En estos tiempos de hipertrofia seriéfila, el estreno de la telecomedia La casa nostra (en la web de 3Cat) puede excitar el furor comparativo que, inevitablemente, la remitirá a referentes como Plats bruts, Jet lag, Friends o, teniendo en cuenta las características de una de las protagonistas (Berta), The big bang theory . Más allá de este juego de a ver quién tiene la erudición más larga, me arriesgo a vaticinar que la serie, que va de menos a más, gustará.
Presentacion en el set de rodaje de la serie ‘La casa nostra’ de 3CAT, de Dani de la Orden.
Xavi Jurio / Propias
La adaptación a la Barcelona de hoy, gentrificada, precaria, turistofóbica y sin futuro para, como mínimo, dos generaciones de jóvenes, le otorga una intención que no satura el argumento con una carga excesiva de discurso (cómo le sucede a, por ejemplo, Pubertat ). El piso compartido y el bar siguen siendo las rotondas tradicionales del género, se insiste en aprovechar los cameos (Laura Rosel, Magí Garcia, Silvia Abril, Ignasi Taltavull…) y en una visión del mundo intergeneracional que, sin la perfección funcional de A muerte (más cómica, romántica y profunda), copia algunos de sus elemen- tos para actualizar estereotipos y puntos de vista. ¿Errores que corregir? Las risas enlatadas, colocadas, bien por un incompetente, bien por alguien que tiene una concepción de la comicidad demasiado sofisticada para, como mínimo, una servidora.
En otras manos, Martin Scorsese habría podido quedar como un déspota colérico, politoxicómano y maltratador
EL LADO OSCURO. El interés de la docuserie Mr. Scorsese (Apple TV) radica en su planteamiento monotemático. El subtítulo “ A film portrait by Rebecca Miller ” subraya la autoría del cómo y del qué. Miller forma parte del entorno del cineasta Martin Scorsese, que sabe que está en buenas manos y podrá disponer de las monumentales aportaciones de todo el material, privado y profesional, que ilustra y enriquece las cinco horas de metraje.
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En unas manos menos escrupulosas, Scorsese habría podido quedar como un ególatra colérico, politoxicómano, déspota y maltratador. Pero la propuesta entiende la filmografía de Scorsese como un viaje al lado oscuro de la condición humana de personajes violentos y a menudo abyectos y, al mismo tiempo, presentarnos a su creador como un maestro del cine y una extensión de todas estas imperfecciones dolorosamente humanas. Isabella Rossellini, que lo soportó como pareja, lo define como santo pecatore, que es una forma elegante de indulgencia y compasión retrospectiva.





