
El carrer Fraternitat de Dalt planteó para estas Festes de Gràcia convertir su entorno en un Bosque Mágico lleno de hadas, gnomos y figuras colgantes. La ilusión les ha durado apenas 48 horas. Más de la mitad de las figuras de gnomos y hadas han desaparecido, así como otra decoración colgante, y su bosque ha sufrido destrozos por puntapiés y falta de decoro de algunos de los transeúntes.
“Ya desaparecieron algunas figuras el 15 de agosto, pero lo de anoche [la madrugada del sábado al domingo] ha sido fatal”, explica Yeli Murillo, miembro y community manager de la Comisión del Carrer Fraternitat de Dalt. Murillo cifra en “unas 15, más de la mitad” las figuras de gnomos y hadas que han sido hurtadas, y reconoce que la comisión está “afectada”: “La calle no está como nosotros queríamos”.
Para paliar el daño y denunciar lo ocurrido, la Comisión del Carrer Fraternitat de Dalt ha compartido el resultado de los daños en sus redes sociales y ha colgado carteles en los espacios que ocupaban las figurillas robadas.
Dos personas fueron atrapadas in fraganti tratando de llevarse una figura, que tiene un tamaño de unos 15 centímetros de alto

Imagen de las figuras preparadas, de las que han desaparecido más de la mitad.
Comisión del Carrer Fraternitat de Dalt
De hecho, explican, dos personas fueron atrapadas in fraganti tratando de llevarse una figura, que tiene un tamaño de unos 15 centímetros de alto. Les llamaron la atención y las devolvieron. En estas fechas Gràcia recibe la visita de graciosos sin gracia que, cuando el alcohol entra en juego, no tratan el trabajo de los vecinos con el cariño que merece.
Por todo ello, tienen pensado trasladar lo ocurrido a la Fundació de la Festa Major. En el Carrer Fraternitat de Dalt queda una sensación de tiempo e ilusión robada. “En las Comisión somos unas 25 personas —explica Murillo—, ocho de ellas son el equipo artístico que ha trabajado en las figuras”.
La portavoz de la Comisión recuerda que dedicaron una semana solo a la confección de las figuras, hechas completamente de material reciclado, que hubo que recolectar. El daño infligido, concluye Murillo, no es en lo económico, ni en el orgullo. Lo que duele es “el valor moral, el valor sentimental”.