Un muchacho de los arrabales de Bogotá le respondió a un periodista, en los peores momentos de Colombia, sobre el futuro: “El futuro es lo que no hay”. Rosa Montero, de las mejores prosistas, periodista y novelista, del español contemporáneo, lleva cuatro entregas (y esta es la última) contando en novelas futuristas lo que se nos viene encima.

La serie tiene como protagonista a Bruna Husky, su personaje, que en esta última entrega deja de ser la impresionante mujer que fue. Animales difíciles (Seix Barral) es el título de esta entrega final que es, entre las suyas, la que más se acerca al futuro y, sin duda, a la realidad que vivimos.
Rosa Montero ha escrito libros de periodismo (los mejores que se pueden encontrar entre los creados por periodistas españoles), novelas de mucha ficción, y nunca ha dejado que le resbalen la realidad o los hechos: es comprometida siempre, aunque invente.
El escalofrío ahora es que lo que inventa en esta ficción radical está al lado de la esquina. En esta conversación ella explica el momento presente acercándose al tiempo que nos espera: el futuro.
–¿Y qué es el futuro, Rosa?
–Estamos viviendo en el futuro más desaforado de las novelas de ciencia ficción que yo leía con 20 años. Esas novelas no imaginaron este mundo tan hipertecnológico. Es un momento único de la humanidad. Me he pasado toda la vida luchando contra ese sesgo de conocimiento tan estúpido que hace que creamos que nuestra vida es lo más importante y que pasan cosas que nunca han pasado. Cuando la gente se preguntaba por qué vivíamos momentos tan violentos, yo decía: ¿y en la época de los vikingos? Ahora mismo estamos viviendo un momento en la historia de la humanidad que no tiene parangón con nada. Es increíble que nos haya tocado a nuestra generación. El homo sapiens lleva 300.000 años en la Tierra, muy poco comparado con los dinosaurios y con los meteoritos, pero mucho si te paras a pensar que, de esos 300.000 años, en los últimos 70 nos hemos puesto tres veces en riesgo de extinción, por primera vez como especie. Por nuestro mal hacer: primero con la energía nuclear, después con el calentamiento global, ahora con la inteligencia artificial. Estamos en un umbral que nunca habíamos pisado antes, pero además en un umbral que es brevísimo, un instante, un soplo en el mundo, en el cosmos. Estamos en el borde intentando acabar con nosotros. Eso no lo habíamos vivido nunca como especie.
–¿Qué va mal?
–Nunca habíamos vivido esta aceleración de los conocimientos y las tecnologías. Nunca. Estamos viviendo en una frontera y yendo hacia algo completamente desconocido. Esto es aterrador porque realmente tiene muchos peligros, pero a la vez es fascinante. La situación es aterradora, peligrosa, difícil. Pero la buena noticia es que ese futuro hacia el que nos dirigimos, que es el mañana y el pasado mañana, no está escrito y así como el progreso no es inevitable, la catástrofe tampoco lo es. Para ese futuro tenemos que trabajar este presente, sin perder un momento porque nos estamos jugando que haya un mañana y que ese mañana sea habitable.
–Pero este presente está teñido de una maldad que pone en juego la esperanza.
–Ha habido montones en otras épocas de la humanidad, no te digo ya en nuestras vidas, o en el siglo, en los últimos 100 años. Desde el nazismo a las matanzas cíclicas en África… Los romanos aplastando ciudades y regando de sal para que no creciera nada, esclavizando a todas las mujeres, a los niños, matando a todos los hombres… La maldad ha existido durante toda la vida del ser humano. Somos unos animales dificilísimos, contradictorios, complejos, miedosos, asustados, megalomaníacos, egoístas, ciegos, de todo. Pero hoy no hay más maldad que la que ha habido siempre, en eso somos iguales. Pese a toda esa maldad que nos horroriza tanto, creo que el ser humano, este animal difícil y estúpido, está hecho más para la bondad que para la maldad en conjunto. Lo que pasa es que no la miramos, no la tenemos en cuenta… Estamos más hechos para la bondad y por eso la maldad nos horroriza tanto y la tenemos tan en cuenta. Kant se admiraba de que en una situación de guerra el soldado fuerte y muerto de hambre no matara sistemáticamente a todas las viejas, a todos los viejos y a todos los niños que encontrara en su camino, para quedarse con su dinero y con sus comidas. Pasaba, pero no pasaba siempre, ni mucho menos, y además estaba mal visto. Creo que las estrategias de supervivencia de la especie humana y, en realidad, de todas las especies animales, se basan más en estrategias de cooperación que en estrategias de depredación.

–He leído la novela como si las cosas que parecen el futuro ya estuvieran aquí…
–¡Están, están aquí! Todas mis Brunas son muy realistas y con ésta en concreto estoy hablando absolutamente de aquí y de ahora. Me encantan la ciencia, la tecnología y en todas las Brunas siempre he intentado contar ese futuro. La novela sucede en el 2111, un futuro posible y hasta probable en todo. En el primer capítulo hay un terrorista de un grupo oscuro al que la prensa llama todistas porque hacen esas pintadas de “o todos o ninguno”… Este terrorista asalta un almacén tecnológico y para ello se pone una capa de invisibilidad. Es una capa de invisibilidad de una empresa, y no es la capa de Harry Potter. Si entras en Google verás que esa empresa existe y que ha desarrollado un material que produce la invisibilidad. O sea, que todo es verdadero, lo que pasa es que todavía no lo han hecho flexible, pero de aquí a 80 años lo será.
–¿Y qué actitud debemos tener ante lo que viene? ¿La del miedo o la de la esperanza?
–Si el miedo no nos bloquea, no nos vuelve locos y se convierte en pánico, es una herramienta de supervivencia; el miedo te avisa, te enseña y te permite huir o defenderte. Tener miedo es bueno, pero no ese miedo que te paraliza. Debemos temer ese posible futuro, pero te vuelvo a repetir que el futuro no está escrito y esa es la buena noticia a la que hay que agarrarse. Ese futuro lo tenemos que escribir hoy. La misma novela tiene una trama que da susto, es muy desasosegante, reconocible como peligro en la vida real. Pero el mismo libro, aparte de tener un final muy consolador y creo que muy luminoso, da maneras posibles de defenderse de los peligros que aparecen. Por supuesto, creo que hay miedo. No hay que dejar que ese miedo nos paralice, hay que dejar que nos avise y hay que luchar por construir un futuro habitable. Y se puede.
–Horas después de que presentaras el libro ya estaban esas amenazas de Trump que incluyen ahora el éter, el cielo, Elon Musk… Parecía la continuación de lo que tú estabas contando en el auditorio.
–La combinación de Trump y Musk da mucho miedo. Es tremenda. Hemos visto a Steve Bannon haciendo el saludo nazi también, como Elon Mask. Por supuesto que dan miedo. Pero ese miedo lo que tiene que hacer es informarnos y ponernos en marcha. Por ejemplo, yo creo que hoy hay muchos paralelismos con la República de Weimar, pero la historia nunca se repite, entre otras cosas porque ya ha habido antes información sobre qué pasa. Una de las cosas que permitió que el nazismo llegara al poder fue la ruptura y la falta de unión de los partidos democráticos.
–Has escrito de los miedos, y ahora escribes también del miedo, del pasado, del presente. ¿Qué sustos tenías que ahora ya no tendrías?
–Se nos olvida el pasado. Nuestra memoria es un cuento, creemos que recordamos las cosas y es mentira. Es un cuento, un relato que nos hacemos y lo cambiamos… O sea que todo, toda mirada hacia el pasado, estaba teñida por el presente y es un cuento, una falsedad. El año pasado publiqué una recopilación de crónicas y de reportajes que hice desde el 1978 hasta el 1988, un montón de tiempo, un documento que es en sí mismo objetivo. Pero te asomas ahí y te quedas pasmada. Yo me quedé pasmada de lo que era aquel mundo, aquella España tan primitiva, tan pobre, tan ignorante, tan poco desarrollada, tan carente de derechos, ¿cómo podíamos sobrevivir?
–El tiempo de la novela es el tiempo que tú has elegido para esa novela, un tiempo remoto, 2111, aunque ya cada vez más cercano. ¿Dónde quedará el periodismo que estamos haciendo? ¿Cuál es el porvenir del periodismo, también implícito en este libro porque esta es una crónica del futuro?
–No sólo eso: es la primera vez en las cuatro novelas en las que uno de los personajes es un periodista de una cadena que hace reportajes. Uno de esos reportajes es especialmente importante en la investigación. El periodismo existe, seguirá existiendo, lo que pasa es que está pasando por la travesía del desierto desde hace 20 años, precisamente por la adaptación a las nuevas tecnologías, a las nuevas formas de mercado. No sé dónde leí que habían desaparecido el 90 % de los periódicos del mundo, una tragedia para los medios de comunicación. Pero sobre todo para la democracia porque un sistema democrático fuerte y una democracia avanzada necesitan unos medios de comunicación fuertes. Es un binomio importantísimo y fundamental que existan medios de comunicación fuertes para que haya una democracia fuerte. No me parece casual que ahora que la democracia está en caída libre, que el sistema democrático está pasando por una crisis de credibilidad y de legitimidad en el mundo, también haya una crisis profunda del periodismo. Creo que van unidas de alguna manera y es una desgracia para todos.

–Rosa, ¿eres tú en todos los libros que has escrito?
–Siempre. Roland Barthes decía que toda autobiografía es ficción y que toda novela es autobiografía, y tenía razón. Tengo una literatura que no se basa en la realidad inmediata con mi vida biográfica, todo lo contrario, yo necesito poner distancia para poder profundizar. Me identifico con una tecno humana del siglo XXII, no estoy contando mi vida en absoluto, evidentemente; de repente, en Instrucciones para salvar el mundo con un taxista de 40 años que apenas tiene educación. Siempre pongo una distancia, pero las novelas son como sueños que sueñas con los ojos abiertos.
–¿El personaje que has creado, Bruna, se va o se queda en tu alma? ¿Se mira al espejo contigo?
–Es tremendo porque llevo con Bruna 17 años y, como te decía, es el personaje más cercano que he creado, me va a costar mucho desprenderme de ella, decir adiós me va a costar muchísimo, pero no he tenido más remedio. No sabía cuántas novelas iba a escribir de Bruna, además no es una saga, no se continúan, es una serie, cada novela se puede leer por sí sola, pero no sabía cuántas iba a escribir, quise crearme un mundo con personajes estables que pudiera visitar cuando me diera la gana. Empecé con esta cuarta novela y de repente me di cuenta de que iba a ser la última. Como es detective, todas tienen una trama de investigación y de misterio, policíaca y criminal; la trama de esta novela es la más tensa, la más desasosegante, porque implica un peligro real para nuestra sociedad, un peligro verdadero. Y encima, en esta novela, aparte de tener que solucionar ese peligro, le he puesto otra crisis brutal a la pobre Bruna con el cambio de cuerpo.

Rosa Montero básico
- Nació en Madrid. Estudió Periodismo y Psicología.
- Es autora de las novelas Crónica del desamor (1979), La función Delta (1981), Te trataré como a una reina (1983), Amado amo (1988), Temblor (1990), Bella y oscura (1993), La hija del caníbal (1997, Premio Primavera), El corazón del Tártaro (2001), La loca de la casa (2003, Premio Qué Leer y Premio Grinzane Cavour), La ridícula idea de no volver a verte (2013), Los tiempos del odio (2018), La buena suerte (2021), El peligro de estar cuerda (2022) y Animales difíciles (2025); entre otras.
- Además escribió relatos, obras periodísticas y de libros infantiles.
- En 2017 recibió el Premio Nacional de las Letras. Su trayectoria periodística ha sido reconocida, entre otros, con el Premio Nacional de Periodismo, el Rodríguez Santamaría y el Premio de Periodismo El Mundo. Su obra está traducida a más de veinte idiomas y colabora en el diario El País.
Animales difíciles, de Rosa Montero (Seix Barral)
Sobre la firma
Juan Cruz Ruiz
Bio completa
Recibí en tu email todas las noticias, coberturas, historias y análisis de la mano de nuestros periodistas especializados