Qué pasa en adelante y qué oportunidades hay
Pero lo central es lo que pase en adelante en el Congreso. Milei va a convocar a sesiones extraordinarias para debatir las reformas clave que prometió en campaña. Y va a encarar el debate con una espalda política muy distinta a la de los años previos.
Primero, con 95 diputados, el Gobierno tiene mucho margen para manejar la Cámara. Ser primera minoría garantiza que la oposición no va a poder decidir qué temas se debaten y cuáles no; y el oficialismo va a tener enorme cintura para elegir qué comisiones preside y con qué integrantes.
Pero más allá de los diputados propios, el oficialismo queda en una posición inmejorable para sacar leyes. Para eso necesita tener 129 votos.
Un interbloque formado por el PRO, la UCR y el MID va a tener 22 integrantes. Está integrado casi en su totalidad por diputados que fueron en listas con La Libertad Avanza en estas elecciones o en 2023. Van a votar con el Gobierno. Queda en 117.
Además, hay un grupo de diputados que responde a gobernadores no alineados ni con oficialismo ni con oposición: Salta, Misiones, Neuquén, entre otros. En algunos casos son de estructuras provinciales y en otros casos son peronistas no kirchneristas. Con estos hay que negociar. Pero como no les interesan los temas nacionales -sino sus intereses locales- es fácil convencerlos de los grandes temas. Son 17. Ahí llegan a los 134.
Y por si se quedan cortos, están los de Provincias Unidas y sus aliados. Son 22 opositores, pero responden a lógicas de gobernadores. También necesitan fondos, obras y otras cuestiones. Ahí se puede rascar algunos votos más.
Unión por la Patria, en cambio, quedó mal parado, con pocos diputados (93) y con posibilidad de seguir bajando. Además, no hay líderes ni grandes figuras en ese bloque. No va a ser un tramo fácil para el peronismo.
Las leyes después tienen que pasar al Senado. Ahí la historia es otra porque solo tienen 20 de 72. Pero el peronismo también está en baja y la Cámara quedó completamente atomizada. Hay mucho margen para negociar.
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Javier Milei, en uno de los palcos de Diputados, presenciando la jura de los nuevos legisladores (Foto: archivo).
Los riesgos
Si algo caracterizó a Milei durante estos años fue la facilidad para sobregirarse. El escenario sigue siendo igual de negativo que antes y no es para tirar manteca al techo.
La construcción de mayorías necesita de mucha negociación política. Algunos detalles que el Gobierno debería cuidar para llevar adelante exitosamente su plan:
Cumplir con los aliados. Los gobernadores quieren respuestas rápidas porque aprendieron de lo que pasó en 2024 con la ley Bases, cuando se prometieron cosas que nunca se cumplieron. Como un deudor compulsivo, el Gobierno se quedó sin crédito. La devolución de favores (votos) se debe pagar en efectivo (hablo de medidas y fondos para las provincias, y no otras cosas…).
Cuidar a los aliados. Además de cumplir, hay que tratar bien a la gente. En política esas cosas son importantes. No se puede estar insultando al que se necesita. Milei se tranquilizó (un poco) después de la derrota bonaerense y moderó sus palabras. ¿Lo continuará?
Instruir a los propios. Karina Milei lanzó su escuelita legislativa. Pero una cosa es la teoría y otra la práctica. La mayoría de los diputados de La Libertad Avanza son nuevos. Muchos tienen ganas, pero carecen de experiencia. Este tipo de perfiles muchas veces no quiere alinearse. No entiende la lógica de obediencia que existe en la política y se puede cortar solo a la hora de negociar. ¿En qué medida puede contar el oficialismo con esos 95 diputados y 20 senadores?
No queda claro quién conduce. En el Senado no habrá problemas. Patricia Bullrich tiene garra, ganas, experiencia y va para adelante. Difícilmente se le desalineen los patitos. No obstante, en Diputados la cosa está más errática. El presidente de bloque es Gabriel Bornoroni, sin experiencia ni espalda política. Martín Menem es el líder, pero es el presidente de la Cámara y tiene limitaciones. No es fácil conducir un bloque así.
La redacción de proyectos. Los borradores que están girando plantean un escenario complejo. Son ambiciosos, aunque desafiantes. No son pequeños parches, sino reformas integrales. Su aprobación puede requerir meses de debate. ¿Tiene tiempo el Gobierno para eso? Se vuelve a instalar un debate que ya se había dado en la ley Bases. ¿Conviene presentar algo gigante y que salga la mitad en julio o es mejor hacer reformas más chicas y que se ejecuten ya? El Gobierno opta por lo primero.
El factor tiempo. El máximo nivel de aprobación de un gobierno se da inmediatamente después de ganar las elecciones. Y es el momento en que tienen mayor capital político. Por eso, siempre es bueno meter un par de goles apenas asume o recambian las cámaras. Seguramente, Milei logre tener Presupuesto 2026 (y no es poco), pero no le darían los tiempos para aprobar rápido las reformas laborales, impositiva y penal. ¿Qué pasaría si su popularidad bajara en el momento en que haya que votar los proyectos?
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El Gobierno debe cuidar una serie de aspectos para llevar adelante exitosamente su plan en el Congreso (Foto: archivo).
Los vaivenes de la economía real
El gran problema es que la economía real (la de la gente) pende de un hilo. A diferencia de otros ciclos, donde el crecimiento les daba volumen político a los gobiernos, esta vez la situación está más errática.
El dólar barato ayuda a contener precios, la gente puede comprar porquerías, viajar al exterior (algunos) y planificar su vida con una inflación relativamente estable. Eso aporta tranquilidad.
Pero hay otras variables que desordenan:
- Cada vez más empresas se van del país.
- Fábricas están suspendiendo o echando gente. En los últimos días, escaló el caso de Mondelez, que licenció a los 2300 empleados de su fábrica de Pacheco por la baja en el consumo. Lo mismo había pasado con Georgalos, Tía Maruca, Essen, Whirlpool, entre otras.
- El consumo en canales tradicionales se desploma.
- Los ingresos siguen estancados, especialmente en trabajadores formales.
- La recaudación cayó un 5% real, según el CEPA, lo que implica que el año que viene habrá que profundizar el ajuste.
- Se viene otro fuerte ajuste en subsidios a la energía.
¿Por qué esto es un problema para un Gobierno que acaba de ganar las elecciones? Poruqe el crédito político en la Argentina dura cada vez menos tiempo. Y la gente disconforme se puede dar vuelta de un día para el otro. Recordatorio: Milei ganó con el 40%, pero no todos son libertarios. Y hubo un 60% que votó en contra.
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Luis Caputo, ministro de Economía (Foto: archivo).
La «fragilidad» de las cifras sociales
Al respecto es ilustrativo el informe del observatorio de la Deuda Social de la UCA, que en muchos casos se presentó como una baja de la pobreza, cuando en realidad contenía datos casi opuestos.
Algunos destacados del informe sobre el modelo del gobierno “libertario”:
- Habla de una “reconversión profunda que implicaría procesos de desempleo estructural, consolidación de la informalidad y cristalización de la pobreza crónica, aun bajo esquemas de asistencia pública compensatoria”. Traducción: la informalidad se compensa con algún plan social y eso tapa la crisis.
- “La estructura social exhibe una recuperación estadística de la pobreza, pero sobre una base metodológica frágil y sin mejoras equivalentes en consumo, bienestar ni capital humano”.
- “La caída en las cifras oficiales respecto del período previo al ajuste estaría sobrestimada por la medición, al punto de que es posible que alrededor de tres cuartas partes de la baja desde los niveles de 2023 se deban a un efecto estadístico”. Traducción: la metodología para medir la pobreza no es buena ahora ni antes y fuerza trampas estadísticas.
- “La economía sigue transitando una etapa frágil, sin instrumentos consolidados para corregir los desequilibrios estructurales que condicionan la estabilidad y limitan la sostenibilidad del nuevo régimen”.
- “Sin estos ingresos (la AUH), la indigencia prácticamente se duplicaría y la pobreza sería alrededor de un 20% más alta”.
Sobre esto último, un último detalle. El proyecto de Presupuesto 2026 plantea que la AUH se desacople del índice de inflación. Solo se actualizará cuando lo disponga el Ejecutivo.
La situación social siempre tensiona sobre la política. Si “la gente” apoya al modelo, crecen las presiones sobre diputados, senadores y gobernadores para acompañar al Gobierno; pero si “la gente” rechaza el modelo, los aliados pueden dejar de serlo muy rápidamente.
Por eso es importante operar rápido. Si no, pregúntenle a Macri, que seis meses después de ganar las elecciones intermedias terminó con una crisis política, económica y financiera que lo obligó a volver al FMI.

