Riudecanyes (Baix Camp), uno de los municipios catalanes donde más han perdurado los efectos de la histórica sequía, ha dejado por fin de abastecerse con agua potable transportada con camiones cisterna. A pesar de tener un pantano, la falta de lluvia durante tres años hizo empeorar la calidad del agua almacenada hasta el extremo de hacerla no apta para el consumo humano.
La instalación de un sistema de ósmosis para tratar el agua y la recuperación paulatina en las últimas semanas del pantano, ayer al 58% de capacidad, han permitido dar el vuelco a la situación. El Ayuntamiento comunicó a sus 1.300 vecinos el Domingo de Pascua que deja de recurrir a los camiones cisterna porque la calidad del agua que llega a las casas ya “cumple con el estándar de potabilidad y calidad, garantizando un abastecimiento seguro y eficiente para toda la población”.
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El Ayuntamiento, que agradece a los vecinos en el mismo comunicado su “paciencia y comprensión”, supera así un período muy adverso, en fase de emergencia durante dos años y medio por la sequía. Además de contratar centenares de camiones cisterna y prospectar varios pozos sin éxito, el Consistorio ha tenido que repartir agua embotellada y llegó a pedir, en el peor momento de la crisis, que los vecinos acortasen el tiempo de sus duchas por la entonces pésima calidad del agua. El pantano de Riudecanyes se llegó casi a vaciar (1,6%) el año pasado y los lodos acumulados enturbiaron el agua, con un exceso de materia orgánica.