Con el 2025 llegaron cambios dentro del futsal de la Universidad Nacional de La Matanza (UNLaM). Tras la caída de categoría a la Primera C de AFA y la salida de Nicolás Rossi de la dirección técnica del equipo masculino, el objetivo fue la reconstrucción del plantel. Así, la llegada de Ramiro Carbini fue el puntapié inicial para la renovación.
El entrenador de 41 años, originario de la localidad de Martínez, se hizo cargo de la escuadra de la UNLaM. “El primer día que llegué a la Universidad fue increíble. Me encontré con un lugar espectacular. Me habían citado a una oficina y no sabía para dónde caminar, quedé maravillado. Veo mucho orden, es un lugar que está lleno de vida”, recordó en diálogo con El1.
Hoy radicado en el partido de San Isidro, Carbini busca dejar su nombre inscripto en las paredes de la Universidad, a donde llegó gracias a un viejo amigo: “Se da todo a través de una recomendación de César González. Fue entrenador mío y hoy somos colegas. A través de los años logramos una amistad y siempre hablamos sobre lo que vamos haciendo. Este año me llamó y me tiró la idea de estar acá”.
Además, contó tener contacto con el exentrenador del Verde: “Me tocó compartir tiempo con Nico (Rossi) en Glorias. Cuando se fue de ahí, vino a la UNLaM y siempre que nos veíamos me contaba sobre lo linda que es, lo bien que se trabaja, que era una gran experiencia. Cuando me lo propusieron este año, me pareció una gran oportunidad”.
Su carrera en la disciplina
Carbini está dentro del mundo deportivo de la disciplina hace 30 años. Tanto jugando dentro de la cancha, como dirigiendo fuera de ella. “Yo siempre digo que el futsal es un estilo de vida. Estoy en el deporte desde los once años que jugaba al baby en Platense. El técnico me fue llevando al fútbol sala. Con el correr de los años la actividad me fue atrapando y llegó un momento en el que tuve que decidir entre futsal y fútbol de campo”, relató sobre sus inicios previos a la competencia de alto nivel.
Pero, al momento de tomar la decisión, tenía claras sus preferencias: “Me atraían mucho la parte estratégica y el contacto con la pelota constante. En mi casa no lo podían creer, pero verdaderamente siempre me apasionó y me sigue emocionando. Por eso lo vivo cómo lo vivo”.
Con 16 años comenzó a competir en All Boys de Saavedra. Allí estuvo durante seis temporadas, hasta que sufrió la rotura de los ligamentos cruzados. Tras estar distanciado de las cancha durante cuatro años, en 2010 volvió a ponerse los botines para defender los colores de Platense. En el Calamar permaneció por dos años, hasta que se terminó inclinando por la dirección técnica, actividad que ya realizaba en paralelo en las categorías inferiores.
“Como técnico arranqué en 2009 en la Tercera de Kimberley y como ayudante de César (González) en la Primera. En 2011 me fui a trabajar a Platense como entrenador de categorías inferiores hasta que en 2013 nació mi hija”. Al formar familia, volvió a tomar un impasse de dos años. Más tarde, tomó su primer desafío con un equipo de mayores. “En 2016 agarré la Primera de Glorias de Tigre. Estuve hasta 2018 y me llamaron del Club 25 de Mayo de Martínez para armar un proyecto desde cero”.
Tras algunas intermitencias e idas y vueltas con Glorias, en 2023 volvió a hacerse cargo de la Primera de “El 25” para tachar uno de sus objetivos personales de vida. “Era uno de mis sueños ver al club de mi barrio jugando en AFA. El año pasado, junto a Leandro Ugalde, conseguimos salir campeones y ascender a la C”, recordó con emoción.
Plantel nuevo, método de trabajo y objetivo
La UNLaM tuvo un comienzo difícil en la nueva categoría. Además del cambio de cuerpo técnico, el plantel se vio diezmado y quedó en reconstrucción. Sin embargo, luego de seis fechas, llegó la primera victoria clave para salir del fondo y empezar a ganar confianza: “Las sensaciones de los primeros partidos son muy buenas. Si bien hay muchos chicos que están teniendo su primera experiencia en Primera División, entendieron la propuesta y lo están haciendo de buena forma”.
Y agregó: “Me encontré con un plantel súper joven. Había muchos chicos a prueba, estaban viendo cómo rearmar el plantel. Entiendo que el equipo se desarmó mucho del año pasado a este. De a poco le estamos dando forma, todavía nos estamos conociendo. Ellos se están adaptando a mi y yo, a ellos”.
En cuanto a sus metodologías de trabajo, aseguró que la base es la repetición de sesiones y que no prioriza ningún apartado por sobre otro: “Nos enfocamos tanto en la fase de ataque y defensa como en la pelota parada. La intención es buscar ser un equipo protagonista en todas sus fases”. Tras ser consultado por el objetivo principal, teniendo en cuenta el proceso por el que debe pasar naturalmente el equipo, fue cauteloso. “Los objetivos apuntan al crecimiento colectivo e individual para tener un buen año de competencia y sostener la categoría”, cerró.