“¿Una perlita? En una de las cartas que más me llamó la atención escribe que no cree que tenga ningún efecto, pero que le parece una vergüenza que la gente tome tanto mate y no se sepa lo que hace”. Quien cuenta la historia es el biólogo e investigador de la UBA-Conicet Juan Ferrario. El tema en cuestión, una -hasta ahora desconocida- etapa de la prolífica vida del Premio Nobel argentino Bernardo Houssay: cuando entre los años 30 y 40 se dedicó a investigar los efectos de la yerba mate en los humanos, y dejó todo plasmado en una serie de cartas y documentos científicos inéditos, que Ferrario encontró, compiló y ahora son de acceso público.
Faltan minutos para que arranque la charla que Ferrario hará sobre este tema en la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, una jornada en colaboración con el Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM) donde mostrarán los documentos inéditos. Mientras se prepara, el investigador comparte con Clarín su presentación. Y ahí está, en papel ya amarronado por el paso del tiempo, la carta mecanografiada comentada arriba. La firma Houssay, respetado médico y farmacéutico argentino, guía espiritual de buena parte del sector científico y el primer latinoamericano en obtener un Premio Nobel. El destinatario es el doctor Emilio Lida. La fecha, septiembre de 1940. Y el texto dice así:
“Estamos realizando un estudio sobre la acción fisiológica de la yerba mate, que me ha sido pedido por el Ministerio de Agricultura. Me agradaría saber si Ud. estaría dispuesto a estudiar las posibles modificaciones de la sangre, en lo que se refiere a glóbulos rojos, blancos, hemoglobina, fórmula leucocitaria, coagulabilidad. Aunque es posible que no haya modificaciones, el estudio debe realizarse porque es una verdadera vergüenza que se este tomando mate en cantidades enormes y que no haya ningún dato fidedigno sobre su acción fisiológica.»
Para entender el aire de época, hay que situarse en la década infame. El Ministerio de Agricultura del gobierno de Agustín P. Justo le había encargado al científico, desde la Comisión Reguladora de la Yerba Mate (CRYM), encarar una investigación centrada en la bebida prehispánica, “con fines promocionales del producto”, aclara Ferrario y suma: “A lo largo de esos años, los experimentos no los hace todos él. Muchos los encarga y lo que hace principalmente es coordinar un equipo que va formando, tipo red de colaboradores.»

Ferrario, un entusiasta investigador que está arrancando sus cincuentas, compartió con Clarín su aterrizaje en el tema y en estos documentos en particular. Es una de esas historias que le dan sentido al trabajo del insistente o, particularmente en este contexto, del científico insistente. La pequeña odisea del investigador inquieto, que vuelve a la Argentina tras formarse casi una década en Francia e Inglaterra, y que cuando decide empezar a rascar y rascar en busca de lo suyo, lo encuentra.
Yerba mate y Parkinson en el “mundo Houssay”
“Mi especialidad es el Parkinson y hace tiempo venía trabajando en los efectos neuroprotectores del mate, algo que presumía porque se sabe de ese potencial en el café. Empecé dando algunas charlas y terminé preparando un libro de divulgación (de la colección Ciencia que ladra, dirigida por el científico Diego Golombek, Siglo XXI), que ya está publicado y se llama ‘La ciencia del mate’”, cuenta Ferrario.
La investigación para ese libro lo llevó a enterarse de que “en la década del 30, Houssay había ahondado en este tema”. Comienza entonces una búsqueda que parecía fácil, pero no lo era: “Lo lógico era visitar lo que podríamos llamar Mundo Houssay; o sea, los institutos, facultades, archivos, museos e instituciones ligados a su figura. También, en su tesis y demás publicaciones.» Sin embargo, sólo aparecían algunas referencias y no la supuesta investigación que Houssay había hecho por encargo.
Pero «finalmente aparece una persona, un coleccionista de documentación científica que se llama Roberto Ferrari”. A él (“ojo que yo soy Ferrario, no Ferrari”), los documentos de Houssay le habían llegado vía la viuda de un investigador de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA que había muerto en 1990: Jorge Brieux.
El investigador recuperó las sensaciones de ese día de 2022 en que, luego de unos cinco meses de búsqueda, logró ver los documentos: “Cuando los tuve en la mano, no lo podía creer. Fue una emoción muy grande. Primero, por haber confirmado que Houssay había investigado en este campo. Y además, por poder ver los documentos en sí. Me sentí como Indiana Jones cuando encuentra el Santo Grial. Esto sin contar la reivindicación que para mí implicaba en relación a las investigaciones sobre yerba mate.»

Como en los mejores lugares, también el ambiente científico tiene sus esnobismos. No se mira con los mismos ojos al que desarrolla una molécula poderosa o una vacuna decisiva para la humanidad que al que investiga yuyos medicinales, a ver si producen el efecto en la salud consignado por las más antiguas civilizaciones. «Un profesor me llegó a decir que hago pseudociencia», se lamenta.
Los múltiples horizontes de Houssay
“Lo primero que hice fue leer los documentos, en busca de un valor fisiológico además de histórico. Los escritos son trabajos interesantísimos; muchos de ellos, pioneros en áreas en las que no se había profundizado antes. Lo que hice después fue donarlos a la biblioteca de la Facultad de Ciencias Exactas, y ahí los digitalizaron y publicaron en un repositorio virtual, que está a disposición del público”, subraya.
El coleccionista tenía dos cajas con 28 reportes que Houssay había confeccionado en base a investigaciones propias y de terceros a los que les había encomendado la investigación de la yerba mate. Están incluidas, en esas cajas, 114 cartas con esos mismos colaboradores y pares.
“Ahí podemos ver, por un lado, resultados relacionados a los principios activos de la yerba mate y cómo actúan en distintos aspectos fisiológicos, pero también se puede apreciar el valor emocional que él le daba al tema”, valora Ferrario.

En efecto, las cartas dan cuenta de que Houssay llegó a poner la investigación de la yerba mate al mismo nivel que la que fue una de las mayores empresas de su vida. Ferrario habló de ella como «la biblia» de Houssay: el gran libro “La fisiología humana”.
Prueba de esto es una carta fechada en 1939 en la que le propone a su colega y cofundador del Instituto de Biología y Medicina Experimental (IBYME) Juan T. Lewis que se reúnan pronto: «… el 9 a la mañana con Hugo y Ud. para resolver la preparación del libro de texto de Fisiología (…). El mismo día conversaremos acerca del estudio de la Yerba mate, que debemos tomar muy en serio”.
Houssay finaliza la carta con una de esas referencias que pintan con precisión el instante de quien escribe: “En el Instituto tengo retratos de casi todos mis discípulos pero me falta el de Ud., por lo cual le ruego que me mande uno. Le envío a Ud. un giro postal por la suma de treinta pesos para los gastos de su traslado a Buenos Aires. Con mis respetos a su señora, reciba Ud. mis saludos más cordiales.»
La yerba mate y sus efectos fisiológicos
En otra carta compartida por Ferrario, Houssay le explica a su interlocutor-colaborador el objetivo a cumplir: “El Ministerio de Agricultura me ha pedido acerca de la acción de la yerba mate sobre el humano. He podido darme cuenta de que no se ha estudiado debidamente la acción de la yerba mate sobre la actividad nerviosa o psíquica humana. Existen trabajos sobre la cafeína que quizá tengan relación, puesto que la yerba mate contiene de 1 a 1.5 por ciento de cafeína.»
Y, para sumar el color de esos días sin conexión digital va este pasaje: “No sé si Ud. tendría interés en realizar este estudio, en cuyo caso mucho le agradecería que me indicara día y hora para visitarlo y hablar sobre este asunto.»

Houssay planeaba “uno o dos libritos sobre la yerba mate, que representarían un resumen de los conocimientos actuales”, cuenta en una de las cartas. Y, según estableció en una suerte de índice, “los puntos que podrían ser estudiados” son algunos de los siguientes.
Abordan los aspectos botánico y agronómico-industrial; también, la parte química de la yerba mate y su acción fisiológica. Pero lo interesante es el detalle de subtemas que el científico pensaba incluir en ese índice potencial. Como cierre, vale la pena nombrar algunos.
La “influencia de la yerba mate sobre el poder auditivo”, la “alergia por yerba mate”, la “acción psicofisiológica de la yerba mate”, la “acción de la yerba mate sobre la visión” y una “investigación acerca de los efectos psicológicos de la ingestión de yerba mate en un grupo de jóvenes normales”.
Además, la “acción del ‘Mate cocido’ sobre la frecuencia cardíaca y la presión sanguínea arterial del hombre” y la “acción de la yerba mate sobre el volumen minuto sanguíneo y funciones con él relacionadas”. Por fin, “los elementos figurados de la sangre después de la ingestión de yerba mate”, la “investigación de las vitaminas A, B, D y E, en la yerba mate, la acción de la ingestión de la yerba mate sobre el crecimiento” y, para los que sufren acidez cada vez que toman un mate, su “influencia sobre el aparato digestivo”.
AA