de 240 países y territorios del planeta. El ciclo retornó con su formato característico: con decenas de cámaras capturando toda la acción durante el impredecible duelo humorístico de seis horas. Ahora reuniendo a otro grupo de reconocidos comediantes y talentos emergentes, que integran Lucas Upstein, Juli Savioli, Marina Bellati, Fabio Alberti, Nazareno Mottola, Dani La Chepi, Martín Rechimuzzi, Pachu Peña, Pablo Granados y Alex Pelao.

-¿El humor la ha conquistado?

-En el caso de Ricardo, sí. Después, desgraciadamente muchas de mis parejas fueron más para la lágrima que para la risa (se tienta). Obvio que, al margen de casos puntuales, en general el tipo canchero, con humor, me conquista. Hablo del buen humor, no de un boludazo que te dice chistes tontos. El humor ilumina siempre. La risa sirve de terapia.

-¿Por ejemplo, cuándo?

-En general, a uno y a quienes nos rodean… Un día, para el caso, a mi hija le pasó algo personal que no viene al caso pero la puso muy mal. Y me acuerdo que le mandé: «No te preocupes, Mecha, para que levantes voy a ponerte una película. No lo vas a poder creer”. “¿Te parece?”. “Me parece”. Estábamos las dos solas en La Mary (su chacra marítima de Punta del Este) y le busqué una de mis preferidas: Amici miei, italiana, de 1975.

-Con Ugo Tognazzio.

-¡Ésa! Bueno, ¡una genialidad!… Y Mercedes se tentó hasta el final. “¿Viste que te olvidó el disgusto por un ratito?” “¿Viste que risa cura?”. No tengo dudas de que la risa es terapéutica.

-En estos tiempos convulsionados (bah, como convulsionados suelen ser siempre en nuestro país), ¿no nos anda faltando a los argentinos un poco de humor que nos regale felicidad?

-Depende. El argentino es dueño de un humor particular. Lo notás en la calle: el argentino es reo, rápido. Lógico, somos conscientes de que últimamente nos han pasado cosas que no son para estar muy contentos, pero el humor nos levanta. Aunque nos toquen tragedias, el argentino siempre genera algún chiste, alguna historia, algún cuento con personajes conocidos por Instagram, redes sociales o por la tele que te hacen desmayar de la gracia. A los argentinos el humor siempre nos salva. Es nuestra liberación. Te lo aseguro yo. Sé de qué te hablo…

-¿Por qué lo menciona?

-Invitame a ver una comedia en teatro y me vas a encontrar en la sala sin necesidad de buscarme: soy la que lanza risas a rolete sin problema (lanza una carcajada).

DEL»FANATISMO» DEL DOCTOR FAVALORO POR GASALLA A UNA MEDALLA SANMARTINIANA «QUE ATESORO»

Susana Giménez, Roberto Favaloro, Teté Coustarot, Laura Favaloro, Luis Landrisina y amigos de la familia Favaloro.
Laura Favaloro, Teté Coustarot, Susana Giménez, Roberto Favaloro, Luis Landrisina y un amigo de la familia, en 2023. Al cumplirse un siglo del nacimiento del prestigioso médico, se presentó la exhibición René X100pre en el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA), mediante 100 corazones de yeso intervenidos por 100 artistas y personalidades destacadas de la cultura, el espectáculo, la moda y el deporte argentino. Allí, apoyando estuvo la conductora.

-Más allá del ping pong, que acaba de resolver con su acostumbrada gracia, Susana, y al margen de algunos trabajos dramáticos realizados a lo largo de su nutrida trayectoria, el humor siempre se hizo presente en la tremenda carrera que a usted la precede. Más aún desde aquel 1º de abril de 1987, cuando debutó con el legendario ciclo ¡Hola Susana! por ATC (Argentina Televisora Color), ¿cierto?

-Tal cual. El humor, una constante que también desarrollé en cine y teatro, pero que particularmente nunca faltó en aquel ciclo que me convirtió en estrella de la televisión. Lo hicimos como treinta y cinco años. ¡Qué sé yo! fue una alegría tan grande aquel programa y me dio tanto tanto tanto amor de la gente: me siguen parando en todos lados, adonde vaya, y seguirá ocurriendo, porque se emitía en toda América y en Estados Unidos. Fue muy fuerte.

-Muy.

-Sí, y ahí jamás faltó la comicidad. ¿Las diferencias? Bueno, ahora tengo que ponerme tacos más bajos porque me duelen las rodillas y ¡los estudios son demasiado enormes!, pero siempre hubo humor en mi programa. Era muy importante la parte cómica. Acordate de Gasalla. ¡Antonio era increíble! El doctor Favaloro, a quién recién nombré, era fanático de Antonio. Alguna vez me contó que no se perdía ningún lunes en los que aparecía, “porque Gasalla me vuelve loco, igual que el sketch de la villa”, me dijo alguna vez el doctor, un Dios.

-Ya pasaron veinticinco años de su suicidio…

-Exacto. Yo soy la madrina de su Fundación (acaba de cumplir medio siglo y lo celebró con una gala en el Tetro Colón, el domingo 28 de septiembre). Era un ser especial y se merece, al menos, una calle. ¡No puedo creer que aún no haya ni una que lleve su nombre! Con la cantidad de personas que salvó a través de su creación. ¿Podés creer? En Internet hay un programa que hicimos con él. Al gran Cella -tremendo productor- un día se le ocurrió llevar a 50 personas que el doctor hubiese salvado. “¿Te parece, Luis?”, dudé yo. “Sí, sí, lo tenemos que hacer. Vale la pena, vas a ver”. Lo armamos, vino Favaloro, empezamos a hablar con él… Aun consagrado, un tipo súper humilde y sensible. Entonces me empezó a contar cómo le pagaba la gente que atendía de joven en La Pampa, con un pollo, con verduras. Hasta que se fue a Estados Unidos, en 1967 y desarrolló su técnica.

«El doctor Favaloro era un ser especial y se merece, al menos, una calle. ¡No puedo creer que aún no haya ni una con su nombre! Con la cantidad de personas que salvó a través de su creación. ¿Podés creer? Un patriota. Como don José de San Martín, dos de mis referentes, justamente». 

-La del bypass aortocoronario que revolucionó el tratamiento de las enfermedades cardíacas y es considerado uno de los 400 inventos que cambiaron la historia de la humanidad).

-Exacto… Lo cierto fue que avanzaba la charla, hasta que en un momento le adelanté: “Voy a acercarle personas que lo aman profundamente y nunca lo van a olvidar”, “¿A mí?, ¿y por qué?”, dudó. Y empezaron a entrar 50 de sus pacientes mientras los presentábamos: Fulano, tantos años, salvado por el doctor en tal fecha, y así todos. “Bueno, gracias”, apenas atinó a reaccionar antes de emocionarse por completo. “No queríamos que se pusiera así, no era nuestra intención”, me abalancé para consolarlo. “Es que detrás de esto hay un gran esfuerzo y mucho trabajo, mucho trabajo», explicó conmovido… Y mirá lo que le pasó después. Deprimido y agobiado por las deudas estatales relacionadas a su trabajo, se suicidó (el 29 de julio de 2000, a los 77 años). Él decía: «Si yo me mato, seguro que van a avivarse y pagarán todo”. Jamás ocurrió… Un patriota. Como don José de San Martín, dos de mis referentes, justamente. 

-¿En serio?

-De verdad.

-¿Sabía que en 1986 el propio Favaloro se tomó tres semanas de sus vacaciones de 1986 en Estados Unidos para, rodeado de biografías, tomos y volúmenes históricos, escribir el libro ¿Conoce usted a San Martín?, un análisis sesudo justamente sobre el Libertador de América, a quien el doctor siempre consideró “el mejor ejemplo nacional a seguir”?

-Sabía. Yo lo tengo a Favaloro y a San Martín como ídolos. Atesoro una medalla sanmartiniana que me hace recordar siempre a nuestro verdadero padre de la Patria. ¿Viste?, empezamos hablando del humor y nos terminamos yendo para el otro lado…

Fotos: Cortesía de Amazon Prime
Portada y arte de imágenes: Darío Alvarellos
Agradecemos a Julieta Balabanian

Redacción

Fuente: Leer artículo original

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