MONTEVIDEO, Uruguay.- Tras años de debate, Uruguay se convirtió en el primer país de América Latina con una ley de eutanasia. El Senado de ese país se encaminaba anoche a aprobar el proyecto de Muerte Digna, que cuenta con el apoyo de distintas fuerzas políticas y de la mayoría de la sociedad.
Así, Uruguay se une al reducido grupo de países que permiten el procedimiento y en el que figuran Canadá, Países Bajos y España. En América Latina, Colombia despenalizó la eutanasia en 1997 y Ecuador se sumó el año pasado, en ambos casos con fallos de Corte, no por vía legislativa.
Bautizada “Muerte Digna” e impulsada por el Frente Amplio (izquierda gobernante), la iniciativa despenaliza la muerte asistida bajo ciertas condiciones. La Cámara de Diputados le dio media sanción en agosto y en el Senado el Frente Amplio cuenta con la mayoría necesaria para transformarlo en ley.
Ser mayor de edad, ciudadano o residente y estar psíquicamente apto en etapa terminal de una patología incurable o que provoque sufrimientos insoportables, con grave deterioro de la calidad de vida, son algunos de los requisitos. El paciente deberá pasar por instancias previas y dejar su voluntad por escrito.
Pasado el mediodía el debate comenzó con tono respetuoso, firmes ponencias a favor y en contra y decenas de personas en las gradas. Para el oficialista Daniel Borbonet se vota un texto “sólido” que “ofrece seguridad jurídica”. En una posición crítica a la redacción del documento, Pedro Bordaberry (centroderecha) consideró que es “una ley de fomento” de muerta asistida.
“No tienen idea”
Con dos décadas de padecimiento por ELA (esclerosis lateral amiotrófica (ELA) a cuestas, Beatriz Gelós esperaba ayer que la decisión del Senado de Uruguay ponga fin a años de idas y vueltas parlamentarias para transformar en ley el proyecto de eutanasia. “Me daría una paz impresionante que se apruebe. Es una ley de compasión, muy humana, muy bien redactada”, decía Gelós días antes de la votación.
Gelós, de 71 años, convive desde los 52 con ELA, una enfermedad neurodegenerativa que causa una parálisis progresiva de los músculos hasta provocar la muerte del paciente. En silla de ruedas y con voz entrecortada, dijo que quienes se oponen a la eutanasia, les dice “no tienen idea lo que es vivir así”. Amante de la lectura, fiel a su pasado como profesora, y abuela de dos niños pequeños quiere “tener la opción” de decir basta.
En la misma trinchera, la madre y el hermano de Pablo Cánepa intentan hacer oír su voz. Cánepa -de 39 años- sufre una enfermedad rara e incurable. Paralizado casi por completo y con espasmos, está lúcido y pide acabar con un calvario que empezó cuatro años atrás. “Pablo no está viviendo. No es vida esto que tiene”, resumió su madre Mónica.
Los defensores del proyecto coinciden en que su redacción brinda garantías y representa la historia de un país acostumbrado a aprobar leyes liberales como la regulación del mercado de cannabis, el matrimonio igualitario y el aborto.
Más de un 60% de los uruguayos está a favor de legalizar la eutanasia y apenas un 24% la rechaza, según una encuesta presentada en mayo por la Consultora Cifra.
El Colegio Médico no proclamó una postura ante el tema. Sin embargo, asesoraron en todo el proceso “para tener las máximas garantías para los pacientes y para los médicos”, comentó el presidente de la entidad, Álvaro Niggemeyer.
La iglesia Católica mostró “tristeza” ante la votación afirmativa en Diputados y la resistencia al proyecto traspasó los ámbitos religiosos. Más de una decena de organizaciones rechazaron la redacción del proyecto por “deficiente y peligrosa”.