Entre los debates más urgentes que tiene en su horizonte el Gobierno nacional en las sesiones extraordinarias es el de la polémica reforma laboral. Y uno de los puntos que más discusión podría generar es el del llamado “banco de horas”, un mecanismo que establece, como principal modificación, que las horas extra no se paguen, pero sean compensadas con descansos.
De esta manera, el empleado acumularía las horas adicionales que tiene trabajadas en una especie de “cuenta personal” con un saldo a favor en horas. Con esto, en los días o las épocas en que baja la actividad de su empresa, podrá usar este tiempo para compensar en sus jornadas o bien para tomarse días de descanso, sin que esto implique un descuento en su salario.
En este sentido, el proyecto presentado por la diputada libertaria Romina Diez introduce el artículo 197 bis en la Ley de Contrato de Trabajo. Con esto, se habilitaría a los convenios colectivos a implementar bancos de horas y/o una mayor flexibilidad, siempre con un mínimo de doce horas de descanso entre jornadas y un tope de 48 horas semanales.
Según el texto, a través de los convenios se podrá “establecer regímenes que se adecuen a los cambios en las modalidades de producción”. Vale remarcar que el artículo 201 de la Ley de Contrato de Trabajo seguirá garantizando los recargos del 50 por ciento para los días comunes y del cien para los fines de semana y los feriados.
Cómo se aplica en otros países
Grecia es uno de los últimos países que adoptó el “banco de horas” en su sistema laboral. Allí, la jornada laboral se extiende de ocho hasta trece horas. Las empresas pueden sumar hasta cinco horas extra por día, tres veces por semana y en un máximo de 37 días por año. En lugar de pagar las horas extra, éstas se compensan con jornadas más cortas o días libres.
En lo que respecta a países de la región, el sistema laboral de Brasil permite compensar las horas extra con descanso dentro de un período de hasta seis meses, o un año con convenio colectivo. Por su parte, Chile autoriza pactos individuales o colectivos para la distribución de la jornada.
A su vez, México contempla ajustes a través de acuerdos entre empleadores y empleados bajo esquemas flexibles. Así, el sistema, que ya se implementa en varios países, es presentado por el Gobierno nacional como una herramienta de modernización. No obstante, los gremios advierten que, si no hay controles estrictos, se podrían vulnerar derechos de los trabajadores.





