El nombre de Rodrigo Lussich se ha convertido en un sello propio del periodismo de espectáculos en Argentina. Su innovador estilo consiguió alejarse de la tensión permanente que dominaba en el género para ir por un camino que le permite hacer gala de su histrionismo y sentido del humor. En esa aventura sumó a su histórico compañero televisivo Adrián Pallares y el resultado fue tan eficiente al aire que no demoraron en adaptar una propuesta para el teatro. Los Intrusos traen el 4 de octubre Socios al desnudo al Teatro Metro y prometen desplegar allí lo mejor de su faceta más cómica. Antes, el uruguayo de 52 años radicado en Argentina habla con El País de su reciente cambio de canal, su pelea con Mario Pergolini, su vínculo con Jorge Rial y Viviana Canosa y sus ganas de hacer televisión en Uruguay.
-Presentás Socios al desnudo junto a Adrián Pallares el 4 de octubre en el Teatro Metro, ¿qué novedades traen en relación al espectáculo anterior?
-Armamos un show nuevo. Sabemos que hay mucha gente que nos vio y va a volver, y nos queremos divertir con cosas distintas pero manteniendo el espíritu del show anterior. Vamos a cambiar algunas anécdotas e incorporar “los escandalones”, que nos parece algo divertido para el escenario del Teatro Metro. La idea es que sea un espectáculo de humor, no es de chismes.
-En el afiche prometen decir “lo que nunca contamos de los famosos”.
-Decimos algunas cosas que no contamos de los famosos, pero esa es una frase marketinera. Hacemos lo que tenemos ganas, que básicamente es hacer reír. Hay mucho de stand up y estamos preparando alguna sorpresa con un guiño local.
-Tenés formación de actor, ¿hacer un espectáculo de este tipo es algo que fuiste postergando?
-Totalmente. Entre esto y lo que hago en redes, que es algo más actoral y humorístico, siento que me afianzo en el territorio del humor. Es algo que me interesa explorar y a lo que pienso dedicarme definitivamente en un futuro no muy lejano.
-¿Eso implicaría dejar el chimento?
-Sí, está en los planes. No soy un kamikaze y sé que es lo que me da de comer, además tengo contrato con América por tres años. Pero en algún momento quiero trabajar en televisión con una impronta humorística más fuerte que me permita hacer otros formatos. Veremos si la televisión me quiere para eso, y si no me las ingeniaré para hacerlo en otros lados.

Foto: Leo Mainé
-Se ve mucha producción en tus contenidos de redes, ¿cuánto tiempo le dedicás?
-Bastante. Trato de publicar contenido de humor todos los días. Subí, por ejemplo, “las 10 maldades que le hizo Vicuña a la China Suárez” y ya tiene un millón de reproducciones. Hay gente que queda descolgada y pregunta si tengo pruebas, ¡pero es un sketch! En las redes me gusta hacer humor, que todavía está muy sostenido por lo que pasa en el espectáculo, pero la idea es irse desprendiendo de eso.
-¿Las redes te permiten tomar riesgos que la televisión no?
-Absolutamente. En la televisión se juega bajo otros parámetros. La democracia de las redes me permite ir a fondo con un sentido del humor filoso, ácido, crítico. En todo caso al que no le gusta me deja de seguir y listo.
-Por momentos sos muy cruel, ¿no se ofendió nadie?
-Por ahora no hubo demasiados damnificados y todos entienden que es bajo el código del humor. El otro día hice “las brujerías que le hizo Alfano a Susana”, después me crucé con Graciela y me dijo que se había matado de risa. Se entiende que es un chiste. Alguno se puede ofender igual, como La China Suárez que me tiene bloqueado.
-¿Cómo te llevás con el fantasma de la cancelación?, ¿te preocupan las consecuencias de hacer determinados chistes?
-Yo me niego a la cosa políticamente correcta de no poder hablar de nada. Eso no responde a algo genuino sino a una moda y al miedo a ser cancelado. Me parece muy hipócrita. Entiendo que está mal ofender de manera grosera a una minoría, pero creo que hay que relajarse un poco. Yo me resisto a eso, no me quiero censurar.
-Este año volvieron a Intrusos (América) después de tres años en Canal Trece, ¿están más cómodos?
-Estamos muy relajados. Sentimos que volvimos a casa. El Trece fue un lugar que nos potenció como marca, nos permitió cortarnos solos y demostrar que nos podía ir bien. Fueron tres años y podríamos haber seguido. Pero hay algo de América que es más relajado: desde el tamaño del canal, que es más chico y uno se cruza con todo el mundo, hasta la relación con las autoridades, con las que uno tiene una mayor confianza y puede hablar las cosas de otra manera. Había cosas del canal que me gustaban y otras que no. No me gustó que nos saquen la media hora en la que hacíamos más rating para poner El Zorro. Tampoco teníamos muy buena relación con nuestro productor ejecutivo, con el que chocamos bastante. No nos fuimos por eso, y de hecho nos íbamos a quedar, pero apareció la propuesta de los 25 años de Intrusos y nos gustó. Además económicamente la oferta de América era mejor.
-¿Hay menos baile en esta etapa?
-Se baila y se canta menos para que los detractores no se pongan nerviosos. Fue un cambio natural. Así como un día empezamos a bailar, otro día nos cansamos. No tuvo que ver con que le molestara a alguien. Ese tipo de cosas si las planeás salen mal.
-Sus principales “detractores” hoy son sus compañeros de canal, ¿cómo fue la reconciliación con Ángel De Brito?, ¿hubo una charla previa o todos fingieron demencia?
-Tuvimos un encuentro. Había que charlar. Nos juntamos en la suite presidencial de un hotel. Ángel nos invitó. Había tragos y una mesa muy bien servida. Nos pusimos a charlar enseguida. No hubo una cosa de decir “qué pasó acá, por qué nos peleamos”, pero sí una postura de “vamos a trabajar en el mismo lugar, intentemos que nos vaya bien a todos”. No hubo que agregar mucho más. Después nos invitó a (su programa en el streaming) Bondi, pasamos bien y ahí fumamos la pipa de la paz. Ahora estamos en una convivencia sana. Cuando estaba enojado le dije lo que le quería decir y después se me pasó. Además no tiene nada que ver lo que hacen ellos con lo que hacemos nosotros.
-¿Yanina Latorre estuvo en ese encuentro?
-No. Con ella nos hemos puteado, pero después nos hablábamos por teléfono. Era distinto.
-Hubo un contraste marcado en la forma de la que ustedes cubrieron el fallecimiento de Mila Yankelevich y lo que hizo LAM, que eligió no tocar el tema, ¿cómo lo analizás?
-Fue algo que pasó a la mañana. Yo tuve que dar la noticia al aire e hicimos el programa entero con ese tema. Ángel es muy estratega y evalúa si hay temas que llegan muy trillados a su horario, por más que sea una tragedia. También puede haber una decisión editorial de no meterse en ese tema por múltiples factores. Está en su derecho, pero para mí era un tema a abordar. No deja de ser la tragedia de una familia pública ligada al espectáculo. Es algo horrible y no es lo que uno quisiera hacer, pero había que darlo.

Foto: difusión
-¿Te gusta el programa de streaming que hacen tus exjefes Jorge Rial y Viviana Canosa?
-Me gusta que estén juntos. Yo me inmolaba por ella cuando estaban en guerra, era un pelotudo.
-¿Te arrepentís?
-Sí, obvio. ¿Cómo no me voy a arrepentir? Yo estaba como enamorado de Canosa en un momento. Ella es muy seductora y muy hipnótica. Después se me pasó. A mí me cae bien personalmente, le tengo aprecio y me divierte en esta nueva faceta del streaming. No me gusta la Viviana poseída, seria y denunciante. Cuando se come el viaje de las denuncias se va al carajo.
-¿Creés que le levantaron el programa de Canal Trece por esa razón?
-Fue una sumatoria de factores. Eso al canal le resultaba incómodo. Como el número no respondió, fue más fácil levantar el programa. Siempre supimos que la relación entre el canal y Canosa no iba a andar y chocó el primer día. La llamaron después del debut para pedirle que no hable tanto de política. Ella no era para ese canal.
-Si tuvieras que volver a trabajar con alguno de los dos, ¿a cuál elegirías?
-Creo que a Jorge. Puedo tener más afinidad en la ideología y en otras cosas. Yo disfruté mucho el año que hice con Rial. Tenía un ida y vuelta muy gracioso con él.
-¿La relación no se quebró después de aquellos comentarios que hizo cuando ustedes debutaron en Canal Trece?
-Se dañó, pero profesionalmente no. Nos peleamos a nivel personal porque me defraudó con lo que le hizo a Adrián, me dolió mucho. Habría que ver cómo se da un reencuentro.
-Tuviste un cruce con Mario Pergolini, que te acusó de reírte de que está más gordo.
-Hubo un malentendido. Lo que dije fue que tenía la actitud de un señor panzón burgués, no que él esté gordo. A él le sirvió para jugar consigo mismo y mandarme algo de odio por hablar de los cuerpos. ¡Justo él que es un tipo que se metió mucho con la gente!
-¿No te gusta esta nueva versión de Pergolini?
-No, es una versión muy lavada. Es producto del miedo a la cancelación, que está muy fuerte en la televisión. Hay pánico. Además él no tiene nada nuevo para ofrecer. Es un genio, pero su momento de genialidad pasó. Yo esperaba más, sobre todo por la plata que le pusieron y el presupuesto que tiene el programa. Al final es el mismo late night show que hacía (Sebastián) Wainraich, que además era mucho más gracioso porque es humorista.
-Se te ve más cerca de Uruguay en los últimos años, ¿estás «más uruguayo”?
-Uruguay y yo todavía nos debemos un proyecto más personal. Me sigue doliendo que no me llamen para conducir algo en Uruguay. No me verán el atractivo.
-¿Qué te gustaría hacer en la televisión uruguaya?
-Me gustaría hacer algún formato. En 2016 tuve una oferta de Gustavo Yankelevich para hacer un programa de espectáculos diario. Él era el programador de Canal 4 y yo estaba medio parado en cuanto a mi trabajo en televisión. Nunca llegamos a profundizar en el proyecto porque para hacerlo tenía que mudarme a Montevideo y le dije que no me veía en ese cambio de vida. No le gustó que le diga que no.