La alfalfa cuenta con 27.000 hectáreas implantadas en Río Negro y 5.000 en Neuquén -según datos difundidos en la ExpoAlfa 2025- lo que la perfila como un cultivo estratégico en Patagonia Norte. Su importancia no sólo radica en el abastecimiento forrajero para el mercado interno y en su creciente potencial exportador -que exige altos estándares de calidad-, sino también en presentarse como una alternativa para productores que atraviesan procesos de reconversión o diversificación productiva.
En este escenario, el INTA con el Centro PyME-ADENEU y las empresas Palo Verde S.R.L., e YPF Agro Servicios Cipolletti S.R.L., trabajan en un convenio de cooperación técnica que implica el desarrollo de una parcela demostrativa de alfalfa en la Estación Experimental Alto Valle del INTA, en Guerrico, destinado a conocer, en suelos muy salinos, el rendimiento del cultivo. Un proyecto destinado a apoyar a los productores de la región mediante investigación aplicada, con información local lograda bajo condiciones reales.
La iniciativa público-privada
Este convenio, único en su tipo en la región, se destaca por la participación de la provincia de Neuquén, a través del Centro PyME-ADENEU, en un proyecto con raíz en territorio rionegrino. Esta alianza suma a las empresas asociadas y refuerza la idea de que el conocimiento se potencia cuando se une la experiencia de organismos técnicos al compromiso del sector privado.
La ingeniera agrónoma Luciana Tempone del Centro PyME-ADENEU, subraya que “el valor de este tipo de parcelas está en poder brindar a los productores opciones claras y fundamentadas para mejorar la productividad, observando in situ el desempeño de materiales avanzados en aspectos centrales como relación hoja-tallo, la sanidad o la distribución de la producción”.

Desde el sector privado, la participación de Palo Verde expresa la continuidad de una relación sostenida con el INTA en cultivares nacionales de alfalfa. Lo destaca su representante, el ingeniero agrónomo Luciano Fernández, al indicar que esta experiencia “permitirá evaluar el comportamiento de distintos materiales en suelos con limitantes frecuentes en la zona, sumando las capacidades técnico-científicas del INTA a la experiencia productiva y comercial de la empresa”.
La ingeniera agrónoma Agostina Blázquez, de YPF Agro Servicios Cipolletti, hace foco en la necesidad de educar y difundir los conocimientos que permiten producir bajo una mirada integral. “El laboratorio de análisis de suelos y la asistencia técnica de profesionales del INTA garantizan que esta experiencia compartida tenga impacto en la región”, afirma.
Desafíos técnicos en áreas bajo riego
La iniciativa enfrenta el desafío de promover la recuperación de suelos con limitantes de salinidad y drenaje, una problemática frecuente en distintas áreas productivas bajo riego en Patagonia Norte. Así, esta parcela demostrativa de alfalfa en la Experimental Alto Valle se convierte en un espacio de validación práctica de manejo y remediación. De ahí que el INTA y el Centro PyME-ADENEU trabajan de manera conjunta con las empresas, articulando capacidades y recursos para ofrecer a los productores una propuesta construida en forma colectiva.

Para esto, la parcela de 5 hectáreas está en etapa de remediación del suelo. Fue sembrada en dos bloques de 2 hectáreas y media cada uno: con vicia -realizada con un dron-, y con cebada -ésta con la máquina de siembra tradicional- como paso previo al cultivo de la alfalfa. Se hicieron riegos y se realizaron los análisis de suelo. En estos días se prepara el predio para incorporar moha, lo que permite seguir remediando el suelo, para sembrar en otoño la alfalfa.
Estos procedimientos, detalla el ingeniero agrónomo Vicente Buda, responsable del Laboratorio de Agua y Suelo del INTA Alto Valle, le otorgan valor de la propuesta que va más allá de la alfalfa: “El trabajo de recuperación y manejo de suelos con limitantes como salinidad y drenaje es fundamental para toda la actividad productiva bajo riego. Lo que validemos en esta parcela no sólo servirá para pasturas, sino también para otros cultivos agrícolas de la región. El INTA busca generar información útil y confiable que permita al productor planificar su producción con mayor seguridad”.
Un acuerdo con proyección
Desde INTA Alto Valle, el licenciado Roberto Gómez, responsable de la ejecución del convenio en esta Experimental, explica que, con una duración inicial de tres años, el acuerdo “traza una hoja de ruta orientada a mejorar la base forrajera regional, contribuir a la sustentabilidad de los sistemas agropecuarios y consolidar el trabajo conjunto entre actores del sector”.
Además, se prevé realizar jornadas demostrativas para productores y profesionales que permitirán compartir de manera directa las lecciones que surjan, a modo de conclusiones, del trabajo en campo.





