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jueves, julio 10, 2025

Roberto Gargarella: “La Constitución es un traje pensado para una sociedad que ya no existe”

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Roberto Gargarella: hay otros modelos
Roberto Gargarella: hay otros modelos posibles.

No, “sala de máquinas”y “la constitución” no son palabras que parezcan pertenecer al mismo campo, no son palabras que sea fácil imaginar juntas en la tapa de un libro. Pero sí, lo están. La sala de máquinas de la Constitución es el título de un ensayo de Roberto Gargarella, abogado y sociólogo que ya es un clásico pero que ahora se reedita.

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La obra recorre doscientos años de constitucionalismo latinoamericano y busca en esa pieza legal el origen de algunos de los males de la región. Como si tratara de responder, parafraseando a Mario Vargas Llosa, “en qué momento se había jodido América Latina”.

-¿Que es esto de la sala de máquinas?

-Lo podemos entender como una crítica al modo en que se han pensado y escrito Constituciones en América Latina yo diría desde siempre, pero de modo muy en particular desde comienzos del siglo XX hasta hoy. Cualquier constitución tiene una parte que organiza el poder, las tres ramas de gobierno, etcétera y tiene una parte que es la Declaración de Derechos. El problema es que se puso muchísima atención en la Declaración de los Derechos y entonces los latinoamericanos somos los que, entre comillas, hemos creado el constitucionalismo social. Desde México en 1917 empezamos a meter derechos sociales, económicos, culturales, multiculturales, ahora los derechos naturales: hemos súper recontra expandido los derechos para bien. Pero eso se ha hecho en descuido, en desatención de toda la otra parte de la organización del poder.

-¿Y eso sería la sala de máquinas?

-Claro, porque es la que organiza el poder y la que se encarga de poner en marcha los derechos. Es como donde están ahí las palancas con las que se mueve la cosa. Entonces, por ejemplo, vos ponés acá un montón de derechos, pero necesitás que un juez diga “Sí, vos tenés este derecho, te lo reconozco”. Y están obligados a otorgártelo o o pagarte vacunas, o asegurar tu educación, o a que vos tengas acceso a la seguridad, lo que sea. Entonces hay un descuido sobre la sala de máquinas, sobre la organización del poder. Ese sería como el planteo inicial.

Roberto Gargarella y una mirada
Roberto Gargarella y una mirada a la democracia.

-Y sin eso los derechos son abstractos…

-Toda la energía ha sido puesta en expandir los derechos. ¿Y luego cómo se interpretan? ¿Cómo se ejecutan?, ¿Cómo se ponen en marcha? Y aquí está parte de la sala de máquinas: la parte de la organización de poder se ha descuidado. Ahora, lo malísimo de esto es que el no tocar la organización del poder significó y significa todavía mantenerla básicamente como la organizaron en el siglo XIX nuestras élites liberal conservadoras. Esto es, la organización del poder sigue estando todavía hoy muy en línea con lo que hicieron nuestras élites, que desconfiaban de la democracia, que se resistían la participación popular, que no querían el involucramiento ciudadano en la política y que tenían un sesgo elitista, autoritario, que implicaba, por ejemplo, un poder Ejecutivo muy fuerte.

-¿Eso se refleja en nuestra vida política actual? Digo, de América latina…?

-No digo que algunos de los males institucionales que hoy vemos, tengan su principal origen en la Constitución, pero la Constitución ha ayudado muchísimo a reforzarlos. Uno es la superconcentración de poderes en el Ejecutivo. Y otro, la falta de oportunidades para la participación cívica. Como mínimo, esos sesgos tienen que ver con una organización del poder que se mantuvo vieja, intocada. Y eso no fue una cosa casual.

-¿Por qué ocurrió?

-En el libro doy un ejemplo para mí muy ilustrativo, México. En 2017 estuve en México festejando la Constitución de 1917. Había un congreso que celebraba la gloria de esa Constitución que rompió todos los esquemas porque fue la primera en el mundo que incorporó derechos sociales. Lo hizo en cantidad y con una gran densidad. Hay dos artículos de esa Constitución que destaco. Uno habla sobre trabajo y otro habla de la propiedad. Entre esos dos artículos -y este es un dato de color pero dice algo- tienen 6300 palabras. Toda la Constitución entera de los Estados Unidos tiene 4500.

-¿Y qué pasó en la ejecución?

-Ahí se hizo una cosa impresionante en materia de derechos. Venustiano Carranza, que era el líder político de la época, cuando va a presentar los trabajos a la Convención Constituyente y la va a inaugurar dice, con otras palabras “Hagan con la Constitución lo que quieran, agréguenle la cantidad de derechos que quieran, pero ni se les ocurra reducir mis poderes, porque estas son sociedades proclives a la anarquía. Y el Ejecutivo está acá para imponer el orden”. Y ahí estábamos nosotros, emocinoados festejando a los 100 años de la Constitución que inaugura en el mundo el constitucionalismo social.

-¿Y no era para festejar?

-Eso merece ser festejado. Pero la contracara de esto, que no es algo lateral sino que va de la mano, es que los derechos finalmente quedan en las manos discrecionales del Ejecutivo, que los va a activar o desactivar de acuerdo a su conveniencia. Entonces, el no haber tocado la sala de máquinas implica decir: “mantenemos el poder desigual, concentrado en el Ejecutivo”. Entonces son constituciones que finalmente vienen a afirmar una desigualdad política. Y que creo explican parte de la historia institucional desgraciada de América Latina, por ejemplo, los golpes de Estado.

-¿Porque un poder de una sola persona es más fácil de voltear?

-Exacto. Pero también porque no lo podés cambiar como al Primer ministro y cuando las cosas van mal te faltan válvulas de escape. Pero hay algo más. Esa estructura de poder se copia de Estados Unidos y en Estados Unidos también es un problema, pero es un problema moderado, porque la esencia de la organización de poder norteamericano es son los balances, los frenos y contrapesos. Es decir, que hay distintas ramas del poder que tienen un poder más o menos equivalente. Entonces, si vos te excedes como Legislativo, yo como Ejecutivo te lo veto, y si yo me excedo como Ejecutivo, puede venir el control judicial…

-En Argentina eso vimos que no es tan así.

-Viene desde el origen. Hicieron muchas cosas buenas pero también crearon un sistema que desde el arranque estaba desequilibrado hacia el Ejecutivo.

Chile rechazó un cambio constitucional
Chile rechazó un cambio constitucional en 2023. . EFE/ Ailen Díaz

-Alberdi dice: “Un presidente que sea como un rey”.

-Exactamente, que tenga la capacidad de actuar en caso de anarquía. La idea es no podemos tener un sistema como el de Estados Unidos, que es el de poderes equivalentes, porque necesitamos a alguien que tenga capacidad de poner mano fuerte.

-¿Y por qué querían un Ejecutivo tan fuerte?

-En el momento en que se empiezan a consolidar las constituciones, en el siglo XIX, en América Latina se vislumbraba algo que acababa de pasar en Europa con las revoluciones de 1848, las revoluciones democráticas, luego la comuna de París. Entonces se viene la Revolución porque los artesanos, los estudiantes y los trabajadores se empiezan a unir y reclaman derechos. Y empiezan a llegar oleadas a América Latina, sobre todo a Colombia, Perú y Chile. En Argentina había ese temor. No solamente por lo que estaba pasando en los países vecinos, sino porque se lo asociaba a los resabios del rosismo, con la gente en la calle, como los federales, haciendo locuras. Entonces hay que frenar esa locura. Por eso en esos años, en toda América Latina, los dos grupos de la elite que se estaban matando y que se habían estado matando durante décadas -liberales y conservadores-empiezan a trabajar juntos, se sientan juntos a escribir constituciones. Porque están muertas de miedo.

-Y restringen libertades democráticas.

-Arman toda esta estructura con un poder muy fuerte, con poderes militares, poderes de intervención en las provincias, Estado de sitio, etcétera. Poca participación popular. Y eso no ha cambiado esencialmente. El constitucionalismo nuevo latinoamericano sigue poniendo el acento en expandir derechos mientras preserva un poder concentrado.

Asamblea Nacional Constituyente en Argentina
Asamblea Nacional Constituyente en Argentina en 1994. (Carlos Luna )

-¿Por qué las dos cosas a la vez? ¿Qué necesitan?

-Hay una académica australiana, Rosalind Dixon, que habla de los derechos como soborno. ¿Cuántos derechos querés? Derechos culturales, derechos de lengua, . Derecho del territorio. Derechos ancestrales. Derechos de la naturaleza. ¿Cuántos derechos querés? Y vos me das la reelección.

-¿Para qué sirve hoy una Constitución? ¿Para qué sirve si en la implementación se anula lo bueno que plantea?

-Siendo un crítico de cómo está el derecho y de cómo está la política hoy, para mí es muy importante tener una Constitución, inclusive como la que tenemos, que yo la critico pero es muy digna. Primero, porque orienta, te ayuda a imaginar hacia dónde ir, más allá de los abusos que han cometido los Ejecutivos. Creo que ahí hay algo que yo reivindico como la belleza del Derecho: la Constitución no puede y no ha podido nunca dejar de hablar un lenguaje igualitario. Entonces, aún una Constitución hecha por el peor tirano tiene que ser presentada como un proyecto inclusivo. Mirá la Constitución de Estados Unidos: lo primero que dice es “We, the people”, “Nosotros, el pueblo”. Entonces, una Constitución escrita por esclavistas, que no incluye ningún derecho social, n puede dejar de decir “We, the people”.

-¿Por qué?

-Porque si no aun las élites conservadoras la van a rechazar. Finalmente, son compromisos que se asumen ante todos y que no son vergonzosos.

-Pero hoy da la sensación de que no son fuertes las Constituciones.

-Hay una erosión democrática. Eso es un problema en todo el mundo, desde Hungría y Orban hasta Turquía con Erdogan, Bolsonaro en Brasil, Trump en Estados Unidos, Milei en Argentina. Aun en países donde aparecía un sistema más equilibrado, el poder lo ha ido quebrando, resquebrajando desde adentro y erosionando desde adentro. En el caso de Estados Unidos, al menos desde el 11 de septiembre empezaron a darle atribuciones adicionales al Ejecutivo y se generó una situación que para América Latina ya es conocida, cuando una de las tres ramas tiene más poder de amenaza que las otras y empieza a amenazar.

Jeffrey Collins
Jeffrey Collins

-¿Poder de amenaza?

-El poder de amenaza es zanahoria y palo. Zanahoria: te doy un montón de dinero y vos me votás a favor. O palo: te mando los servicios de Inteligencia y te persigo judicialmente o te aprieto. Los restos del equilibrio de poder no han desaparecido pero están muy golpeados y los voy carcomiendo todavía más con estos poderes informales. Por eso es que en todo el mundo hay una situación de alarma, si querés, constitucional.

-Vuelvo: ¿sirve una Constitución o precisamos otra cosa?

-En Argentina y en todo el mundo hay como un traje institucional que fue pensado originariamente para un cuerpo social y unas necesidades que ya no existen. Ni el cuerpo es así ni las necesidades son las mismas. Como si hubiéramos hecho un traje para la primera comunión de un niño y cuando nos encontramos con el niño adulto, que ahora es robusto y corpulento, queremos ponerle el mismo traje de la comunión. Y por supuesto, ahí podés estirarle las mangas, podés ponerle algunos botones adicionales, pero no va a entrar. Y yo creo que no es simplemente que hoy somos más gente, sino que hay cosas estructurales que han cambiado y que no vamos a recuperar más.

-¿Entonces?

Este el traje, un esquema institucional que nos ayude a organizarnos, a tomar decisiones, a que otro no me domine, a que otro no me aplaste, a que otro no arrase mis derechos. Y este esquema hoy está sirviendo a que me aplasten, a lo contrario del “We the people”. No tengo duda de que la maquinaria está golpeada, fracturada, quebrada pero eso no quiere decir que tiremos el resto de la maquinaria que queda en pie abajo, que cerremos el Congreso y vayaos al Führer o al poder autoritario de quien sea. El tema es cómo hacemos para insuflarle aire democrático.

-¿Alguien está pensando otro sistema?

-Hay una conciencia amplia de que las cosas tienen que cambiar y en una dirección más democrática. Lo vimos en las discusiones sobre el aborto, por ejemplo, o sobre el matrimonio igualitario. En Irlanda hubo asambleas con representantes elegidos por sorteo que no pertenecían a los partidos políticos, que tenían la obligación de reunirse con representantes de los distintos pueblitos regularmente, y hubo resultados espectaculares. Entonces, hay un mundo posible a la vuelta de la esquina. Hay un mundo institucional alternativo, imaginable y que ya no es parte de la utopía imposible, sino es una alternativa, aunque los poderes establecidos lo van a resistir.

Redacción

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