
Roma. Corresponsal
Un paseo por el centro de Roma, desde la Fontana di Trevi hasta el Parlamento, armado con una enorme cizalla y un objetivo preciso: retirar las pequeñas cajas metálicas que contienen las llaves de apartamentos turísticos. Es el truco de muchos propietarios para evitar hacer el check-in en persona, tal como exige la ley italiana. Una práctica contra la que el Ayuntamiento de la capital, gobernado por la izquierda, ha declarado la guerra.
A la expedición, encabezada por el concejal de Turismo, Alessandro Onorato, se unió también Laia Bonet, primera teniente de alcalde de Barcelona. Antes, ambos responsables intercambiaron opiniones y experiencias en una reunión a puerta cerrada.

El concejal de Turismo de Roma, Alessandro Onorato, y la primera teniente de alcalde de Barcelona, Laia Bonet, asisten a la retirada de una caja ilegal con llaves de un apartamento turístico (ANGELO CARCONI / EFE)
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Desde hace meses, Onorato lidera esta cruzada para eliminar por la fuerza las llamadas keybox del espacio público. “Las colocan en todas partes: en lo alto de los postes de la luz, en los semáforos, colgando de las ventanas, incluso en las fuentes. El centro de Roma está protegido por la Unesco. En un mundo normal no deberíamos quitar nada, pero aquí funciona así”, afirma.
El equipo está formado por agentes de la policía municipal y operarios de la empresa de limpieza urbana. Uno de ellos lleva una herramienta de corte con la que, casi con gusto, casi teatralmente, aplasta las cajas metálicas que cuelgan como hongos de farolas y fachadas. Acto seguido, las keybox se introducen en sobres; la policía anota la dirección del piso turístico correspondiente y se las lleva a comisaría. Para recuperarlas, el propietario debe pagar una multa de 400 euros. “Casi nunca vienen… raro, ¿verdad?”, ironiza Onorato.
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“Hemos retirado casi 600 –celebra el concejal– En el centro histórico ya casi no queda ninguna”. Su próximo objetivo es ir más allá y extender esta ofensiva a las instaladas en portales privados, dentro de comunidades de vecinos.
Con curiosidad, observa la escena Bonet, rodeada por un imponente dispositivo de seguridad, y constata que este problema, al menos este, en Barcelona no existe: “Nosotros tenemos una realidad distinta. Las keybox en Barcelona no están en el espacio público. Es una suerte. Lo que sí hemos encontrado es esa realidad, pero dentro de los edificios”.
Cuando Bonet explica la decisión de eliminar los 10.000 pisos turísticos antes del 2028, Onorato aclara que el objetivo de Roma es distinto: “Nosotros creemos que un turista debe poder elegir entre ir a un hotel o a una casa. Y, sin embargo, cuando escucho a Laia, siento una gran envidia: ellos, dividiendo la ciudad por anillos, pueden decidir que en el más céntrico ya no se concedan más licencias. Nosotros no podemos hacer eso. Por eso pido al Gobierno de Meloni que ayude a las ciudades. Esto también es una cuestión de seguridad”.
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En la capital italiana las cifras son enormes: 34.000 apartamentos turísticos. “Tantos que tenemos hasta nueve formas distintas de llamar a lo mismo…”, bromea Onorato.
Insiste Bonet en que regular el turismo significa mejorar la convivencia en la ciudad afrontando uno de los grandes problemas de nuestro tiempo: la vivienda. Durante la mañana, participó en la primera conferencia internacional sobre vivienda digna y accesible, organizada por las ciudades que forman parte de la alianza Mayors for Housing, liderada por Barcelona y Roma. “La sociedad está en riesgo si no afrontamos esta crisis, y necesitamos que la Unión Europea esté a nuestro lado”, declaró durante su intervención, pronunciada en inglés y recibida con grandes aplausos por parte del público romano.