-Yo no leí El Eternauta cuando era chico. Me inclinaba más por otro tipo de historietas, ¿cómo decirlo?, no tan apocalípticas -ilustra Ricardo Darin (68) cuando Revista GENTE, en medio de un ida y vuelta entre fechas y edades, le recuerda que la historieta de Héctor Oesterheld ilustrada por Francisco Solano López se había dado a conocer durante el mismo 1957 en el que el actor nacía.
Y pronto sorprende con su respuesta:
-Sabía de la existencia del cómic, pero recién con el tiempo me fui enterando más. Hasta que hace unos quince años, a través de una oferta que no terminó concretándose para un largometraje sobre esta invasión extraterrestre de exterminio (le llegó del realizador español Alex de la Iglesia), tuve la suerte de que los productores me regalaran los originales completos de El Eternauta, y enterarme de sus pormenores… Por supuesto que a partir del proyecto de Netflix leí absolutamente todo.
«AGUARDABA CON ILUSIÓN QUE EL MUNDO TUVIERA LA POSIBILIDAD DE HACER UN INSIGHT, MIRARA PARA ADENTRO Y SE PREGUNTARA: ‘¿QUÉ ESTAMOS HACIENDO CON NUESTRO PLANETA?’ ‘QUÉ ESTAMOS HACIENDO CON NUESTROS HERMANOS?’. Y NO, FUE TODO LO CONTRARIO»

“No me acuerdo nada de mi primer año de vida, excepto lo que mi mamá decía: ‘A los seis meses vos ya pedías caca’. Cosa absolutamente incomprobable, si bien forma parte del abanico de exageraciones de las madres”, menciona, y ríe carcajadas, como suele suceder cuando él mismo se sorprende ante aquellas ocurrencias propias que abundan en sus notas, acaso en su vida. Aunque ésta que nos convocó en la actualidad no parecía ser una: ponerle rostro, voz, impronta y latidos a uno de los grandes protagonistas de El Eternauta, icónico personaje argentino imaginado por Héctor Germán Oesterheld e ilustrado por Francisco Solano López. “… Y sí, es cierto”, admite pronto el porteño cuando le acercamos -ahora sí- ciertas cifras puntuales que conoce pero no dejan de sorprenderlo: para el caso, que su nacimiento, el nacimiento de Ricardo Alberto Darin (68), el 16 de enero de 1957, apenas distó 231 días, o siete meses y medio, o 33 semanas del lanzamiento de El Eternatuta, que debutó el 4 de septiembre en el suplemento semanal Hora Cero publicado por Editorial Frontera.
-Al margen de cuestiones relacionadas al natural proceso de evacuación fisiológica señalado por su madre, ¿usted cuándo empieza a guardar registro de su propia existencia?
–Aunque medio fuera de foco, a mis cuatro, cinco años, a inicios de los Sesenta, que como bien sabés fue una época muy convulsionada en el mundo.

-A partir de lo fuertes movimientos sociales y culturales apuntados a los derechos civiles.
-Exacto, pasó de todo. Había una gran expectativa y una gran esperanza a nivel humano en el planeta, que se extendió y fue desparramándose década a década hasta el año 2000 en el que, al menos yo, guardaba la gran ilusión de que el mismo mundo tuviera la posibilidad de hacer un insight, mirara para dentro, reflexionara y se preguntara: «¿Qué estamos haciendo con nuestro planeta?”, “¿qué estamos haciendo con nuestros hermanos?» Y no, fue todo lo contrario. La tecnología, el poder, las investigaciones (casi todas), lo único que hicieron fue abonar lo que nos separaba en lugar de alimentar nuestra empatía y sensibilidad hacia los demás.
-No recuerda tanto pero parece que siente mucho, Ricardo. El Eternauta habla bastante de lo que cuenta, ¿no?
-Tal cual. No recuerdo mucho pero lo único que siento ahora, habiendo atravesado estas décadas, es que la historia de El Eternauta describe precisamente parte de ello. Toca esa fibra o al menos lo intenta. Habla de lo que significa ir en contra de una cosa muy mal aprendida durante todo este tiempo, que es creer que nos salvamos solos, que suceda lo que suceda, si cuidamos nuestra quinta y no nos toca pasarla mal como a los demás, listo. ¡Y ya sabemos que no es así! Todo te vuelve. Llega un momento en el que golpean a tu puerta y te dicen: «Mirá, está pasando esto.» La serie habla de la solidaridad y también de la falta de solidaridad. De la paciencia, la tolerancia, del instinto de supervivencia. Y elige enaltecer lo colectivo, algo que va un poco a contramano de lo que lamentable ocurre en los últimos tiempos, del individualismo, que es esta errónea idea de que uno puede salvarse solo, olvidando a los demás… Siento que El Eternauta nos demuestra que nadie se puede salvar solo. Y a la vez aparece en un increíble momento, no sólo en nuestro país, sino del mundo. Yo por lo menos recibo señales de todo tipo, eh.
«EN NUESTRA VERSIÓN DE ‘EL ETERNAUTA’ EXISTE UN JUAN SALVO QUE TRANSITÓ POR UNA CIRCUNSTANCIA CON LA QUE YO COMULGO PLENAMENTE, PORQUE DESDE QUE OCURRIÓ INTENTO PONERME EN LOS PIES DE LOS CHICOS A LOS QUE LES TOCÓ AQUELLO»

Entonces Darin cuenta que esto lo nota puntualmente cuando lo habla con amigos, con gente que conoce «e incluso con gente que no conozco», señala. E ilustra: «Estamos un poco azorados de cómo se van dando las cosas, de las reapariciones de gente que tiene la intención de llevarse todo puesto y el convencimiento de que su voluntad es lo único que importa e interesa. El Eternauta es una historia que viene de allá, del ‘57, de unos señores que empezaron a escribir un cómic, una historieta, una viñeta que se fue retroalimentando a sí misma y comenzó a interesar cada vez a más personas, lo que generó que en vez de seguir siendo semanal comenzara a ganar en frecuencia hasta convertirse en otra cosa. Es asombroso que hayan pasado casi siete décadas y aquel cuento, aquel contenido, esté hecho de ciertas fibras que todavía nos hacen vibrar. Significa que hay cosas que aún no tenemos resueltas.
-El mismo autor, Oesterheld, ha sostenido en su momento que “el héroe verdadero de El Eternauta es colectivo, un grupo humano”, con el rostro de Juan Salvo, «un hombre común y corriente que habita bajo la máscara de gas y el gamulán, como líder». ¿Qué tiene Ricardo Darin de Juan Salvo o qué Juan Salvo de Ricardo Darin?
-Él es un valiente, un idealista, un ejemplo, un héroe, pero un héroe sostenido también por su gente y por la comprobación de que lo que les está pasando a ellos como grupo les está pasando a otros que también han sobrevivido. Se empieza a retroalimentar de esa valentía, de ese empuje colectivo, que finalmente es lo que hace que una sociedad se sostenga a sí misma. ¿Qué tengo yo de él? Cierto sentido de la injusticia o de la justicia -como queramos mirarlo- me puede emparentar un poco, aunque en cuanto al coraje, ojalá yo contara con el diez por ciento de su arrojo.

-Un Juan Salvo, el suyo, de mayor edad que el que conocimos a través de la historieta, y con algunos ingredientes nuevos, además.
-Tratando de no spoilear demasiado, al no tratarse de una reedición del cómic sino de una versión libre y original que ha sido reescrita, es verdad que se han modificado algunas cosas del pasado de los personajes, aunque siendo fieles a su espíritu y temperamento. En nuestra versión existe un Juan Salvo que transitó por una circunstancia muy dolorosa, muy trágica, con la que yo comulgo plenamente, porque no he hecho otra cosa desde que ocurrió lo que ocurrió que intento ponerme en los pies de los chicos a los que les tocó aquello.
-Un hallazgo, haber incluido el tema…
-Tal cual. Para mí fue una inteligente y sensible manera de traerlo a nuestros días y hacernos cargo de un pasado posible del personaje, que por otra parte tiene mucho que ver con el de montones de otras personas que a lo mejor no han tenido voz, y en el peor de los casos han sido ninguneadas y casi olvidadas. Cuando descubrimos el pasado de Juan Salvo y lo cotejamos con otros pasados, con otras historias de vida, esa cuerda vuelve a vibrar con el sonido que debería hacer siempre para que no la olvidemos.
«HE TENIDO OTROS DOS O TRES DESAFÍOS QUE CONSIDERO A LA ALTURA»

-Ensimismado y apasionado por la historia y el alcance que le atribuye a la ficción de Nettflix, ¿siente acaso hoy que El Eternauta es el mayor desafío profesional en su carrera?
-No lo pongo en primerísimo lugar para no borrar a otros de un plumazo, porque tengo dos o tres por ahí que significaron mucho para mí a temprana edad. Entonces voy a tratar de ser justo conmigo mismo: si partimos de la base de que yo nunca hice ciencia ficción, y considerando la envergadura del proyecto, se podría decir que está ahí, entre los primeros. He tenido, como te cuento, otros dos o tres desafíos que considero a la altura.
-¿Cuáles fueron ellos?
–Uno, la primera vez que hice una comedia musical, con Sugar, y me tuve que preparar. Aprendí tap dance, a cantar, a bailar, a subirme en un escenario disfrazado de mujer y demás. Resultó un gran desafío para mí, de la nada, o sea, de galancito a “¡subite ahí!”. Y otro también muy importante fue mi primera obra teatral dramática, Algo en común. Agregaría que sentí desafíos de similares características cada vez que tuve que dirigir en teatro. Quizá la diferencia es que El Eternauta me sorprende en un momento de mi vida donde ya soy un tipo grande y me siento un poco más preparado para ese tipo de cosas.
Fotos: Mariano Landet, Sebastián Arpesella y Marcos Ludevid (Netflix)
Video: Gentileza Netflix
Edición de video: Miranda Lucena
Agradecemos a Agustina Benvenuto (Netflix) y a Camila López (Edelman)