El secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, se ha posicionado como un general de alto rango en la guerra que el presidente Donald Trump ha declarado contra las organizaciones narcoterroristas en Latinoamérica.
Un artículo del New York Times subraya que «ningún alto funcionario de Trump se ha pronunciado con tanta contundencia sobre la nueva campaña contra los grupos criminales latinoamericanos y sus aliados. Y ningún asesor de alto rango del magnate tiene tanta experiencia política» en la región.
«Durante sus 14 años como senador republicano por Florida, Rubio presionó a tres gobiernos para que tomaran la ofensiva en la región. Hijo de migrantes anticomunistas de la Cuba pre-revolucionaria, estaba motivado por su aversión al gobierno de (Fidel) Castro y sus aliados», en particular Venezuela y Nicaragua, «a cuyos gobiernos calificó de ilegítimos».
Ahora, como secretario de Estado y asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, está aprovechando la oportunidad de pasar de las palabras a los hechos.
Durante mucho tiempo, Rubio, de 54 años, ha tratado de derrocar a los hombres fuertes de la izquierda de la región, en particular a los dirigentes de Venezuela, Cuba y Nicaragua, cuyos gobiernos ha calificado de «ilegítimos». También ha ayudado a diseñar las deportaciones masivas de migrantes ejecutadas por el gobierno, incluyendo a una tristemente célebre prisión de El Salvador.
Las fuerzas antidroga estadounidenses han intentado durante décadas cortar el tráfico de estupefacientes en toda América Latina y el Caribe, interceptando barcos, camiones e incluso «mulas» cargadas de droga, y arrestando a los contrabandistas.
Sin embargo, para Rubio, esos esfuerzos no son lo bastante audaces. Ha ayudado a orientar al gobierno de Trump hacia una táctica mucho más agresiva —y mortal—: utilizar la fuerza militar para destruir embarcaciones sospechosas de transportar drogas y matar a las personas a bordo, sin un proceso legal.
«La interceptación no funciona», dijo Rubio en una conferencia de prensa en Ciudad de México la semana pasada, cuando le preguntaron por el ataque estadounidense a un barco en el Caribe. El presidente Trump se había jactado de que el ataque había matado al menos a 11 personas, recuerda el NYT.
«Lo que los detendrá es que se los haga volar por los aires, es decir, deshacerse de ellos», añadió Rubio. «Y volverá a ocurrir. Tal vez esté sucediendo ahora mismo, no lo sé, pero el punto es que el Presidente de Estados Unidos va a librar una guerra contra las organizaciones narcoterroristas».
El impulso a la acción militar y la destitución de líderes nacionales podría suscitar críticas de un ala del movimiento de Trump que aboga por una mayor moderación militar en política exterior. Esos conservadores critican las «guerras eternas» y el «cambio de régimen», y algunos ya ven a Rubio con recelo.
Sin embargo, hay partidarios y colaboradores de Trump que aplauden el enfoque de Rubio. Consideran que reafirma una versión actualizada de la Doctrina Monroe, un concepto de principios del siglo XIX que justificaba la intervención estadounidense en América Latina.
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