11.4 C
Buenos Aires
miércoles, mayo 28, 2025

Roberto Markarian y el llamado al «matematicismo»: la propuesta para derrotar al “cuco” de los números

Más Noticias

Roberto Markarianlanza la idea con una sonrisa traviesa, pero la sostiene con total seriedad: así como hay feminismo para plantar cara al machismo, él propone un matematicismo —término que improvisa durante la charla con Domingo y que, admite, podría perfeccionarse— para desmontar el miedo que muchos le agarran de chicos a la matemática. “Eso de que es un cuco fue inventado por la sociedad humana”, dice.

Para este matemático especializado en sistemas dinámicos y teoría del caos, y exrector de la Universidad de la República, el rechazo a los números no es tanto culpa de los números como de los estereotipos que se nos meten en la cabeza —que es solo para genios, que las niñas no son buenas en matemática, o que saber cómo calcular fracciones no sirve para nada en la adultez— antes incluso de saber contar hasta 10. “Hay cosas que se van asentando ahí en la cultura humana y es difícil borrarlas”, advierte.

Por eso, dice, habría que educar desde temprano para romper prejuicios y abrazar lo abstracto, que al fin y al cabo es una de las mayores virtudes del cerebro humano. Gracias a ella, pasamos de contar ovejas con piedras —un método sencillo pero brillante para asegurarse de que ninguna se pierda— a imaginar conceptos como el cero y a construir sistemas complejos, como por ejemplo la transmisión electrónica de información financiera. “Si voy al cajero automático, nadie grita que Markarian quiere retirar $ 10 mil pesos. Eso es matemática pura. La matemática es mucho más útil de lo que la gente cree”, suelta.

Y añade: “Si los seres humanos no fuéramos capaces de pensar abstractamente, seríamos poco más que un simio avanzado”.

Cáculos matemáticos.jpg
Hacer cálculos matemáticos también es una buena manera de mantener el cerebro joven.

Foto: Freepik.

Trayectoria.

Nació en la frontera entre la Unión y Villa Española, una zona que hoy muchos considerarían “peligrosa”. Allí funcionaba el almacén familiar que atendía su madre. Desde chico mostró cierta inclinación por la disciplina, pero el interés profundo por la matemática lo asaltó recién hacia el final del liceo. Cuenta que su madre le inculcó el valor del estudio y el respeto por el conocimiento. Y él lo tomó en serio. Tanto que, cuando llegó el momento de elegir una carrera, comenzó ingeniería, aunque pronto se dio cuenta de que buscaba algo más específico. Dudó entre geología y matemática, y la balanza se inclinó hacia esta última.

Entre los 17 y los 23 años vivió su gran época de formación matemática. Leyó, cursó, se presentó a concursos en la Facultad de Ingeniería —a la que llama su “madre intelectual”— y se integró al mundo académico. Pero luego vino una pausa forzada. Pasó siete años en prisión por su militancia política y, aunque se alejó de las ecuaciones por aún más tiempo, nunca se apartó del pensamiento. “Si no fuera por la represión, no sería matemático. La represión me cortó la actividad política. Yo sería un técnico especializado en algo, quizás tendría un cargo político importante, pero no sería matemático”, afirma.

Volvió a la disciplina casi a los 40 años, impulsado por razones personales y familiares. Y decidió que, si quería continuar, tenía que formalizar lo que sabía: obtuvo todos sus títulos después de los 40 —licenciatura, maestría, doctorado, incluso algunos más de una vez—. “Ahí florecí”, dice. “Lo que me alimenté cuando tenía 17, floreció cuando tenía 40. Por suerte, la matemática no le cierra la puerta a quienes llegan tarde”.

Roberto Markarian. Foto: Marcelo Bonjour

Contra el cuco.

A pesar de su facilidad innata, Markarian reconoce que la matemática puede ser difícil —y los matemáticos percibidos como bichos raros—, pero no por ello, menos placentera, cotidiana y humana. Personalmente, a él le gusta mezclarla con música.

En su libro La dimensión humana de la matemática (Estuario Editora), revela cómo ese cuco no es solo números y fórmulas, sino un producto cultural que evoluciona con la humanidad y que es solo otra manera que tenemos para “entender la realidad”.

En diálogo con Domingo, dice: “Los que han creado la matemática son los mismos seres humanos que escriben novelas o hacen rock o física o química. El cerebro humano es uno solo y todas las cabezas son iguales”.

Además, recuerda que muchos de los grandes hitos científicos y tecnológicos del último siglo tienen corazón matemático. ¿El Big Bang? Matemática. ¿La relatividad, la mecánica cuántica, la existencia misma de ciertas partículas elementales? Más matemática. ¿Los vuelos espaciales, la criptografía, los discos compactos, los programas que usamos todos los días, la inteligencia artificial que nos habla desde un celular? Otra vez, matemática. Nuevas ramas como la teoría de redes, las filas de espera o los modelos para mover mercancías y decidir stocks usan fórmulas matemáticas tan afinadas como una sinfonía. Hasta en biología y biotecnología —sí, también ahí— muchos avances dependen de traducir problemas complejísimos a un lenguaje que, aunque abstracto, nos ayuda a entender mejor cómo funciona el mundo.

Hasta su especialidad, la teoría del caos —campo en el que se formó durante un posdoctorado en la Academia de Ciencias de la URSS, “donde estaba la crème de la crème” de la disciplina— tiene aplicaciones tan concretas como vitales. Por ejemplo, si usted usa un marcapasos, sepa que hubo un matemático que resolvió cómo ordenar los posibles movimientos desordenados del corazón.

“Quiero que los matemáticos me sigan y que muchos hicieran cosas como este libro. Quiero que se tenga el convencimiento de que, si queremos que la matemática penetre más profundamente —en particular desde la niñez—, tenemos que preocuparnos por eso”, señala.

En esa cruzada, Markarian no le hace la guerra a la calculadora, pero sí le pone límites. “Que el niño multiplique o divida con lápiz y papel, porque está comprobado que los que usan demasiado la calculadora o la computadora aprenden menos. ¿Cuál es el punto justo? No lo sé”, confiesa. Lo que sí sabe es que ejercitar la memoria es clave para construir pensamiento matemático. Como quien va al gimnasio, pero del razonamiento.

Con la inteligencia artificial (IA), la advertencia va por el mismo carril: bienvenida sea, siempre y cuando no haga todo el trabajo. “Es una ventaja inmensa”, reconoce. “Pero tu cabeza es la que tiene que pensar. Porque escribiendo y aclarando las ideas es que se aprende y se crea”, subraya.

Y remata: “En este momento no puedo decir otra cosa que el ser humano es irremplazable por la IA. La capacidad de pensar en paralelo y la asociación de ideas sale de acá” —y se señala la cabeza—. “Eso sigue siendo irreproducible. Igual que nuestra capacidad de comparar cosas, de crear, de soñar”.

Redacción

Fuente: Leer artículo original

Desde Vive multimedio digital de comunicación y webs de ciudades claves de Argentina y el mundo; difundimos y potenciamos autores y otros medios indistintos de comunicación. Asimismo generamos nuestras propias creaciones e investigaciones periodísticas para el servicio de los lectores.

Sugerimos leer la fuente y ampliar con el link de arriba para acceder al origen de la nota.

 

- Advertisement -spot_img

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Advertisement -spot_img

Te Puede Interesar...

Muerte de bebés en un hospital de Córdoba: la defensa del ex ministro aseguró que lo acusan de «un delito imposible»

El juicio por la muerte de cinco bebés en el hospital Neonatal de Córdoba ya está en la recta...
- Advertisement -spot_img

Más artículos como éste...

- Advertisement -spot_img