El Gigante de Arroyito fue una fiesta en la noche de Rosario. Era más cantado que “Despacito” y así sucedió, porque la alegría canalla no para desde el triunfo de la semana pasada en el clásico ante Newell’s, en el Parque Independencia. Obviamente se entiende la emoción, se entienden las bengalas, se entieden los fuegos artificiales y el fervor popular. Pero el espectáculo se deslució con las interrupciones por tanto humo y por cargadas subidas de tono y hasta con morbo a su rival vencido. De todas maneras, Central pudo demostrar su buen momento y derrotó 1 a 0 a Sarmiento con sufrimiento.
Los 20 partidos que le sacó Newell’s en el historial se dejaron ver en las tribunas, con hinchas portando inflables con el “2” y con el “0”. Todo sirvió para celebrar. Y a los 6 minutos llegó la explosión con el gol de Sández, que empujó en el segundo palo un centro rasante de Malcorra desde la izquierda. A los 20, para celebrar la paternidad, otra vez el humo de las bengalas interrumpió el partido. Pudo haber celebrado la hinchada local antes del entretiempo, pero a los 41 Malcorra malogró una clarísima chance cerca del punto del penal. Y se fueron al descanso.
Siguió mejor parado y perfilado Rosario Central en el arranque del complemento y a los 10 minutos se lució Acosta al mandar al córner un cabezazo de López tras tiro libre de Malcorra.
El partido estaba abierto y Morales avisó de zurda a los 24 cuando le dejaron un resquicio. El partido se puso caliente y Malcorra ligó algún patadón de más para caldear la noche. Los hinchas ya no cantaban porque era tiempo de apretar los dientes y esperar el final del partido. Hubo demasiado sufrimiento después de tanta alegría en el primer tiempo. Y con poco le alcanzó a Rosario Central para estirar la felicidad y seguir al frente de la Zona B del Torneo Apertura.