Estados Unidos confirmó este jueves un respaldo financiero a la Argentina mediante una operación conjunta: la compra directa de pesos y un swap de divisas por 20.000 millones de dólares. La medida trajo algo de calma al mercado cambiario, pero detrás del alivio surgen dudas de fondo sobre quiénes son los verdaderos beneficiarios del rescate
El acuerdo se selló luego de cuatro jornadas de conversaciones entre el secretario del Tesoro, Scott Bessent, y el ministro de Economía argentino, Luis Caputo. La presentación pública se realizará el 14 de octubre en la Casa Blanca, coincidiendo con la reunión entre Donald Trump y Javier Milei.
Quiénes resultan favorecidos
Una investigación del New York Times señala que la ayuda podría beneficiar directamente a grandes inversionistas internacionales y gestores de fondos con vínculos personales con Bessent. En la lista de beneficiarios señalados aparecen firmas como BlackRock, Fidelity y Pimco, así como figuras como Stanley Druckenmiller y Robert Citrone, que habrían trabajado o tenido contacto previo con el secretario del Tesoro. El informe advierte que el esquema parece estructurarse para evitar pérdidas entre “inversores ricos cuyas apuestas en Argentina podrían tambalearse si su economía se hunde”. Esa conexión entre los gestores beneficiados y el funcionario que impulsa el plan abre sospechas de conflicto de intereses, y refuerza la lectura de que el rescate no es altruista, sino selectivo.
Críticas internas
Dentro de Estados Unidos también hubo reacciones críticas. La senadora Elizabeth Warren encabezó una iniciativa para limitar el uso del Fondo de Estabilización Cambiaria del Tesoro en operaciones de rescate con países como la Argentina. Para Warren, la operación refleja una contradicción con la política de “Estados Unidos primero”.
Quejas similares surgieron del sector agro, que ve en la ayuda externa una competencia desleal, dado que la Argentina ha intensificado exportaciones de soja hacia China aliviando presiones sobre sus mercados.
El rescate como maniobra electoral
El momento elegido no es casual ya que faltan menos de dos semanas para las elecciones legislativas argentinas. La estabilización rápida del tipo de cambio y el alza en los activos parecen ofrecer un colchón temporal al oficialismo.
Asimismo, el rescate refuerza una dependencia diplomática y política entre Argentina y EE. UU., que resuena en temas estratégicos. Washington buscaría impulsar inversiones privadas en sectores como tecnología, energía y comunicaciones para contrarrestar la influencia china en la región. Esa competencia por espacios estratégicos sugiere que el rescate excede lo meramente financiero y se inserta en una lógica de poder económico global.
En definitiva, la operación no fue un auxilio simple a la economía argentina, sino un movimiento instrumental orientado a favorecer fondos con lazos en Estados Unidos, cumplir un rol político en clave electoral y reforzar la posición de Washington como actor decisivo en el tablero local.