De penal en penal, San Lorenzo llegó a la punta de la zona B, junto con Rosario Central, y pisará el Tomás Adolfo Ducó este domingo para el clásico contra Huracán invicto y entonadísimo. Por esa vía le ganó 1 a 0 a Instituto en Córdoba y marcó los últimos tres goles, todos convertidos por un infalible Andrés Vombergar, quien es uno de los goleadores del Torneo Apertura con 5 gritos.
No lo mereció el equipo comandado por Miguel Angel Russo. El local fue más, aunque no supo cómo hacerle daño a este San Lorenzo que cada vez está más compacto y firme en defensa (recibió un solo tanto en seis fechas). Aprovechó la oportunidad y luego cuidó el marcador para subirse a lo más alto de la tabla.
Hubo que esperar más de 40 minutos para ver acción en Alta Córdoba. Recién en el final de la primera parte se desató el partido. Antes, había pasado poquito y nada mientras Instituto dominaba pero no lastimaba a un Ciclón firme en defensa de la mano del increíble Romaña, una fiera en el fondo azulgrana.
Y de pronto, se despertó San Lorenzo. En un puñado de minutos pasó de todo. El primer aviso llegó desde un lateral derecho en ataque. Andrés Vombergar la peinó en el primer palo y Alexis Cuello dibujó una chilena espectacular. Pero más espectacular fue la atajada de Manuel Roffo para mandar esa pelota de fuego al tiro de esquina. Y de ese córner desde la derecha se produjo la jugada del penal, justo antes del entretiempo.
Cuello fue quien esta vez cabeceó en el primer palo, Roffo volvió a salvar su arco y el balón rebotó en el travesaño. Ese rebote lo capitalizó Malcom Braida, quien remató y su tiro dio en el codo derecho abierto de Francis Mac Allister. El árbitro Brian Ferreyra dio otro tiro de esquina, aunque el penal fue claro.
Por eso llegó el llamado desde el VAR. El juez la vio en el monitor y sancionó correctamente la pena máxima porque ese codo estaba en una posición no natural y además evitó que la pelota fuera al arco. Vombergar no falló desde los 12 pasos y le quebró la valla invicta de local a La Gloria en este torneo.
El gol no modificó los papeles del partido. Instituto sostuvo el control en el complemento. Y tuvo chances para empatarlo. También le sacó jugó a un lateral ofensivo que peinó Nicolás Cordero y que tiró por arriba Jonás Acevedo. En la siguiente, Romaña demostró que no es infalible y se le escapó Fernando Alarcón, que cabeceó muy elevado.
Al cuadro de Boedo, decididamente apostado de contragolpe, le quedaba cada vez más lejos el arco de enfrente. Algunas corridas improductivas de Matías Reali, quien no tomó buenas determinaciones en los últimos metros, eran las esperanzas de estirar la ventaja y liquidar de manera inmerecida el trámite. Por eso Russo buscó rearmarse mejor en el medio. Sacó a Vombergar y metió a Emanuel Cecchini, un volante de marca. También metió a Nery Domínguez por Irala en un puesto por puesto.
Se replegó demasiado la visita, es cierto. Sin embargo, no permitió que Instituto pisara el área de Gill. El dueño de casa tuvo la pelota sin generar peligro claro en el tramo final. Y así los tres puntos se fueron para Boedo.